PALABRAS DEL SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS, CÉSAR GAVIRIA
ACTO DE FIRMA DEL ACUERDO ENTRE EL GOBIERNO DE LA REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA Y LA COORDINADORA DEMOCRATICA

Caracas, Venezuela

29 de mayo, 2003

En este tiempo durante el cual he permanecido en Venezuela aprendí a querer mucho más este país. En la escuela me enseñaron a admirar y agradecer a Simón Bolívar nuestro libertador, el forjador de nuestros ideales, de nuestros sueños y esperanzas, quien modeló nuestro carácter, nuestro temperamento y nos dio una identidad de la que todos nos preciamos. De él aprendimos el panamericanismo precursor de nuestros propósitos de integración. Como presidente de Colombia trabajé intensamente por el aspecto económico de esa integración. Pero estos meses en Caracas han generado en mi una profunda admiración por el pueblo venezolano, por sus instituciones, por sus arraigados valores democráticos.

Gracias a todos los venezolanos por la acogida y hospitalidad que nos han dado y por la largueza y benevolencia con la que nos han tratado. En esta larga estadía nos hemos sentido como en casa. Al gobierno venezolano y a las fuerzas políticas y sociales que lo apoyan mis agradecimientos por invitarnos a cooperar en el dialogo, en la negociación, en la búsqueda de soluciones con el concurso de la oposición. A las organizaciones políticas y de la sociedad civil que conforman la Coordinadora Democrática por la confianza que han depositado en la comunidad internacional y en mi función como facilitador. En lo personal, a todos y cada uno de los miembros de la mesa mi reconocimiento. Compartimos todos momentos difíciles, los cuales han dejado huellas de amistad y de hermandad.

Después de arduos meses de negociaciones que se dieron en el marco de la declaración de principios por la paz y la Democracia y de la denominada Síntesis Operativa, hemos llevado a buen termino la tarea que se nos encomendó, tanto a los negociadores del Gobierno y las Fuerzas Políticas que lo acompañan, como a los representantes de la Coordinadora Democrática y a las instituciones que hemos estado vinculadas a este esfuerzo, la OEA, el Centro Carter y el PNUD.

Muchos de los que estamos en este recinto sabemos bien que han sido tiempos particularmente difíciles, llenos de riesgos originados en la magnitud de las significativas diferencias que separan al gobierno y a la oposición, en la extrema polarización de los protagonistas de la vida publica venezolana, en los impactantes actos de masas para apoyar una u otra causa. Uno de los más importantes logros de la mesa de Negociación y Acuerdos ha sido el de servir de canal abierto de comunicación, especialmente en esos álgidos momentos, así como de elemento de moderación y contención de las pasiones políticas en todas las circunstancias.

Un solo muerto era inaceptable, ya era demasiado, generaba una profunda indignación colectiva; existe un admirable respeto por la vida en este país, de lo cual se deben sentir orgullosos todos los venezolanos. No podemos olvidar a todos los que han caído durante este tiempo en la defensa de sus convicciones. A ellos y sus familias nuestro sentimiento de solidaridad. Los venezolanos no deben permitir que prolifere en el país la violencia política. Después de que ella se engendre pueden pasar décadas antes de que se extinga. Con la suscripción de este acuerdo, ustedes están dando hoy un paso definitivo para evitar que eso ocurra.

Con el uso del mecanismo de negociación directa por las partes, nos hemos aplicado a la intensa búsqueda de puntos de convergencia, de acuerdos para la preservación de los valores supremos que aglutinan a todos los ciudadanos en torno de la republica que fundó Simón Bolívar. He sido testigo del enorme esfuerzo humano de todos los miembros de la Mesa quienes, en medio de las vicisitudes, han colocado esos valores supremos por encima del contencioso político.

Cuando los ciudadanos lean con cuidado el texto del acuerdo encontrarán que por grandes que sean las diferencias políticas, lo que une a los venezolanos es mucho más de lo que los separa. Todos por igual, a partir de ahora, están obligados a respetar los preceptos allí consignados en pos de la defensa del orden constitucional; del respeto al estado de derecho; de la aceptación de los elementos constitutivos de la nacionalidad que a todos imponen la convivencia social y política; y de la búsqueda de una democracia participativa, pluralista, vigorosa y auténticamente representativa.

