Discurso en el Paseo de Los Próceres

 

Hugo Chávez Frías

 

Caracas, 2 de febrero de 1999

 

¡Viva Venezuela! ¡Viva! ¡Viva el pueblo venezolano! ¡Viva! ¡Vivan los pueblos de la América Latina y el Caribe! ¡Que vivan los pueblos del mundo! ¡Viva!

 

Todo lo que va a ocurrir debajo del sol, tiene su hora. Eso lo dice el libro sagrado del Eclesiastés: «Todo lo que va a ocurrir debajo del sol tiene su hora». Hoy, 2 de febrero de 1999 ¡llegó la hora del pueblo de Venezuela! Hoy 2 de febrero de 1999 llegó la hora de la resurrección de la Patria de Simón Bolívar.

 

Constituyente habrá en Venezuela y nadie podrá evitarlo, porque esa es la voluntad del pueblo soberano de Venezuela. Hoy en horas del mediodía en el Palacio de Gobierno de Miraflores tuve el honor de conducir, de realizar el primer Consejo de Ministros del Gobierno Bolivariano que hoy comenzó en esta Venezuela de fines del siglo, y en ese primer acto de gobierno, en este primer Consejo de Ministros he firmado hoy el Decreto Presidencial llamando al pueblo a que se pronuncie si quiere o no quiere la Asamblea Nacional Constituyente.

 

Sabido es por todos, en esta tierra bolivariana, que en Venezuela desde hace tiempo ya entró en marcha, se puso en marcha un proceso revolucionario que lleva en sus entrañas el mismo signo aquel con el cual comenzó la gesta de Independencia por allá en 1810, en esta misma Caracas, en este valle de los indios Caracas. Por eso, compatriotas, he querido, a pesar de lo ajetreado de la agenda del día, a pesar de los actos oficiales del día de hoy en el Congreso Nacional esta mañana, casi al mediodía; en el Palacio de Miraflores, donde juramenté los ministros del Gabinete y firmé el Decreto del Referéndum; y luego el Panteón Nacional donde le rendimos tributo al Padre infinito de Venezuela, al genio de América, al alfarero de Repúblicas, Simón Bolívar; y luego la transmisión de mando del Ministerio de la Defensa de donde vengo en estos momentos, a pesar del día abarrotado de actividades, repleta Caracas de ilustres visitantes, presidentes de países amigos y hermanos, Primeros Ministros, Jefes de Gobiernos, misiones diplomáticas de todo el Continente y más allá del Atlántico, de otros continentes también. A pesar de todo eso, quisimos venir aquí, a este hermoso y majestuoso patio de honor de nuestra Academia Militar; quisimos venir aquí en este día memorable de la Patria, para rendirle tributos desde esta tribuna, al verdadero dueño de este proceso, al verdadero grandísimo héroe de este tiempo, que no es otro que el pueblo noble y heroico de Venezuela. El pueblo de Venezuela, queridos amigos, y especialmente a los Jefes de Estado aquí presentes con nosotros, Presidentes, Primeros Ministros, comenzando por el Secretario General de la Organización de Estados Americanos y los mandatarios y representantes de Curazao, de Santa Lucía, de Cuba, de Ecuador, de Aruba, que están aquí con nosotros y para quienes pido un reconocimiento de todo este pueblo nuestro de Bolívar; un reconocimiento que viene del alma y que va al alma de estos hombres y mujeres que aquí están con nosotros en este momento memorable de nuestra historia. Mil gracias por estar con nosotros. Han venido de lejos con su mensaje de afecto; han venido de lejos con el mensaje de sus pueblos hermanos y nosotros, lo menos que podemos hacer es regalarles nuestro corazón y enviarles nuestro afecto profundo, a través de ellos, a sus pueblos que luchan también, igual que el pueblo venezolano por su dignidad, por su libertad, por su reivindicación.

 

En esta noche de Caracas, con este viento que viene del Ávila y en este sitio tan especial para nosotros, y particularmente para mí, porque como ustedes saben compatriotas, fue en este mismo patio hace ya casi 28 años que yo recibí el sable de mando de Subteniente del Ejército, después de haber pasado cuatro años de formación aquí, en esta casa hermosa, en esta Academia Militar, en esta, como la llamamos «La Casa de los Sueños Azules». Así que, por múltiples y diversas razones, este patio guarda leyendas, recuerdos, sueños, compromisos, juramentos de patria y por eso, que mejor sitio que este para venir aquí a simbolizar hoy, civiles y militares, hombres y mujeres y niños de esta tierra, el nacimiento del nuevo tiempo venezolano, el nacimiento de la Venezuela nueva, el nacimiento de la Venezuela libre, de la Venezuela bolivariana que siempre hemos soñado.

