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Palabras del Sub Secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Peter DeShazo ante la Cámara Venezolana Americana de Industria y Comercio

Jueves 22 de enero de 2004

Es un gran placer estar aquí con ustedes hoy. Me gustaría tomar un momento para elogiar sus esfuerzos por promover una relación industrial y comercial más profunda y variada con los Estados Unidos. Y les agradezco la oportunidad de compartir algunos pensamientos sobre los objetivos de los Estados Unidos para el Hemisferio.

La semana pasada, los dirigentes democráticamente electos del Hemisferio Occidental se reunieron para apoyar una agenda concreta para el progreso en la lucha contra la corrupción, el estímulo al crecimiento económico y el mejoramiento de la salud y la educación. Estos objetivos se relacionan directamente con los tres objetivos de los Estados Unidos para el desarrollo de los pueblos de Latinoamérica y el Caribe:

1) lograr que la democracia sirva mejor a todos los ciudadanos.

2) generar un crecimiento económico de amplia base mediante políticas económicas sanas y una mayor libertad comercial;

3) invertir en el bienestar de las personas de todos los sectores de la sociedad.

Aparte de ser nuestras prioridades, son también prioridades de todo el Hemisferio. El fortalecimiento de la democracia y el combate contra la corrupción, la generación de crecimiento y la reducción de la pobreza, y la inversión en las personas, son objetivos consagrados en la Declaración de Nuevo León firmada por los dirigentes del Hemisferio en la reciente Cumbre Extraordinaria de las Américas que tuvo lugar en Monterrey, México entre el 12 y 13 de enero.

Creemos que la democracia es un elemento esencial para lograr un hemisferio seguro y estable que siente las bases para el bienestar de todos los ciudadanos de las Américas.

Hacemos hincapié tanto en el crecimiento y el bienestar económico como en la democracia, porque sabemos que un creciente nivel de vida representa, para la gran mayoría, la medida del éxito de un gobierno. La democracia no prosperará, y nuestra relación con América Latina y el Caribe no se fortalecerá, a menos que todos los pueblos del hemisferio observen mejoras tangibles en su vida cotidiana.

Por esa razón, nos preocupa profundamente el alarmante nivel de la pobreza en la región.

La Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) calcula que unos 227 millones de personas en América Latina y el Caribe (más del 44% de la población) viven por debajo del nivel de la pobreza. Tal vez lo más trágico de esta situación sea que, pese a que el índice de pobreza ha aumentado y disminuido en años recientes, éste se encuentra, en este momento, en casi el mismo nivel de 1997. Esta situación es inaceptable, y queremos trabajar con la región para cambiarla.

Estamos profundamente convencidos de que la manera de atacar la pobreza es por medio del crecimiento económico - de un crecimiento sostenido, cuyos beneficios se distribuyan a toda la sociedad. Este es un aspecto clave de nuestra política exterior hacia la región.

Los últimos años han sido decepcionantes en lo que se refiere al crecimiento. El producto interno bruto combinado para Latino América y el Caribe cayó a medio punto porcentual en 2002 y el crecimiento en 2003 fue de alrededor 1,5 por ciento. Lo bueno es que la región ya está claramente en un período de recuperación y diversos observadores independientes calculan que para 2004 la cifra se ubicará entre el 3 o 4 por ciento.

Esta buena noticia se debe en parte, a una combinación de factores externos, incluyendo el mayor crecimiento en los Estados Unidos y la elevación de los precios de los productos básicos. Lo más importante, sin embargo, es la dedicación de la mayoría de los líderes de la región a políticas domésticas acertadas que atraen a la inversión privada.

Esto me trae a uno de los puntos clave que quiero resaltar hoy: la mayoría de los gobiernos de la región ha adoptado políticas macroeconómicas acertadas y continúan avanzando en la senda de las reformas económicas basadas en el mercado, que son fundamentales para el crecimiento sostenido. La continuación y profundización de estas reformas merecen fuerte apoyo.

