Organización de los Estados Americanos
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PALABRAS DE CANCILLER DE LA REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA ROY
CHADERTON MATOS
ANTE LA REUNION DEL GRUPO DE AMIGOS DE VENEZUELA EN LA SEDE DE LA
ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
WAshington, DC
24 de enero, 2003
En el principio fue la impunidad, al final fue la injusticia social.
Los venezolanos presumíamos de ser el país más rico y más
democrático de América Latina.
El Estado enfrentó la violencia armada de derecha o izquierda con su
propia violencia institucional, mientras se consolidaba un sistema
de democracia representativa en sus fases nacientes. Posteriormente,
se impuso una política de pacificación que permitió el reencuentro
entre compatriotas y nos convirtió en los pioneros latinoamericanos
de la reconciliación política, por nuestros propios medios, sin
ayuda internacional. Los insurrectos de entonces se acogieron a la
constitución y a las leyes de la República.
Nos dimos entonces a la tarea de apoyar a los movimientos de
recuperación de la democracia en este hemisferio y en Europa,
mientras promovíamos programas de cooperación internacionales con
países menos favorecidos. Noble tarea que todavía continuamos
emprendiendo, pero, ¿Qué pasaba al mismo tiempo?
Muy simple y muy trágico:
La progresiva invasión del poder judicial por el poder político,
mientras violaba la autonomía de los poderes públicos iba minando el
último de los recursos de una sociedad libre frente a la injusticia:
la justicia.
Así, el fenómeno de descomposición ética, social y económica fue
haciendo metástasis. Mientras crecía el número de individuos que
cometían atropellos en nombre de la democracia, de la libre empresa
y del Estado, proporcionalmente se extendía por todo el país, la
criminalidad común que acosaba a todos los venezolanos, sólo que los
la mayoría de las víctimas han sido los pobres, los desprotegidos.
Otro tipo de criminalidad fue apareciendo. La corrupción pública y
privada. Con el “boom”, después del embargo petrolero de los
setenta, enloquecimos con sueños faraónicos y empezamos a dilapidar
un dinero, no producto del ingenio ni del esfuerzo sino de las
coyunturas y de nuestro subsuelo inundado de petróleo.
Los políticos se nos convirtieron en empresarios y los empresarios
en políticos. Para generar riqueza no se requería esfuerzo y mucho
menos honestidad; bastaba tener los contactos apropiados en el
Estado todopoderoso. Los representantes del pueblo descuidaron a sus
electores y prefirieron complacer a sus socios privados. Empresarios
y concesionarios de medios comenzaron a asegurar bancadas en los
cuerpos deliberantes y a ubicar a su propia gente en posiciones
claves. Por eso, los últimos en querer que el Estado los abandone y
los suelte a competir en una economía abierta, son los propios
empresarios incompetentes; los que disfrutan de privilegios ilegales
en la democracia y en el capitalismo.
El sector parasitario de nuestra empresa privada, financista de
partidos y de individualidades corruptas se sentía cómodo con
nuestro sui- géneris capitalismo:
No arriesgaba su propio dinero,
No pagaba los créditos recibidos,
No competía,
No producía bien,
No generaba empleos,
Evadía los impuestos.
El mejor de los mundos para ellos mientras nuestra población sufría
el peor de los mundos: pobreza, enfermedad, inseguridad, deterioro
de la educación, falta de seguridad y recreación social, salvo una
televisión mediocre, violenta y cripto-racista.
Cuántos fatales errores cometimos en la construcción de nuestra
democracia. Engañamos al mundo y a nuestro pueblo, pero recordando a
Abraham Lincoln: “Uno puede engañar a alguien todo el tiempo, a
muchos por un tiempo pero no a todos todo el tiempo”.
En febrero de este año cumpliremos 20 años del derrumbe de nuestra
moneda nacional. Del día cuando descubrimos cuán caro era el dólar,
que comprábamos con poco y nos hacía baratos los países más caros
del mundo. Del dólar que nos hacía lucir como tontos en un frenesí
consumista sin respaldo del trabajo y la creatividad.
Esa fantasía de prosperidad nos hizo irresponsables, frívolos e
insensibles al destino de la nueva e inmensa mayoría nacida durante
esos años de deterioro: los excluidos.
La democracia más autopromovida del continente comenzó a aparecer en
los reportes de derechos humanos, mientras también aparecían las
señales de alerta, desestimadas por la clase dirigente.
