CUATRO PÍLDORAS DE UN MISMO FRASCO
ALBERTO QUIROS CORRADI
PRIMERA PÍLDORA: LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE (ANC).
El domingo 10/12/02 en este mismo diario (Cuatro Píldoras de un Mismo
Frasco) en la Primera Píldora, hablé de una Constituyente ¡Ya!. Varios
amigos me la habían sugerido. Me convencieron y señalé, entre otras
ventajas, tres que me parecían y me parecen fundamentales para apoyar
la convocatoria a una ANC.
1) No puede, como con otras acciones, haber confusión interpretativa
sobre lo que “dice” la Constitución. En el caso del “Referéndum
Consultivo”, éste –según muchos- no es vinculante y además existe la
figura del “Referéndum Revocatorio”. Por lo tanto, hacer la pregunta
sobre si se desea o no la renuncia del Presidente, podría ser
inconstitucional. En el caso de la Enmienda Constitucional, si ésta se
convoca mediante la recolección de firmas, según una interpretación
constitucional, esta solicitud debería ir primero a la Asamblea
Nacional (AN), para su discusión y aprobación, antes de ser enviada al
Consejo Nacional Electoral (CNE). Para otros, una vez recogidas las
firmas, la solicitud puede ir directamente al CNE.
Sobre el derecho de los ciudadanos a recoger las firmas necesarias
para celebrar un Referéndum que convoque a una ANC, no puede haber
duda de interpretación. Los artículos 347 y 348 de la Constitución son
muy claros. Artículo 347: “El pueblo de Venezuela es el depositario
del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede
convocar a una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de
transformar al Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar
una nueva Constitución”. Artículo 348: “La iniciativa de convocatoria
a la Asamblea Nacional Constituyente puede hacerla... y 15% de los
electores o electoras inscritos en el Registro Electoral”.
2) Como el presidente no quiere ni renunciar ni contarse
electoralmente, la ANC es la única vía constitucional para, sin el
concurso del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo, poder
reestructurar todos los poderes públicos incluyendo la remoción del
Presidente de la República.
3) Después de Chávez, se requerirá un gobierno provisional que prepare
al país para unas elecciones generales, sin el peso de los poderes
públicos intervenidos y sumisos de hoy. La ANC es la vía más expedita
para designar a la provisionalidad y sustituir a los poderes públicos.
La recolección de firmas no sería un problema si se aprovecharan las
marchas y concentraciones que se llevan a cabo todos los días en
Caracas y en otras ciudades de la República. La Coordinadora
Democrática, todas las organizaciones no gubernamentales e
individualidades que conforman la oposición, podrían –de común
acuerdo- designar una plancha única con el número necesario de
personas para ser nuestros representantes en dicha ANC. La recolección
de firmas y la solicitud al CNE, podría permitir celebrar el
Referéndum en la misma fecha programada para el Referéndum Consultivo.
(Mediante una segunda pregunta).
Le sugiero a la Coordinadora Democrática que se aboque de inmediato a
estudiar en serio esta alternativa.
SEGUNDA PÍLDORA: LA PRENSA EXTRANJERA
Hay un cierto desconcierto nacional por las reacciones de la prensa,
sobre todo –la angloparlante- ante el proceso político que se
desarrolla actualmente en el país. En efecto, algunos no entienden
como es posible que estos corresponsales no “vean” la “realidad”
nacional y no entiendan que Chávez es un dictador en potencia que ya
ha violado en numerosas ocasiones la Constitución Nacional.
Descarto de antemano las explicaciones simplistas de quienes sugieren
que estos periodistas hayan sido “comprados” por las atenciones
especiales que les dispensa el régimen. Yo busco la explicación en
algunos rasgos culturales que los llevan a pensar de cierta manera.
Veamos:
- Una visión muy sui géneris que tienen los sajones de las sociedades
políticas de América del Sur. Son democracias imperfectas donde en
cada esquina hay un conspirador esperando y estimulando al sector
militar para que derroque a un gobierno legítimamente constituido. La
historia de nuestros Golpes de Estado, a los cuales se le unen los
sucesos del 11-A, ayuda a ratificar esa percepción. Sobre todo cuando
muchos de los actuales civiles de ese “incidente” tienen presencia
destacada en el proceso actual.
