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La inteligencia
acorrala a la barbarie (Martes 12/11/02)
Angel Rivero
En el segundo día
de debates en la Mesa de Negociaciones y Acuerdos, el sector oficial
insiste en colocarse los patines de la dilación para descentrar el
tema del referendo, mientras consigue una salida que le permita tomar
la iniciativa. También por segundo día el sector chavista da muestras
del bajo nivel de discusión de sus interlocutores, cuya voces
cantantes la llevaron Aristóbulo Istúriz y Nicolás Maduro, mientras
que la presencia de José Vicente Rangel, apenas se hizo sentir.
El peso de los dos millones de firmas que respaldan la consulta
electoral para que el presidente Chávez salga del poder, dejó sin
distancia al sector chavista, que centró su ataque contra la
Coordinadora Democrática mediante descalificaciones y acusaciones
infundadas, para eludir el malestar de los incordios de la voluntad
popular que grita Chávez vete ya.
Ante estos ataque desordenados, la táctica de la oposición se mantiene
fiel a la estrategia establecida: no caer en la discusión del tema de
la violencia y dejar que sean las imágenes de la toma de la Alcaldía
Metropolitana, la agresión al Alcalde Alfredo Peña, la persona muerta
y los 20 heridas de bala en los disturbios del centro de la ciudad,
los agravantes que están a la vista para determinar quienes promueven
y estimulan la violencia. Imágenes que debe ver también el doctor
César Gaviria.
Según Américo Martín, el representante de las organizaciones no
gubernamentales, “Necesitamos darle una respuesta al pueblo venezolano
acerca de la consulta electoral, para ver si se sustituye la violencia
y las pasiones por el arma del voto”. Esgrime como ejemplo las
experiencias de países como Nicaragua, El Salvador y Yugoslavia, que
estaban en guerra y salieron de ella a través de la consulta popular y
hoy en día desaparecieron de las primeras planas de la prensa. Signo
evidente de que han recuperado su normalidad institucional en el marco
del pluralismo democrático.
Américo fue enfático al anunciar que “en Venezuela no tenemos
necesidad de llegar a una guerra para aplicar rápidamente el
instrumento electoral. Lo que estamos planteando está movido por el
sincero deseo de desarmar los espíritus para poner en las manos de
cada quien, no un arma sino un voto, de modo que podamos encontrar en
la democracia, las salidas que tienen las crisis políticas y las
pasiones enfrentadas”. ¿Podrá decir lo mismo el sector oficial?
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