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Análisis
Las ocurrencias de Gaviria
Carlos Blanco
Chávez fue a Naciones Unidas y no se le ocurrió otra cosa que decir
allí que Gaviria estaba en Venezuela “a título personal”. Es decir, el
Secretario General de la OEA –según Hugo Rafael- ha estado instalado
en Venezuela por varios meses, dejando atrás otras obligaciones como
funcionario internacional, porque tuvo la ocurrencia de ir a
Venezuela, a sentarse en una Mesa de Negociación, debido a un impulso
interior, incontrolado, que lo llevó de paseo a Maiquetía y luego a
aterrizar en el Hotel Meliá a conversar interminablemente con doce
venezolanos, seis del gobierno y seis de la oposición.
El Presidente ha desconocido, en un acto de insólito atrevimiento, la
Resolución 833 de la OEA en la cual se le da un mandato formal a
Gaviria para el proceso de facilitación en Venezuela. Ha desconocido
que su gobierno, junto a la Coordinadora Democrática, no se dirigieron
a un colombiano que paseaba casualmente en Washington, sino al
Secretario General de la OEA, en funciones, para que interviniera en
la resolución del severo conflicto nacional.
Gaviria está en Venezuela cumpliendo una función oficial en la que se
han puesto de acuerdo los gobiernos de América, el gobierno de Chávez
y la oposición venezolana. De manera que cuando el Presidente
venezolano minimiza la función del Secretario General de la OEA, y
coloca su acción como una iniciativa “personal”, está claramente
obstaculizando la negociación, erosionando el status que había
convenido para el facilitador.
Chávez fue más lejos. Ha objetado de manera poco disimulada al Grupo
de Amigos acordado en Quito, poniendo obstáculos a la presencia de
EEUU y minimizando la importancia de los seis países que se
entendieron para el apoyo a Venezuela, pidiendo una ampliación del
Grupo con la finalidad de demorar la acción concreta de mediación.
Lo que evidencia esa actitud es que el régimen reconoce que
internacionalmente ya se ha comprendido el carácter autoritario del
gobierno revolucionario, se tiene un altísimo concepto de las luchas
que libran los venezolanos, se posee conciencia clara de la necesidad
del apoyo internacional para forzar la negociación y también que ya
pasó la época en que Chávez paseaba por los escenarios del mundo
anunciando un cambio revolucionario que –se ha descubierto- no es más
que una autocracia parlanchina.
Los manotones actuales del régimen contra la presión internacional son
una muestra de que no podrá desenredar la madeja que comienza a
apretarle el cuello si se niega a negociar. Lo que le están pidiendo
enérgicamente es que negocie. Tal vez no le quede más camino que
hacerlo.
cbgarcia@cantv.net