- Pese a lo anterior, y no es una contradicción, los anglosajones
tienden a extrapolar subconscientemente la majestad y la fuerza de sus
instituciones públicas a las de aquí y esperan que los ciudadanos las
respeten como las respetan ellos allá. Por ejemplo, es impensable que
alguien pretenda desobedecer a una Sentencia del Tribunal Supremo de
Justicia que –para ellos- es la Corte Suprema de Justicia de los
Estados Unidos (no lo es).
- No entienden el sesgo indiscutible que tienen los medios de
comunicación, televisivos, radiales y escritos a favor de la
oposición. Sin embargo, guardando las diferencias, sería útil que
recordaran que, cuando sus pueblos han creído ver peligros que
amenazan a su sistema de vida, los medios –allí también- han tomado
fuertes posiciones. En la Guerra Civil de los Estados Unidos los del
norte y los del sur, tomaron posición. Cuando las dos Guerras
Mundiales, tomaron posición. Cuando los trágicos sucesos del 11 de
Septiembre del 2001. tomaron posición. Es más, en las elecciones
presidenciales, algunos diarios –muy importantes- editorializan sobre
el candidato de su preferencia e instan a los ciudadanos a votar por
él. Además, en la visión de estos corresponsales, Chávez no es más que
una tendencia política a la cual habría que derrotar con los
mecanismos normales que aporta la democracia. Para muchos de nosotros,
Chávez constituye –de continuar fortaleciendo su régimen autocrático-
un peligro real que intenta sustituir a las instituciones democráticas
que nos hemos dado, por un régimen de claro corte totalitario. Para
quienes siempre han vivido bajo el orden de la Ley y con la
subordinación del poder militar al poder civil, quizás le cueste
trabajo “ver” este tipo de peligro. Pero estoy seguro que si
intentaran ponerse en nuestro lugar, lo podrían ver.
- Corresponsales, senadores, diputados y grupos de opinión
anglosajones toman clara posición a favor de un gobierno que, por
haber sido electo democráticamente, tiene legitimidad y, cualquier
intento de sacarlo del poder, por vías que no sean claramente
constitucionales, sería inaceptable. Nosotros pensamos lo mismo, pero
le queremos recordar a estos amigos extranjeros que, la Carta
Democrática de la OEA suscrita por todos nuestros países, incluye una
disposición que establece que un gobierno electo democráticamente
puede perder legitimidad, si durante su gestión se aparta de los
preceptos constitucionales que se comprometió a respetar. Los
británicos y otros, cuyos países se rigen bajo un sistema
parlamentario, saben muy bien como la voluntad del pueblo cambia
gobiernos cuando los considera inapropiados y, en la mayoría de esos
casos, ni siquiera se trata de que esos gobiernos hayan violado
disposiciones constitucionales. Estas trasgresiones, ocurrieron en el
caso de un presidente de los Estados Unidos, que fue obligado a
renunciar por haberle mentido a sus ciudadanos. Si aquí pudiéramos
aplicar ese mismo criterio para salir de nuestro presidente, no
estaríamos en la peligrosa situación socio-política de hoy.
TERCERA PÍLDORA: LA RADICALIZACION DEL PROCESO
Ya no hay marcha atrás, ni para el gobierno ni para la oposición. Aquí
vamos directamente a un caos social. Ya el domingo 22/12/02, esbocé
los Escenarios del desastre. La única manera de posponer el inevitable
enfrentamiento, es si el gobierno acepta convocar a unas elecciones
adelantadas en el primer trimestre del 2003. Por renuncia del
presidente, por la aprobación de una Enmienda Constitucional que
recorte el período presidencial o por la convocatoria a una Asamblea
Nacional Constituyente.
Para prepararse para una inevitable transición, la oposición debería
tener ya seleccionado un presidente y un gabinete que gobernarían
provisionalmente, independientemente del tiempo por el cual fuese
seleccionado el presidente. El compromiso político sería para gobernar
por un año dentro del cual, la primera acción inmediata que tomaría el
presidente, sería la convocatoria a una Asamblea nacional
Constituyente. Este mecanismo post-electoral servirá para reconstruir
institucionalmente al país y liberarnos de una vez por todas de
asaltos al sistema democrático por algún iluminado de turno.