Contrariamente a lo que algunos críticos afirman, las crisis económicas y las dificultades a las que se han enfrentado muchos países de la región en años recientes NO son el resultado de políticas de mercado. Aún más, diría que las causas fundamentales de las dificultades de la región son mucho más políticas en su naturaleza que económicas - que las crisis económicas son derivadas en gran medida de reformas incompletas y de distorsiones en las políticas aplicadas por gobiernos que exacerbaron los problemas fundamentales de sus economías. Un examen de la teoría económica y la experiencia histórica muestra que las economías florecientes se construyen sobre políticas económicas coherentes basadas en el mercado, en el respeto por el estado de derecho, en gobiernos eficientes, honestos y responsables, y en inversiones acertadas en la capacitación humana. La solución al malestar económico de los años recientes NO es volver a las políticas del estatismo, claramente fracasadas, sino ampliar las reformas basadas en el mercado y complementarlas con una mejor administración y con más inversiones en la salud y educación. Los Estados Unidos creen que la promoción de una mayor libertad comercial es un instrumento fundamental para ayudar a los países a alcanzar un crecimiento de base amplia. Los flujos financieros del sector privado - tales como el comercio, las inversiones y remesas - son fuerzas poderosísimas en el hemisferio, y debemos canalizarlas hacia los usos más productivos.

De todas estas corrientes, la del comercio es la más fuerte. En 2002, el total del comercio exterior de los Estados Unidos (exportaciones más importaciones) con América Latina y el Caribe fue de unos U$ trescientos cincuenta mil millones. El valor de la inversión directa estadounidense (calculado según el costo de origen) fue de más de U$ doscientos setenta mil millones. Las remesas que los inmigrantes enviaron de los Estados Unidos a sus familias en América Latina y el Caribe sumaron más de US veinticinco mil millones.

Calculamos que para 2003 esas cifras serán bastante más elevadas. Sabemos que para los diez primeros meses de 2003 nuestro comercio exterior total ya excedía los US trescientos tres mil millones.

Estas cifras superan con creces los intercambios de gobierno a gobierno. Por ejemplo, la ayuda oficial bilateral a América Latina y el Caribe ascendió a unos U$ un mil millones en el año fiscal 2003. Se calcula que el total de la ayuda oficial de todas las fuentes bilaterales y multilaterales es de alrededor de U$ doce mil millones.

Seguimos comprometidos con la liberalización del comercio a nivel mundial por medio de la Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio y de los acuerdos regionales y bilaterales.

El 1 de enero, los Estados Unidos y Chile comenzaron a aplicar el Tratado de Libre Comercio entre los dos países. Acabamos de concluir las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio entre los Estados Unidos y Centroamérica (CAFTA, por sus siglas en inglés) con El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Acabamos de abrir las negociaciones con la República Dominicana con miras a su adhesión a ese acuerdo.

También estamos en conversaciones con Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá y Perú, para la posible negociación de otros tratados de libre comercio. Seguiremos esforzándonos por concluir en enero de 2005 las negociaciones del amplio acuerdo del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Como el presidente Bush expresó en Monterrey: "En el largo plazo, el comercio es el camino más seguro hacia una prosperidad sostenida. La apertura de nuestro mercado es motor fundamental de crecimiento en la región y una prueba de la creencia de los Estados Unidos en los beneficios mutuos del comercio."

Debo agregar que estos futuros acuerdos se basan en fuertes lazos comerciales ya existentes, incluido el acceso preferencial, libre de aranceles, a nuestro mercado, que ofrecemos a los países de todo el mundo en vías de desarrollo mediante nuestro Sistema Generalizado de Preferencias, a Centroamérica y el Caribe mediante la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, y a los países andinos mediante el programa de Preferencias Comerciales Andinas.