Ante la aplicación sin anestesia de radicales políticas neoliberales
se produjo, en 1989 una insurrección social, “el Caracazo”. Murieron
más de mil personas en dos días, 27 y 28 de febrero. La clase
dirigente que por cierto no inundó a Washington con denuncias de la
tragedia y visitas ruidosas continúo el neoliberalismo y nos
presentó una fantasía de recuperación en 1991 pero en 1992, sufrimos
dos conmociones militares que nos evidenciaron la profundidad de
nuestra crisis.
Superada aparentemente la crisis política en 1993, recibímos 1994
con el asalto de muchos banqueros contra los depositantes. Perdímos
16% de nuestro PIB para otorgar auxilios que terminaron en cuentas
privadas en los Estados Unidos, Reino Unido y Suiza, 10.000.000 US$
robados al público.
La evolución de los acontecimientos llevó en 1998 a la elección de
Hugo Chávez Frías como Presidente con amplia mayoría. Luego, el
pueblo se pronunció por referéndum a favor de una Asamblea
Constituyente que redactó una nueva Constitución aprobada en
referéndum con abrumadora mayoría popular. El Presidente, expuso su
mandato a la voluntad del pueblo y fue retribuido con una votación
aún mayor, por tanto religitimado.
Luego se ha venido desarrollando en paz y en democracia, dentro de
las leyes y la Constitución, un profundo proceso de cambio social
que ha encontrado de frente no a una leal y democrática oposición
sino a una oposición irracional y golpista.
El 11 de abril del 2002 una marcha masiva de opositores fue desviada
ilegalmente siete kilómetros fuera de su ruta autorizada y avanzó de
manera hostil sobre la sede del gobierno. Sus líderes se escondieron
y dejaron la tarea a sus vanguardias violentas. Cerca de 20
compatriotas del gobierno y de la oposición cayeron ese día. En la
noche el Presidente fue forzado a salir de Palacio y hecho
prisionero.
El poder fue usurpado por el liderazgo empresarial, y en medio de la
euforia de la ultraderecha y la ultraizquierda terrorista,
pintorescamente matrimoniados, una a una, de un sólo plumazo fueron
abolidas las instituciones democráticas: el Parlamento, el Tribunal
Supremo, los otros poderes autónomos, las gobernaciones, alcaldías,
ayuntamientos, etc. Comenzó la persecución e intentos de
linchamiento de seguidores y funcionarios del gobierno democrático
por turbas de clase media alta y graduados universitarios. La
dictadura duró tres días, mató más de sesenta ciudadanos con fuego
policial y cayó bajo el peso de millones de demócratas que
desbordaron las calles del país con el apoyo de la Fuerza Armada.
Regresó el Presidente con otra demostración de poder popular
democrático, reconoció los errores cometidos, presentó excusas en
público e inició una etapa de rectificación y diálogo que la
oposición no supo aprovechar.
Los ejecutivos de la petrolera estatal despedidos días antes por sus
actividades golpistas fueron restituidos en sus cargos en
demostración de perdón y reconciliación. De nada valió; con el apoyo
de la principal fuerza de oposición subversiva, los medios,
continuaron las prácticas desestabilizadoras. Marcha tras marcha, a
lo largo de nueve meses los golpistas han logrado marcar el rumbo de
la oposición venezolana.
Curiosa y tolerante esta nueva democracia venezolana con una
libertad de expresión como nunca antes, sin torturados ni presos
políticos que tiene que enfrentar hoy día a las mismas caras y a los
mismos nombres civiles y militares de ese golpista abril.
A partir de diciembre del 2002, los ejecutivos petroleros, señores
de un Estado dentro del Estado llamado PDVSA en complicidad con
empresarios y sindicalistas golpistas han tratado de poner a
Venezuela de rodillas mediante su estrangulamiento económico y el
despiadado sabotaje terrorista a sistemas e instalaciones, para
cortar el flujo de energía y paralizar el país.
El daño ha sido grande; trataron de rendir por hambre al país y
forzar la caída del gobierno. Fracasaron y no volverán.
En verdad, lo que nos está ocurriendo es el colapso del viejo orden
y el nacimiento de un nuevo orden. De una democracia representativa
que dejó de representar, estamos pasando a la democracia
participativa que, por supuesto, representa, pero donde el
representado elige, controla y acompaña al representante para
asegurar el cumplimiento del mandato.
