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OPINION: DANDO UNA OPORTUNIDAD A LA PAZ
Vilma Petrásh
A pesar de nuestra larga tradición democrática y nuestro consecuente
apego a una noción difusa pero enraizada de la democracia
representativa como la mejor forma de gobierno, los venezolanos no
contamos hoy con instituciones medianamente independientes, y mucho
menos transparentes y confiables para dirimir civilistamente los
conflictos ideológico-políticos, y para superar las fisuras sociales
reales pero gubernamentalmente exacerbadas que hoy sacuden a nuestra
sociedad. De allí que pese a la renuencia inicial del gobierno en
aceptar la presencia de la OEA, el involucramiento del Secretario
General de esa organización haya devenido condición sine que non para
buscar una solución electoral perentoria y democráticamente sostenible
a la severa ingobernabilidad que recorre al país. Cabe aquí recordar
el papel jugado de manera sutil pero efectiva por ciertos sectores de
la compleja y atomizada política estadounidense como los tres
congresistas que en mayo visitaron el país, los cuales ante la
renuencia del inefable Teniente Coronel a aceptar la presencia de la
OEA en la honda crisis socio-política venezolana, le propusieron como
“segunda opción”, la presencia facilitadora de una ONG promotora de
procesos de paz de prestigio mundial como el Centro Carter. Centro
este que luego, coadyuvado por la pertinaz presión de una oposición
democrática convencida de la esencialidad de involucrar a la OEA,
lograría conformar un Grupo de Trabajo Tripartito –formado por el
Centro Carter, el PNUD y la propia OEA-- en el cual asumiría
gradualmente un papel protagónico el organismo interamericano.
No es de extrañar que una vez asumido su rol pivote como parte
facilitadora esencial en la muy tensa situación venezolana, el
Secretario de la OEA haya procurado desplegar una conducta imparcial
frente a las partes enfrentadas. De allí que al tiempo que reconociera
en algunos de sus informes y comunicados el origen formalmente
legítimo del gobierno de Hugo Chávez, el Dr. Gaviria también se
apresurara a develar en varios de éstos un desempeño democrático tan
deficiente por parte del gobierno venezolano --expresado en rasgos
como centralismo, personalismo, militarismo y prácticas políticas
intimidatorias y excluyentes-- que ha desembocado en una sociedad
peligrosamente movilizada y cuasi-desbordada. Asimismo, el Dr. Gaviria
parece haber reconocido que las amenazas que hoy se ciernen sobre la
democracia venezolana son a todas luces más variadas e intensas que
las afrontadas por la sociedad peruana durante los últimos años del
régimen fujimorista. Amenazas entre las que se hallan la legitimación
constitucional y fáctica de la deliberación de los militares y la
perenne instigación al racismo y al odio de clases por parte de los
más altos personeros de este inconstitucional “proceso
revolucionario”, las cuales al combinarse con profundos déficits
institucionales y liderazgos políticos aún frágiles han colocado al
país al borde de situaciones mucho más violentas y prolongadas que las
enfrentadas el 11de abril.
Más allá de las falaces especulaciones que reducen a Gaviria a mero
ejecutor de las políticas de Washington, que aluden con asombrosa
alevosía un presunto agradecimiento suyo al Teniente Coronel Chávez
por coadyuvar a la liberación de su hermano durante un secuestro
ocurrido en 1996 (cuando aquel recién salía de la carcel), o que
señalan una presunta búsqueda suya del voto venezolano a un tercer
período como Secretario General (reelección legalmente imposible,
según el artículo 108 de la Carta de la OEA), lo cierto es que César
Gaviria parece tener un genuino interés –institucional y personal-- en
contribuir a resolver de manera pacífica y democrática la grave crisis
política venezolana. Su extenso y consistente liderazgo en el ámbito
interamericano evidenciado en la gestación durante el decenio de los
90 de la “nueva OEA”, su valiosa y densa trayectoria política en un
país como Colombia inmerso durante más de cuatro décadas en un
desgarrador conflicto interno, y su aparente compromiso particular con
la supervivencia de la muy amenazada democracia venezolana convierten
a César Gaviria en facilitador de primer orden en la negociación y
construcción de acuerdos que recién emprendieron las doce personas
designadas a tal fin por el gobierno y de la oposición democrática de
Venezuela.
Haremos pues a partir de hoy desde El Gusano de Luz un seguimiento
acucioso, tenaz, crítico pero ante todo genuinamente venezolanista a
las discusiones que emprenderán estas doce personas, pues sobre ellas
descansa hoy –serenidad, vocación democrática y OEA mediantes-- la
restauración de la paz y la recuperación de la democracia y el estado
de derecho, sobre las bases de justicia, solidaridad, tolerancia y
auténtico espíritu integrador que anhelan el grueso de los
venezolanos. Esperemos que cada una de ellas esté a la altura de la
responsabilidad histórica que la Venezuela policlasista y democrática
les ha asignado y del compromiso ético con el país que se espera de
ellas. Y en cuanto a nosotros, los ciudadanos en ejercicio que hemos
sido protagonistas y no pocas veces víctimas directas e indirectas a
lo largo de esta gesta heroica que desde hace más de un año libramos
por combatir el militarismo mesiánico e inescrupulosamente populista
que amenaza con barrer de una vez por todas nuestra paz democrática,
demos todos una genuina oportunidad a la paz e instemos a nuestros
adversarios –mucho de los cuales, independientemente de ciertas
posturas políticas, son demócratas como nosotros-- a proceder de la
misma manera...Recordemos aquí –como bien lo señalara hace ya varias
décadas el fenecido Senador estadounidenseWilliam Fulbright—que la
democracia no es una forma natural de gobierno sino que es producto de
un gran esfuerzo humano, pues siendo el hombre un ser bueno en
potencia también es una bestia en potencia. Si queremos rescatar
nuestra democracia sobre bases sostenibles en lo político y en lo
ético, evitemos entonces que asuma abiertamente el control la bestia
autoritaria que desde hace más de una década mora en y entre nosotros,
y que busca destruir el alma maravillosamente mestiza y plural de
nuestra nación... Tomemos pues con audacia y prudencia el camino
estrecho pero impostergable de la paz....
http://www.gusanodelaluz.com/www/articulos.asp?id=1067