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El 
Universal,
Caracas, domingo 10 de noviembre, 2002
Entre la plaza y la mesa 
Juan M. Raffalli A. 
AL ESCRIBIR ESTA ENTREGA la protesta política en la plaza Altamira se 
mantiene en pie desde hace más 400 horas. Se ha convertido en un 
monumento a la resistencia y la verdad es que no podemos vivir con 
ella ni sin ella. Buscando la alegoría que mejor cuadra se nos ocurre 
identificarla con un buen asador en el que, al menos por ahora, si se 
aviva demasiado la llama se achicharra la carne y si se apaga nos la 
comeremos cruda. Curiosamente la plaza ha servido no sólo de peculiar 
y peligrosa expresión política que reúne a civiles y militares sin 
armas, sino que ha cumplido otro rol derivado de su asombrosa 
longevidad. Nos referimos a su papel de gran centro de catarsis para 
la oposición y al mismo tiempo medio de rescate de la vida ciudadana, 
ya que entre cafés, música y banderas la gente hace vida de plaza 
llegando al extremo de olvidar por momentos la angustia que nos agobia 
y el inútil drama político que nos consume. 
Allí mismo y en paralelo aparece la cuenta regresiva cuya expresión 
más palpable es la tarima modesta pero contundente que mantiene 
Primero Justicia y que ha puesto en jaque al régimen, con una jugada 
democrática y limpia apuntalada por la sociedad civil y los partidos 
políticos. La bicoca de 2.054.400 firmas consignadas ante el CNE 
venciendo a un malandraje 'incontrolable' no puede ser pasada por alto 
ni tapiada por estrategias judiciales ni por interpretaciones 
chiquitas y herméticas del texto constitucional. Así llegada esta 
noche clara del jueves y la escena ha quedado servida para instalar la 
mesa que el gobierno tuvo que asumir con el verdadero y legítimo 
nombre de Mesa de Negociaciones y Acuerdos. Cuánto éxito tendrá y 
cuánto tiempo durará, nadie puede asegurarlo. Quién sabe, a lo mejor 
al leer esta entrega la mesa murió al nacer y se esfumó con ella la 
esperanza de una salida pacífica y democrática a este momento aciago 
de nuestra historia. Mucho temo que a eso jugará el oficialismo para 
teñir de antidemocrática a la oposición, pero bastarán pocas sesiones 
para determinar con presencia internacional la verdadera vocación 
democrática del chavismo. Precisamente por eso, con o sin éxito, la 
mesa es un trámite democrático cuyo agotamiento siempre fue 
indispensable por conveniencia política y por imperativo de la 
racionalidad. 
Así las cosas parece que llegamos al llegadero. La última oportunidad 
para la paz. No hay más opciones, o jugamos limpio en una mesa en la 
que ganemos todos, o el fantasma del paro nunca indefinido, nos 
arrastrará hacia un país muy distinto. Presidente, usted, sus 
seguidores y todos nosotros, incluyendo nuestros hijos y hasta nietos, 
estamos atrapados entre la plaza y la mesa. La pelota está en el medio 
de la cancha no equivoque la jugada. Es tiempo de ser un verdadero 
soldado de la democracia y no aferrarse al poder por el poder mismo. 
Es tiempo de dar forma y fecha a la consulta electoral, si usted 
contribuye a ello, Dios y la patria se lo reconocerán, de lo contrario 
la historia y el dolor de todo un pueblo se lo reclamará. 
http://archivo.eluniversal.com/2002/11/10/OPI6.shtml