Jorge

Iruña Urruticoechea

Jorge salió el 11A con su bandera, su pito y su cachucha. Salió, como un millón de venezolanos lo hicieron, a marchar, a exigir lo que de él es, su libertad, su dignidad, y a mostrarle a Venezuela cuanto la ama.

Pero Jorge fue herido, así como centenas de venezolanos aquel día. Jorge recibió una bala en su joven cuerpo, es su columna vertebral. En la madrugada su hermano fue avisado. ¡Estaba vivo en el Hospital Vargas!. Allá corrió Alejandro, hermano mayor. Como loco buscó una ambulancia para trasladarlo a una clínica donde pudieran atenderlo, el Hospital Vargas estaba desbordado, poco podían hacer por su hermano.

Un mes, treinta días, de penurias, sufrimiento, horror. Todo ese tiempo para poder entender que Jorge quedaría para siempre –terrible palabra- hemipléjico. ¿Y luego qué? Pues luego a casa, a vivir en una cama postrado, para siempre…

Pero también, siempre hay una luz, sólo hay que encontrarla. Un día, hablando con unos amigos, Alejandro les expresaba el sufrimiento que los embargaba. Jorge deprimido, cual trapo en una cama, incapaz de realizar algún movimiento salvo los ojos, ventanas de su sufrimiento, y boca, expresión de lo mismo. La situación era dantesca. Sus amigos le recomendaron ir a la Embajada de España.

La abuela de Jorge y Alejandro nació en España, en Cataluña, y como tantos otros, tuvo que emigrar. Una guerra fratricida empujó a miles de españoles a cruzar los mares, a establecerse lejos de su tierra. Trajo a su hija, nacida también en Cataluña, la madre de Jorge y Alejandro. Al llegar, quemaron las naves. Nunca regresarían, ni la abuela, ni la madre, para Jorge y Alejandro, España era sólo un país mas en el mapamundi.

Con su desesperación a cuestas, se fue Alejandro a la Embajada. No sólo fue recibido, sino que todo lo arreglaron, todo lo humanamente posible. Jorge fue trasladado a un hospital en Barcelona, sus padres y abuela acomodados en un apartamento adyacente al hospital. El Gobierno de Cataluña se hizo cargo de esta familia, que un día tuvo que partir de su tierra por culpa un dictador sanguinario y depredador. Jorge ahora recibe la terapia más avanzada del mundo. Pero eso no es todo, en el hospital le han preparado una computadora que Jorge puede operar, y ahora trabaja y recibe salario por ello. ¡Jorge es nuevamente un hombre útil! Jorge ya no está deprimido, Jorge está agradecido.

Esperemos que en 30 o 40 años, no haya "Jorges" regresando a Venezuela, después de haber emigrado porque los venezolanos hayamos permitido que este aprendiz de dictadorzuelo que nos desgobierna logre su cometido.

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