También animamos a los países a "invertir en la gente", para que todos los sectores de la sociedad puedan gozar de las oportunidades económicas que les correspondan y mejorar su calidad de vida. Las políticas sociales del hemisferio deben ir más allá de los programas a corto plazo de estirpe estadista, que resultan insostenibles, y generar un crecimiento con equidad en el cual todos los ciudadanos obtengan beneficios de la economía. Creemos que los gobiernos deben hacer uso de los recursos generados por el crecimiento para realizar inversiones sociales sostenidas en salud, nutrición, sanidad básica y seguridad personal.

La educación es otro aspecto clave de la reforma. Es esencial contar con una mejor preparación para los empleos del siglo XXI, si el hemisferio ha de alcanzar la prosperidad económica que busca y merece. Pero en la actualidad, casi la mitad de los estudiantes de la región que ingresan en la escuela básica no llega al quinto grado, y sólo el 30 por ciento termina la educación secundaria. En pruebas internacionales de rendimiento escolar, incluso los mejores sistemas de educación de la región se encuentran dentro de un nivel inferior. Las esperanzas de democracia y prosperidad en el hemisferio dependen en gran medida del acceso a una educación de calidad para los hijos de las familias pobres, del campo y las ciudades, y para niñas igual que niños.

Nuestro hemisferio ha avanzado muchísimo hacia la democracia en los últimos 20 años.

Hoy, los dirigentes de 34 de los 35 países del hemisferio son elegidos. A través de su participación en la Cumbre de las Américas, la región comparte explícitamente un compromiso con la democracia y el libre mercado.

No obstante, en diferentes lugares se está poniendo a prueba este compromiso compartido. No es necesario que les hable sobre los desafíos que atraviesa su propio país.

La crisis política en Venezuela ha generado una gran preocupación en el hemisferio. Los Estados Unidos y nuestros colegas en la OEA y el Grupo de Amigos continuarán trabajando juntos para apoyar una "solución constitucional, pacífica, democrática y electoral" al impase, tal y como se expresa en la Resolución 833 del Consejo Permanente de la OEA.

El pueblo de Venezuela demostró un espíritu cívico admirable durante las dos recolecciones de firmas en noviembre pasado, enfatizando así el tradicional compromiso de los venezolanos con el ejercicio de los derechos políticos de una manera pacífica y responsable. La Carta Democrática Interamericana expresa que los pueblos de las Américas tienen el derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla. En la Cumbre Extraordinaria de las Américas en Monterrey, el presidente Bush se refirió a esta unidad hemisférica en apoyo a la democracia y a los procesos constitucionales, expresando que esta unidad le da esperanza a quienes luchan para preservar sus derechos, incluyendo a los venezolanos.

Mientras el actual proceso político siga su curso en Venezuela, es crucial que las decisiones del Consejo Nacional Electoral sean respetadas por todas las partes. No obstante, así como lo subraya la Carta Democrática Interamericana, es responsabilidad de los gobiernos garantizar que las normas y reglas constitucionales sean aplicadas con justicia. Instituciones robustas e independientes y el respeto al estado de derecho son las piedras angulares de las democracias fuertes y ayudan a allanar el camino hacia la reconciliación en Venezuela.

Esta mañana me reuní con miembros del equipo de la OEA y del Centro Carter que están observando el proceso de verificación de firmas y cuya labora valoramos mucho. Los pueblos de las Américas quieren más democracia, no menos. Esperan que sus gobiernos los escuchen y desean participar en los beneficios de la reforma. Estas expectativas han generado tensiones en todas partes, y algunos países confrontan crisis políticas e inestabilidad económica.

Son muchos los obstáculos en el camino hacia la democracia plena. La eficacia, la honradez y la rendición de cuentas por parte de las instituciones de gobierno son elementos básicos para formar democracias fuertes y economías prósperas. El Banco Mundial considera que la corrupción es "el principal obstáculo para alcanzar el desarrollo económico y social", y calcula que ésta reduce la tasa de crecimiento entre el 0,5 y el uno por ciento anual.