Esa democracia participativa necesita de una oposición
verdaderamente democrática que se oponga pero que proponga; con un
proyecto alternativo para nuestra democracia, que no tema coincidir
con el gobierno democrático en la defensa de los mayores intereses
del Estado venezolano y nuestra libertad, que no coquetee con el
golpismo ni ceda ante sus presiones.
Mucho podría hacer este grupo de amigos por Venezuela, identificando
y estimulando a los compatriotas venezolanos, hoy ocultados y
relegados por los medios de comunicación que conceden su mayor
espacio a los irracionales, al golpismo.
Al contrario de los partidos, los medios, en función política, no
rinden cuenta ante la sociedad. No hay electorado que los castigue
por sus errores o premie por sus aciertos. En la democracia el
pueblo no vota para elegir al dueño de una televisora o al editor de
un diario. Pueden deformar la información, engañar a su audiencia e
inducirla a la violencia y a la ilegalidad como hacen actualmente,
bajo la hipnosis de la propaganda venezolano-goebbeliana.
En la democracia venezolana Usted puede discrepar de gobernantes,
militares, religiosos, intelectuales, políticos, etc, pero no se
atreva a polemizar con los consesionarios o dueños de los medios.
Venezuela no necesita ciudadanos Kane...
Es necesario estimular la reconformación de nuestros partidos
democráticos, llamarlos a rectificar sus graves errores del pasado y
esperar que recuperen los espacios que les tomaron los medios para
infortunio de nuestra democracia.
Por eso, nuestra sociedad abierta y democrática necesita de la
presencia permanente de testigos internacionales; que los medios de
todo el mundo presencien el caso de laboratorio de Venezuela donde
se ha tratado de tomar por asalto el poder político democrático por
los intereses privados que controlan a los medios.
No existe justificación alguna para que una improductiva e
incompetente oligarquía empresaria-gerencial aliada con una cúpula
sindical que se unió al paro patronal, viola los derechos humanos de
nuestros ciudadanos al tratar de impedirles, mediante el sabotaje y
el terrorismo, el acceso a los alimentos y la energía, el derecho al
trabajo, a la información veraz así como la libertad de circulación.
Inédita es la situación venezolana donde los medios tienen la
potestad de silenciar la información y destruir moralmente a
personas e instituciones, donde se llama con inaudita impunidad al
magnicidio, hecho que en las democracias más avanzadas encontraría
la respuesta severa de la ley.
A este respecto quisiera citar algunas frases muy oportunas de su
Santidad Juan Pablo II en su mensaje anual por el día mundial de las
comunicaciones:
"Si los medios de prensa están para servir a la libertad, ellos
mismos deben liberarse y deben emplear correctamente esa libertad''.
"Los medios de comunicación son actores del mundo'', señaló el Papa.
"La gente razonable se dará cuenta de que ese enorme poder exige el
nivel más alto de compromiso con la verdad y la bondad''.
Hay que democratizar conceptos y visiones tradicionales. Un
burócrata desactualizado nos podría responder que los terroristas
del 11 de septiembre no violaron los derechos humanos porque no
suscribieron ningún convenio o tratado internacional.
Sólo los Estados violan los derechos humanos, responden algunos con
voz pomposa, por eso les parece aceptable e inimputables los pogrom
dirigidos por nuestra clase media alta y “culta” contra las
residencias de funcionarios y seguidores del gobierno democrático de
Venezuela, perseguidos en zonas prósperas también por “espontáneos”
pelotones de linchamiento integrados por graduados universitarios y
amas de casa que cambiaron su rutina por la violencia. Para estos
crímenes no parece haber instituciones de derechos humanos.
Apreciamos la buena voluntad y la sensibilidad hacia la democracia y
l constitucionalidad expresada por este grupo de amigos de Venezuela
que hoy se ha reunido formalmente.
Ratificamos a Ustedes el compromiso de nuestro gobierno de seguir
adelantando este profundo proceso de cambio social en paz, en
democracia y en libertad dentro del marco constitucional que
materializó la decisión soberana de los venezolanos expresada
libremente en repetidas ocasiones, como en ninguna otra parte.
Ratificamos también, en acatamiento del espíritu de esa voluntad
popular, nuestro empeño en procurar la reconciliación con los
compatriotas de la oposición democrática y encontrar un espacio
común donde puedan converger las ideas y compromisos con la justicia
social, base sine qua non de la paz y la democracia.