Todos confiamos en que de las difíciles pruebas que ha estado pasando la democracia venezolana, en particular sus instituciones democráticas a lo largo del ultimo año, tanto las que se forjaron a lo largo de casi dos siglos de vida independiente, como aquellas que proceden de esta nueva era política, han salido considerablemente fortalecidas.

Si queremos que tal proceso continúe por ese sendero, es fundamental que todos los venezolanos se comporten con su patria a la altura de sus obligaciones, por encima de la controversia política y partidista. Y para que ello se logre es preciso que en cada acción, en cada actitud, en cada palabra, se piense en la tolerancia, en el pluralismo, en el respeto por los contrarios, en evitar la confrontación, en no usar el lenguaje hiriente que infortunadamente ha sido el que ha prevalecido hasta ahora. Solo así será posible la reconciliación que afanosamente hemos buscado desde la emisión de la Declaración contra la Violencia y por la Paz y la Democracia, y que también se persigue con la suscripción de este acuerdo. Tal reconciliación debe ser compatible con la prevalencia de ideas políticas encontradas, con la legitima competencia democrática y con el pluralismo contenido en la Constitución.

Para la OEA es particularmente importante el reconocimiento que gobierno y oposición hacen del compromiso hemisférico denominado la Carta Democrática, donde se consignan los valores que a todos nos hermanan, se establece el derecho de nuestros pueblos de vivir en democracia y la obligación de todos, gobierno y ciudadanos, de promoverla y defenderla. La suscripción de este acuerdo es una clara manifestación del respeto de esos principios y de su valoración. El acuerdo reconoce también los principios consagrados en la Carta de la OEA y en la Convención Americana de Derechos Humanos que, con la Carta Democrática, generan el conjunto de obligaciones jurídico-políticas que conforman y reglan el Sistema Interamericano.

Quisiera hacer mención a la importancia que el acuerdo le otorga al principio del monopolio del uso de la fuerza en cabeza del Estado. Esta es una pregorrativa fundamental en la defensa de la democracia, en la lucha contra la violencia y en la implementación de una política de desarme efectivo de la población civil. En el caso de la seguridad, es claro que la responsabilidad corresponde al Estado a través de la Fuerza Armada Nacional y de las distintas policías. La dirección de los órganos policiales corresponde a las autoridades civiles que se deben entender a través de las labores de Coordinación de seguridad ciudadana.

En este sentido, el acuerdo no resuelve completamente las discrepancias que se han presentado, ni ahonda las diferencias en la interpretación sobre estos casos. Es un aporte para que dicho proceso se enmarque dentro de la normatividad legal existente y respetando las decisiones judiciales. No puede entenderse que la interpretación que hacen las partes afecte de manera alguna los procesos de descentralización consagrados en la Constitución. El criterio de total respeto por las normas constitucionales y por las facultades de los poderes públicos terminó prevaleciendo sobre otras consideraciones de necesidad coyuntural o conveniencia política.

Esperamos también que la Asamblea Nacional efectivamente cumpla con el mandato de escoger una Comisión de la Verdad que ayude a esclarecer los gravísimos hechos de abril de 2002 y que identifique responsables, para así permitir que la Justicia venezolana aplique las sanciones correspondientes y tales hechos no queden en la impunidad.

El numeral 12 contiene el principal logro del acuerdo. Sin duda la eventual utilización del articulo 72 si se dan, según el Consejo Nacional Electoral, los requisitos constitucionales, representa la salida pacifica, democrática electoral y constitucional que tan intensamente hemos buscado en la Mesa de Negociación y acuerdos. Creo interpretar a la totalidad de la Comunidad Internacional al señalar que el acuerdo al que han llegado las partes constituye la solución a la que hace referencia la resolución 833 del Consejo Permanente de la OEA, que todos hemos invocado como necesaria o como indispensable en este periodo de intensa agitación, de profundos cambios y grandes desencuentros en la vida institucional del país.