¿Hasta cuándo nos vamos a auto-engañar, sobre la posibilidad de
corregir la desarticulación institucional que hoy padecemos, mediante
un simple acto electoral?. Aquí se necesita cirugía profunda. Ni el
Tribunal Supremo de Justicia, ni el Fiscal, ni el Contralor, ni el
Defensor del Pueblo, ni el CNE, fueron designados bajo las normas que
el mismo chavismo impuso en una Constitución, hecha a la medida de su
ambición de poder.
No podemos nombrar a un presidente para que conviva con instituciones
ilegitimas y desacreditadas por una conducta sumisa ante el poder
ejecutivo y por el abandono de su obligación de servirle de pesos y
contrapesos al sistema.
¿Quiere decir lo anterior que, estoy recomendando la exclusión del
chavismo de cualquier nuevo gobierno?. La respuesta es inequívocamente
“si”. Óigase bien. Cuando digo chavismo, me refiero a ese pensamiento
político presidencial que desprecia a las instituciones, cuya meta es
la destrucción del sistema democrático como lo conocemos hoy y su
sustitución por un gobierno autoritario y represivo en nombre de un
intento por lograr una supuesta felicidad del pueblo y el rescate de
los excluidos. Con ese pensamiento, no se puede negociar. Si se hace
-como he dicho más de una vez- será solo para posicionarnos mejor para
el próximo combate.
Sin embargo, los que hoy acompañan a este gobierno, sin haberse dado
cuenta de sus verdaderos propósitos, que luchan por erradicar la
pobreza y por una sociedad más justa y que creen que “eso” se puede
hacer dentro del sistema democrático serán –por supuesto- no solo
bienvenidos, sino solicitados.
CUARTA PÍLDORA: PDVSA INDESTRUCTIBLE
Voy a hacer una pregunta retórica. ¿Adónde quiere llevar el presidente
Chávez a PDVSA?. La respuesta es, a su total destrucción como empresa
profesional y mercantil para convertirla en un apéndice operativo del
proyecto político del Estado.
Este gobierno ha hecho todo lo posible por cambiar a la PDVSA que
conocemos por más de 20 años. Veamos:
- En su campaña electoral, Chávez desprestigió a PDVSA, a sus gerentes
y apuntó a la necesidad de “subordinar” a PDVSA al Estado.
- Nombró como su primer presidente a Roberto Mandinni, mientras
Cialvaldini le hacía la guerra dentro de la Junta Directiva. Luego
nombró presidente de PDVSA a Cialvaldini (el seleccionado desde el
principio) y empezó en serio la destrucción de PDVSA, por arriba y por
abajo. Cialvaldini obligó a la renuncia, a las jubilaciones tempranas
y además despidió a un excelente grupo de gerentes que todavía tenían
mucho que darle a la empresa. Por abajo, quiso crear un sindicato
oficialista, que fue estrepitosamente derrotado por los trabajadores y
por Carlos Ortega, lo cual provocó su salida del cargo. El General
Lameda, pasó por PDVSA como un gerente comprensivo de las tensiones
que se habían desatado en la Organización. No quiso ser instrumento de
la destrucción de la empresa y Chávez lo sacó sin contemplaciones. Al
salir Lameda, Chávez apuró su intento de destruir a PDVSA, nombrando a
Gastón Parra como presidente y a Carlos Mendoza Potellá en su
directiva. Incorporó –además- a su Junta Directiva a gerentes de la
empresa –afectos a su causa- que estaban a años luz de poder ser
considerados para esos cargos. Esto provocó una reacción de los
petroleros, la cual aunada a la protesta popular contra el gobierno,
culminó en los sucesos del 11 de Abril, la salida de esa directiva y
el regreso de los gerentes que habían sido despedidos públicamente en
televisión por Chávez. El quinto presidente de PDVSA fue Alí
Rodríguez, con experiencia en la parte pública del petróleo (Congreso
Nacional, Ministerio de Energía y Minas y Secretariado General de la
OPEP). Pero sin conocimientos operativos. Para mí, Alí era la mejor
selección para el cargo que podía esperarse de este gobierno. Pensé
que podría presidir sobre una transición entre este régimen y otro,
sin mayores traumas. No lo vi como el director de la represión.