Apreciamos y reconocemos las gestiones de facilitación del
Secretario General, César Gaviria, quien con gran sentido
diplomático ha contribuido significativamente a los esfuerzos para
el diálogo en la mesa de negociación y acuerdos. Agradecemos en
especial que haya aceptado nuestra invitación a ir a Venezuela.
Apreciamos la intención de este grupo de amigos de ofrecernos apoyo
para que los demócratas venezolanos podamos resolver nuestras
diferencias en paz y entre nosotros.
Expresamos nuestro deseo de que la buena gestión que emprenderá el
grupo, en su evolución, permita el refuerzo de países también muy
amigos de Venezuela que han dado buenas señales de disposición a
integrarse al grupo como la Federación de Rusia, Francia y otros
amigos.
Nos interesa en especial que nuestra oposición democrática entienda
que hay unas reglas de juego, expresión de la voluntad popular,
cuyos términos, plazos, procedimientos y modalidades deben acatarse
en testimonio del respeto al Estado de Derecho. De otra manera sería
una invitación a la anarquía y la desestabilización en el
Continente. Qué pasaría si dentro del sistema presidencialista
hemisférico fuesen los dueños de las encuestadoras y los interesados
de turno los que determinen la oportunidad para el llamado a
elecciones.
Solicitamos a ustedes que exijan una definición antigolpista a los
representantes de la Coordinadora Democrática en la Mesa en
conformidad con la obligante declaración de principios que ambas
partes suscribimos para impulsar nuestras conversaciones.
Me permito llamar su atención sobre el antecedente de que el mismo
día cuando reanudamos nuestros encuentros en el Hotel Meliá de
Caracas, representantes de esa Coordinadora suscribieron un
documento de respaldo y coordinación con quienes llamaban a la
insurrección militar en la Plaza Altamira, del este de Caracas.
También hace pocos días el presidente de la organización sindical
aliada del paro patronal, representada en la mesa, durante una
reciente visita a Miami y abusando de la democracia estadounidense,
llamó al asesinato del Presidente Hugo Chávez Frías, práctica común,
por cierto, en nuestros medios de comunicación privados.
Nos preguntamos qué podría pasar si en vuestros países los medios,
personalidades u organizaciones invitaran a asesinar a Presidentes o
Primeros Ministros.
La solicitud que hacemos es muy importante para la evolución de los
esfuerzos e iniciativas para esa reconciliación y entendimiento que
buscamos con todos los venezolanos de buena voluntad, porque no
tendría sentido continuar en una mesa con quienes no se pronuncian
contra golpistas y potenciales magnicidas.
El deslinde entre opositores demócratas y golpistas, facilitará
también la consideración oportuna de las propuestas hechas con tanta
buena fe, por el ex presidente Jimmy Carter presentadas con
consideración a las posibilidades que ofrece la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela para que los venezolanos
superemos los conflictos que hoy nos alejan.
Es la solicitud que hago en nombre del gobierno constitucional
encabezado por el Presidente Hugo Chávez Frías reconocido en su
legalidad y legitimidad por toda la comunidad internacional en
general y, en particular, por la Organización de los Estados
Americanos.
En realidad aquí no se trata de verificar si un gobierno lo está
haciendo o no lo está haciendo bien; si el gobernante es amado o
repudiado por sus conciudadanos, porque en democracia existe el
marco jurídico para que en las oportunidades establecidas el pueblo
soberano se pronuncie a favor o en contra, castigue o premie una
obra de gobierno. En su oportunidad, cuando llegue el momento
establecido en la Ley los invito a considerar la gravedad del
precedente de complacer los apremios oportunistas de una oposición
golpista e irresponsable. ¿Cómo se sentirían aquellos gobiernos
democráticos que en estos momentos, por una u otra razón, ven
disminuir su nivel de apoyo popular? Como entonces apremiar a un
gobierno legítimo y democrático como el venezolano que goza de un
sólido respaldo de su pueblo.
Nuestra Constitución es la ley, y como representante autorizado de
un gobierno democrático, legal, legítimo legitimado y relegitimado
invito a los seis países amigos de Venezuela y a toda la comunidad
internacional a interesarse en lo que ocurre actualmente entre los
venezolanos, porque su evolución será, en el futuro, un punto de
referencia obligante para la procura de la justicia social y la
defensa de las instituciones en paz, en democracia y en libertad.
Gracias a Brasil por convocar este grupo de amigos. Gracias al
Presidente Lula y al Canciller Amorín.
MUCHAS GRACIAS
http://www.oas.org/library/mant_speech/speech.asp?sCodigo=03-0009