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¡POR FIN: LA POLÍTICA!
Antonio Sánchez García
Un suspiro de alivio se extendió por la estrecha y caldeada sala de
prensa cuando un conmovido César Gaviria dio cuenta en su estilo parco
y desaliñado, demasiado estrecho para expresar el caudal de emoción
que parecía contener, del resultado de la más larga, la más intensa,
la más dura y aparentemente la más provechosa de las jornadas vividas
hasta ahora por la Comisión de Negociación y Acuerdos.
Eran las 9 y 45 de la noche, y los pasillos aledaños al lugar de la
reunión estaban atestados de periodistas tan exhaustos, que más que
reporteros de los medios locales parecían corresponsales de guerra en
un hotel sitiado de una ciudad bajo fuego enemigo. Personas cercanas a
los miembros de la comisión de la Coordinadora Democrática daban
cuenta de que la reunión había sido extremadamente dura y que había
estado al borde del naufragio. Muchos se preguntaban si la duración de
esta sesión – más de cinco horas de discusiones – no tendría que ver
con alguna propuesta del Secretario General que las partes no
terminaban por desentrañar.
La verdad se despejó al finalizar la reunión y se dejó colar en las
emocionadas y entrecortadas palabras de Gaviria, el único expositor de
la jornada. Al parecer y por primera vez luego de dos semanas de
agotadores mano a mano, los enviados del gobierno dejaron las
armaduras en el vestíbulo del hotel y entraron a corazón descubierto.
De allí la rudeza, la franqueza y la sinceridad del debate. Ambas
partes expusieron con firmeza, pero con una autenticidad fuera de toda
sospecha, los temores, preocupaciones y suspicacias que alimentan tan
inmensa desconfianza recíproca.
Decidieron, pues, abrirse el pecho y sacar a relucir el lenguaje de la
política. Deslastrado así el diálogo de las socorridas acusaciones
mutuas, los amargos reproches por pasadas y presentes injurias y las
reconvenciones ya habituales, se abordó por primera vez –aunque apenas
insinuado y como promesa real – la posibilidad de discutir sobre el
meollo del asunto: el problema electoral.
“El problema electoral debe ser explorado” – reconoció José Vicente
Rangel, asumiendo por primera vez su natural liderazgo de importante
operador político, llevando además la única voz cantante en su grupo.
Aseguró asimismo que jamás, ni ahora ni en el futuro, el gobierno
tocaría siquiera a los medios. Por su parte, Manuel Cova aseveró
solemnemente que jamás la CTV avalaría un golpe de Estado. Fue
secundado por los otros seis miembros de la comisión de la CD.
La gravedad del momento campea ya por los predios del Meliá. El
convidado de piedra – ese monstruo del golpe que todavía nadie sabe
dónde anida y cuándo despertará de su pesado letargo – parece empujar
a las partes a un acuerdo indispensable. Sus víctimas podrían estar en
ambos frentes. Se comprende la emoción del Secretario General. Que
Dios lo auxilie.