Además de reducir mucho la corrupción, una democracia auténtica y fuerte requiere sistemas electorales confiables, legislaturas eficaces, un sistema judicial independiente y fuerzas armadas que respeten su función en una sociedad democrática, así como contrapesos entre los poderes del gobierno para prevenir los abusos de poder. También se necesita una sociedad civil activa y en buen orden, incluyendo medios de comunicación profesionales y objetivos, así como partidos políticos que sean representativos del pueblo, transparentes y de principios firmes. Los Estados Unidos animan a los países a fortalecer estas instituciones porque son la mejor garantía de que se respeten los derechos humanos y se aborde la insatisfacción popular antes de que ésta se convierta en crisis. Estas cualidades también contribuyen en medida importante a atraer las inversiones y promover el crecimiento.

Cultivar una auténtica alianza continental y movilizar a su población es ahora más importante que nunca. Para ello, los dirigentes de las 34 democracias del hemisferio se han reunido en tres Cumbres de las Américas (Miami en 1994, Santiago en 1998 y Quebec en 2001), así como hace apenas unas semanas en una Cumbre Extraordinaria en Monterrey. En mayo de 2005 se celebrará en Buenos Aires otra Cumbre, ya programada.

Los dirigentes de los países democráticos del hemisferio han empleado estas reuniones cumbre para consultarse mutuamente y aplicar su influencia política a un programa a la vez visionario y detallado de iniciativas que adelanten sus intereses comunes.

Representantes de los 34 gobiernos también se reúnen varias veces al año para que las iniciativas de la Cumbre sigan avanzando.

En la Cumbre Especial de Monterrey, los dirigentes coincidieron en medidas específicas para promover la democracia, alentar el crecimiento e invertir en la gente.

1) A fin de apoyar la democracia e intensificar la lucha contra la corrupción, convinieron en: fortalecer una "cultura de la transparencia" en las Américas, especialmente en la gestión financiera pública y las compras del sector público; no dar refugio a los funcionarios corruptos, a los que los corrompan y a sus bienes; y celebrar consultas si la adhesión a los objetivos en favor de la transparencia y en contra de la corrupción se ve seriamente comprometida en alguno de los países participantes en la Cumbre.

2) A fin de fomentar el crecimiento y reducir la pobreza, los dirigentes convinieron en: reducir el tiempo y costo de establecer una empresa y fortalecer el derecho a la propiedad, antes de la próxima Cumbre; apoyar el programa del BID de triplicar el crédito a las pequeñas y medianas empresas, para el año 2007; reducir, como mínimo a la mitad, el costo de las remesas particulares, para 2008; y apoyar la conclusión de las negociaciones del ALCA para la fecha prevista.

3) A fin de mejorar la salud y la educación, los dirigentes convinieron en: · prestar asistencia médica a todos los pacientes de VIH/SIDA que la necesiten, incluidos por lo menos 600.000 de ellos para 2005; y · mejorar la calidad de la educación, dando a conocer informes sobre el rendimiento de las escuelas para la cumbre de 2005.

En resumen, el multilateralismo funciona en las Américas, tanto mediante el mecanismo de reuniones cumbre como por las numerosas instituciones que ya existen, especialmente, la Organización de los Estados Americanos. Este sistema interamericano ha creado comisiones orientadas a la acción y de tratados vinculantes por los cuales los países de las Américas se comprometen a cooperar por medios prácticos en la lucha contra las drogas ilegales, tráfico de estupefacientes, la prevención del terrorismo, la eliminación de la corrupción, la defensa de los derechos humanos y la democracia, y la promoción del desarrollo y las políticas económicas acertadas.

El hemisferio se enfrenta a multitud de problemas, algunos de hondas raíces, cuya solución exige esfuerzos sostenidos. Pero las soluciones son posibles. Para llegar a ellas es necesario no sólo el compromiso político y la cooperación internacional, sino también la disposición a canalizar recursos locales con un enfoque claro para satisfacer necesidades comunes. Una comunidad interamericana próspera y democrática está muy a nuestro alcance. Muchas gracias.

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