La escogencia por la Asamblea Nacional del nuevo CNE, con sentido de urgencia, es esencial para contar con un arbitro electoral confiable, transparente e imparcial. Las partes se han comprometido a llevar a buen termino tal función en su seno y a no interferir con dicho proceso. Tiene también trascendencia el compromiso de las partes, el cual estoy seguro que las fracciones políticas en la Asamblea Nacional respetarán, de no modificar la ley Orgánica del Sufragio y la Participación Política. Ha quedado claro para todos que la fecha de celebración del certamen o certámenes electorales los definirá el nuevo Consejo Nacional Electoral conforme a lo estipulado en la ley.

Quisiera también hacer énfasis en el compromiso de todos con la libertad de expresión consagrada en la Constitución, en la Convención Americana de derechos Humanos y en la Carta Democrática Interamericana. Las dos partes se han comprometido a trabajar para promover los propósitos enunciados en este acuerdo y en la Declaración contra la Violencia por la Paz y la Democracia. Por eso es responsabilidad de todos velar porque esta libertad se preserve.

Es particularmente importante que se informe a los ciudadanos sobre las opciones políticas con un sentido de objetividad e imparcialidad, pues como se señala en el acuerdo, eso contribuiría a crear el clima apropiado para la celebración de los referendos revocatorios de que trata el articulo 72. En medio del intenso debate que se da hoy en la Asamblea sobre la denominada ley de contenidos, es prioritario asegurar que en el texto que eventualmente se apruebe surja incólume la libertad de expresión en los términos de este Acuerdo. Un debate franco con los periodistas y medios es fundamental y puede ser no solo útil sino necesario para el logro de tal objetivo, tan esencial a la preservación de los valores democráticos.

Estoy convencido de la pertinencia del articulo 15 que no deja duda de la disposición del Gobierno del Presidente Chávez de honrar sus obligaciones legales y disponer de los recursos financieros y de seguridad para el cumplimiento del certamen o certámenes electorales que disponga el CNE.

La Facilitación agradece al grupo de amigos: Brasil, Estados Unidos, México, España, Chile y Portugal por el significativo apoyo que nos brindaron en el cumplimiento de nuestras altas responsabilidades.

Quisiera reiterar el ofrecimiento de la OEA, el Centro Carter y el PNUD de prestar la cooperación en materia electoral que les sea requerida en los términos contenidos en el acuerdo.

Quiero nuevamente, en nombre de las tres instituciones, agradecer al Gobierno del Presidente Chávez, al vicepresidente José Vicente Rangel, al Canciller, a los Ministros que hicieron parte de la delegación gubernamental, a los gobernadores, a los diputados a la asamblea y a los restantes miembros de la Coordinadora Democrática su esfuerzo, su seriedad, su vocación de servicio, su indeclinable voluntad para llegar al acuerdo que nos trae a esta coyuntura de entendimiento nacional. Este debe significar un momento de profunda reflexión, de rectificaciones que reencaucen a Venezuela por un sendero de paz social, apego al estado de derecho, respeto del orden constitucional y también de crecimiento, justicia social y prosperidad para todos.

Queremos agradecer a los Medios de comunicación públicos y privados la generosidad y consideración con las que hemos sido tratados. A los periodistas que cubrieron la mesa por su paciencia y compañía permanente.

Esperamos que las instituciones, el gobierno y la oposición se comprometan a resolver cualquier impase que se pueda presentar
dentro de los preceptos de esta declaración, a través del enlace permanente que han dispuesto crear. Estamos prestos a cumplir la función de acompañamiento a la que se alude en el numeral 18 y cualquier otra tarea para la que seamos requeridos por las partes.

Como Secretario de la OEA mi gratitud al presidente Carter por su permanente atención y apoyo, así como también a todo su equipo. Al Secretario Kofi Anan que de manera personal ha hecho un seguimiento detallado del proceso, particularmente en los momentos más álgidos y riesgosos. A Helena Martínez, Jennifer McCoy y Francisco Díez personas claves en la conformación de la Mesa y en su cabal funcionamiento. A mi jefe de Gabinete Fernando Jaramillo, quien realizó un intenso y eficaz trabajo, y a los representantes de la OEA y el PNUD en Venezuela.

Quisiera terminar señalando que en este acuerdo no hay ni vencedores ni vencidos. Es un acuerdo bueno para todos los venezolanos, para sus instituciones democráticas, para el porvenir de cada ciudadano y particularmente para el futuro de las niñas y niños de Venezuela.

Muchas Gracias

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