Obviamente me equivoqué.
Este Paro Cívico fue inducido –en lo petrolero- por el gobierno, con
la intención de terminar el trabajo que inició con Cialvaldini y no
pudo rematar con Parra.
La industria petrolera está prácticamente paralizada. El gobierno
pensó que mediante el despido de más de 100 gerentes para ser
reemplazados por personas de niveles inferiores y con técnicos
extranjeros, pondría a funcionar a PDVSA en breve plazo. Déjenme
decirles algo. Si mañana, todos los trabajadores petroleros y todos
los gerentes, incluyendo a los despedidos, regresaran a trabajar con
entusiasmo, devolverle a la empresa su normalidad operativa, tomará
por lo menos un mes... y cuidado si bastante más.
Pero, en el intento de destruir a PDVSA y en los infantiles y costosos
esfuerzos por ponerla a funcionar con improvisados, no se agota el
problema. Este gobierno ha tomado decisiones sumamente cuestionables
en cuanto al otorgamiento de licencias para explotar la Plataforma
Deltana, y ha hecho estimaciones alegres sobre la magnitud de las
“primas” que los favorecidos en el reparto podrían aportar. No va a
ser así. Primero, porque las estimaciones técnicas sobre el valor que
tiene la Plataforma Deltana como negocio, son muy diferentes dentro de
las visiones del gobierno y las de las empresas internacionales.
Segundo, porque la amenaza de destruir a PDVSA es una mala noticia
para quienes han estado acostumbrados a negociar con una empresa
profesional, con la cual se puede emplear el lenguaje de los expertos.
A las grandes empresas transnacionales no les gusta asociarse con
“amateurs”. Si bien es cierto que, por ignorancia, pueden cederle más
de lo que sería comercialmente correcto, así también
–irresponsablemente- le pueden negar el cumplimiento de condiciones
acordadas. La ignorancia no tiene ni freno ni temor, y esa es una mala
combinación para ganarse la confianza de socios importantes.
Para PDVSA, el regreso va a ser cuesta arriba. No solo en lo
operativo, sino –lo más importante- en el rescate del alma de la
Organización, su cultura, el orgullo de pertenecer a una institución
exitosa. Será difícil armonizar la condición de empleado de una gran
empresa con el desempeño de responsabilidades ciudadanas, en un país
que requerirá el concurso de todos para levantarse de las cenizas en
las cuales los habrá hundido Chávez... si lo dejamos.
Un mito que hay que comenzar a desmontar es el que afirma que Chávez
ha sido un destructor exitoso de las instituciones nacionales.
¡Falso!. Se dijo que había destruido al estamento político y hoy
siguen vivos los políticos tradicionales y los nuevos emergentes. ¡Los
políticos no se dejaron!. Atacó a la Iglesia y allí están los obispos
produciendo pastorales en defensa de la democracia. ¡La Iglesia no se
dejó!. Se dijo que había destruido a Fedecámaras, a raíz de los
sucesos de abril y allí están los empresarios firmes en pie de lucha.
¡Fedecámaras no se dejó!. Pensó que, mediante un Referéndum amañado,
iba a destruir a la CTV y allí está Carlos Ortega, vivito y coleando.
¡La CTV no se dejó!. Un triste día, por televisión, intentó decapitar
a los representantes emblemáticos de nuestros movimientos culturales.
Ha debido ir al imponente encuentro del jueves 26/12/02 en el
Eurobuilding, donde quedó demostrado que ¡la cultura no se dejó!. Se
dice que ha destruido a la institución militar. Yo creo que esa
tampoco se va a dejar.
Y, para concluir, le sugiero, Sr. Presidente, que a esa larga lista de
frustraciones causadas por sus intentos fallidos de destrucción
institucional, no le agregue un nuevo fracaso. Sepa y entienda que
PDVSA ¡no se deja!.