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El
Universal
Caracas, viernes 29 de noviembre, 2002
OPINION
El secretario de la OEA y la paciencia
Maruja Tarre
Pedirnos paciencia a los venezolanos en este momento es bastante
difícil pues todos queremos salir cuanto antes de la pesadilla que
estamos viviendo. Sin embargo, yo creo que todos podemos aprender una
lección con el trabajo arduo, incomprendido y lento que está llevando
a cabo César Gaviria en Venezuela. Podríamos decir que ha ido más allá
de su papel de 'facilitador', tratando de escuchar con gran paciencia
las opiniones más variadas del país.
El secretario general de la OEA ha asumido el papel ingrato de ser
neutral en una nación en donde ya no tienen cabida las medias tintas,
tiene que ser lo más frío posible para ser aceptado por las dos
partes. En un clima de violencia y situaciones sorpresivas le es
imposible, por su mismo mandato, tomar partido.
Sin embargo y a pesar de las inmensas limitaciones que tiene su labor
de representante de todos los países miembros de la OEA, el doctor
Gaviria está actuando con discreción, eficiencia e incluso celeridad.
En los últimos días hemos visto un cambio significativo en la pésima
imagen que tenía a escala internacional la oposición venezolana y este
cambio se debe a los errores del Gobierno, la vocación democrática de
la oposición y también a la presencia de César Gaviria en nuestro
país. Al estar el secretario general instalado en Venezuela, tenemos
un testigo alerta e informado que representa a la comunidad
internacional. Un testigo que ha presenciado todas las últimas
tropelías del Gobierno, que ha logrado captar el sentir de los
venezolanos, que ha respirado las bombas lacrimógenas, que ha hablado
con los principales actores políticos del país.
Es indudable que también ha aprovechado la última Cumbre
Iberoamericana para informar discretamente a los presidentes de todo
el Hemisferio sobre nuestra realidad y de allí se deriva el frío
recibimiento que tuvo Chávez entre sus colegas y la ausencia absoluta
de contactos bilaterales durante la conferencia en Santo Domingo.
Pero a pesar del empeño muy especial que ha puesto Gaviria en
encontrar alguna vía negociada y electoral para nuestra crisis, estará
siempre limitado por las dudas y vacilaciones de los países miembros
de la organización continental.
Para todas las naciones vecinas ya es obvio el comportamiento errático
y autoritario de nuestro teniente coronel. Sin embargo tendrán muchas
dudas antes de pedir la aplicación de la Carta Democrática porque
todos y cada uno de los mandatarios latinoamericanos sienten temor
ante el contagio. No temen el 'efecto Altamira', difícil de repetir a
escala mundial, están temerosos de la falta de popularidad que agobia
a muchos de ellos y también ven quizás con cierto recelo el ejemplo de
un pueblo como el venezolano, que ha demostrado su rechazo absoluto a
las pretensiones hegemónicas de un aprendiz de dictador.
http://noticias.eluniversal.com/2002/11/29/29106EE.shtml