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The Washington Post
Alivio en Venezuela más allá del voto
Especial para washingtonpost.com
Friday, November 15, 2002; 12:12 PM
Los venezolanos han coincidido en darle el nombre de "salida
electoral" -- una solución legal, a mitad de camino, que podría
representar un ordenado final para la crisis política que plaga a su
país mediante la revocación del mandato del presidente
democráticamente electo.
Pero ahora que líderes del gobierno y la oposición de ese país han
comenzado oficialmente a negociar ese proceso, la esperanza de
observadores en Washington es que la urgencia de las circunstancias no
los limite simplemente a eso: a negociar una salida sin entrada.
La pregunta ahora es: ¿Cómo hacer del voto por una "salida electoral"
algo más que una distracción momentánea en el tortuoso proceso de
forjar una democracia más completa? Independientemente del resultado
del referendo, de cuándo se realice, ¿aceptará el lado perdedor los
resultados o, por el contrario, se creará un ambiente aún más volátil?
Este es un momento oportuno para recordar que la "democracia" en
América Latina en el siglo 21 significa más que sostener procesos
electorales. Una vez termine el conteo de votos, Venezuela todavía
tendrá que enfrentar los retos de construir una democracia.
Visto desde acá, el inicio de las negociaciones es un importante
avance para Venezuela. El Presidente Hugo Chávez y sus enemigos han
sometido al país a meses de excesos y confrontaciones. La polarización
condujo incluso a un efímero golpe de estado el 11 de abril, en que la
oposición pareció suprimir la democracia con el pretexto de
defenderla. El comienzo de las conversaciones es el más positivo
desarrollo en estos últimos siete meses.
Está facilitando las negociaciones, César Gaviria, el secretario
general de la Organización de Estados Americanos, cuyos 34 países
miembros reafirmaron el año pasado la importancia de la democracia y
sus componentes esenciales: separación de poderes, un sistema
pluralista de partidos, un estado de derecho, respeto por los derechos
humanos y más, según la Carta Democrática de la OEA.
En ese sentido, un traspaso de la banda presidencial puede parecer
imperioso pero quedarse peligrosamente corto en satisfacer las
expectativas. Alberto Fujimori en Perú, Jean-Bertrand Aristide en
Haití y, también, Hugo Chávez en Venezuela, fueron todos elegidos
popularmente. Pero en ninguno de esos casos la elección garantizó que
la democracia vendría consecuentemente después, una realidad igual de
válida para cualquiera de sus sucesores o reemplazos.
Por años Washington se vanaglorió de que el modelo democrático
estadounidense había arrasado con el autoritarismo y las dictaduras
del hemisferio y todos con excepción de un país eran democracias. Hoy,
en cambio, funcionarios de la administración Bush hablan de 34 países
con elecciones libres pero democracias imperfectas -- con creciente
desigualdad, pobreza y desconfianza.
Esta admisión en cierta forma reconoce que la democracia en el
hemisferio ha madurado más allá de los primeros pasos. Pero eso
significa que los próximos pasos son decisivos, especialmente para
Venezuela.
Venezuela es el único país del hemisferio donde lo que ahora se
negocia está constitucionalmente permitido. Y lo está precisamente
porque el propio Chávez llegó al poder convencido de que una
democracia representativa -- basada en elecciones -- no era
suficiente. El problema es que la constitución no requiere que la
oposición ofrezca alternativas en caso de que el electorado vote a
favor de revocarlo. Sin garantizar nuevo liderazgo, el referendo, en
vez de ser el próximo paso para consolidar la democracia podría
terminar siendo un salto al vacío.
La oposición venezolana dice saber que una elección es sólo un primer
paso. Pero algunos analistas en esta capital se preocupan de que en su
afán por convocar al referendo demasiado pronto la oposición podría
terminar con un electorado menos preparado y podría incluso asistir al
triunfo de Chávez y sus tácticas divisorias.
Christopher Sabatini de la organización National Endowment for
Democracy en esta capital, advirtió además sobre el preocupante
precedente que puede sentar para Venezuela y el resto del hemisferio
un intento por convertir las elecciones en herramienta única para la
resolución de conflictos como el venezolano.
Para entender mejor este conflicto, es necesario no solo tener en
cuenta el argumento por el cual Chávez debe irse del cargo a mitad de
camino, sino, aún más importante, las condiciones que lo llevaron al
cargo en primer lugar.
Los venezolanos estaban desilusionados con los partidos y los
políticos que habían elegido para representarlos, así que eligieron a
un independiente que ahora parece incapaz de cumplir las mejoras
económicas que prometió. Y aún así la única solución que se está
discutiendo es: convoquemos a otra elección.
Esa es la democracia en funcionamiento, arguyen algunos. Tal vez, pero
sólo en parte. La democracia podría trabajar mejor, y más completa y
eficazmente, cuando se le dé tiempo; cuando sea capaz de sobrevivir a
decepcionantes líderes, cuando las elecciones representen más el
comienzo de algo y no su final.
© 2002 Washington Post Newsweek Interactive
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