 

Ahora, queridos amigos, debo decirles que hoy comienza para todos nosotros una tarea inmensa; una tarea gigantesca, se trata de que con estas manos, con estas mentes, con estos corazones, unidos todos, nosotros estamos llamados a salvar a Venezuela de este inmenso e inmundo pantano en que la hundieron 40 años de demagogia, de corrupción. Cuarenta años es demasiado para un pueblo, cuarenta años es demasiado para el pueblo venezolano. Ya basta, ahora yo como líder de la nación que quiero ser verdaderamente, como conductor de este pueblo le hago un llamado a todos ustedes, a todos los que están aquí en este patio, a todos los que puedan oír este mensaje, los que puedan verme desde sus casas, desde sus sitios de trabajo, desde sus sitios donde aman, donde lloran, donde ríen, donde esperan. Yo les llamo a todos, la tarea es de todos, que nadie se quede ahora rezagado, es el momento de sumar fuerzas de todo tipo para levantar a Venezuela, para reconstruir la Patria y para impulsarla con vigor hacia el próximo siglo que ya tenemos en el horizonte. Y nosotros tenemos cómo hacerlo, tenemos por supuesto cómo hacerlo, porque resulta que el pueblo venezolano no es un pueblo de cobardes, no, siempre lo he dicho: el pueblo venezolano no es un pueblo de apáticos, el pueblo venezolano no es un pueblo de corruptos, no.

 

Nosotros estamos hechos con un barro especial. En este mismo valle cuando habitaban aquí los bisabuelos de los bisabuelos de nuestros bisabuelos, los indios Caracas, los indios Caribe, que cruzaban el mar de las Antillas y que aquí echaron raíces y construyeron una civilización. Cuando eso ocurría en este mismo valle, había el orgullo de la raza que nosotros llevamos por dentro. Se oía a lo largo y ancho del Valle de Caracas aquel grito: «Ana karina rote» «auno comi toto paparoto mantero». El grito de los Caribes, el grito de los indios de nuestra raza que supieron defender con coraje y con valentía su dignidad. Y luego, un poco más acá en el tiempo histórico, en este mismo valle se forja una generación que cruzó los mares, que cruzó los ríos, que cruzó las montañas, que cruzó las selvas y las llanuras inundadas por el agua de los inviernos para llevar esa misma bandera libertaria desde las costas del Caribe hasta el Alto Perú, hasta el Cerro Condorcunca.

 

Nosotros somos un pueblo de libertadores y ahora tenemos que demostrarlo de nuevo ante la historia y ante el mundo entero. Por eso digo que tenemos cómo cumplir la tarea, tenemos la fuerza que traemos de siglos; tenemos el coraje acumulado de muchos a–os y ahora yo consciente de esa fuerza que tienen ustedes, que tenemos los venezolanos, convoco a que todos apliquemos de vigor nuestra fuerza para salvar la Patria, para reconstruirla, para que nazca de verdad una democracia amplia y sólida, para que en Venezuela florezcan las luces y la moral. Como decía Simón Bolívar en Angostura: «Moral y Luces son nuestras primeras necesidades». Moral y Luces son los polos de la República.

 

Hoy la palabra de Bolívar vuelve a recorrer los campos y las ciudades de Venezuela. Necesitamos Moral, necesitamos Luces, necesitamos unión para poder impulsar el motor de la Venezuela que queremos y para dejársela a nuestros hijos, a nuestros descendientes. Para que ellos no tengan que vivir estos años oscuros que nosotros hemos tenido que vivir; para que no pasen ellos por los dolores que nosotros hemos tenido que cruzar, para que haya en esta tierra -como diría Simón Bolívar- libertad, seguridad, felicidad para todos. Para que el pueblo venezolano recupere de verdad su nivel de vida y en ese esfuerzo desde hoy yo comprometo toda mi voluntad, como lo juró hace años: «no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma -juramento bolivariano- hasta que veamos rotas las cadenas que oprimen a nuestro pueblo: las cadenas del hambre, las cadenas de la miseria. Estamos llamados a hacerlo. Mi vida, comprometida está con este esfuerzo. Mi vida, en lo adelante, dedicada estará, como Presidente de Venezuela, como uno más de la batalla, como primer soldado de esta batalla, dedicada de lleno, todos los días y todas las noches, en la tarea hermosa que ustedes me han asignado. Porque, queridos amigos, yo estoy aquí, con esta banda tricolor en el pecho, y con esta majestad presidencial, no por mí mismo, no, yo soy producto de unas circunstancias; yo apenas soy, diría Bolívar, una débil paja arrastrado por el huracán revolucionario. Así lo decía Bolívar en Angostura. Yo estoy empujado por un huracán, hermoso huracán, huracán que construirá una Venezuela nueva, y ese huracán no es otro que el pueblo de Venezuela. Así que yo desde hoy me convierto en instrumento de ustedes; yo apenas soy y cumpliré el mandato que ustedes me han dado. Le pido a Dios que me siga dando cada día más coraje. Que me siga dando cada día mayores luces, mayor voluntad, que no me tiemble la mano, que no se me doble el alma para hacer lo que aquí tenemos que hacer. Yo cumpliré mi papel.

 

Prepárense ustedes para gobernar, porque la idea de la democracia, precisamente es esa idea según la cual es el pueblo el que gobierna. Lo diría Abraham Lincoln hace muchos años: «La democracia, gobierno del pueblo, gobierno por el pueblo y gobierno para el pueblo». Yo gobernaré Venezuela siguiendo el mandato del pueblo que es el auténtico y único dueño de la soberanía nacional. Los convoco entonces a todos, porque ciertamente, la degeneración política que hemos vivido en los últimos años ha producido una serie de antivalores que andan por toda Venezuela. ¡Ya basta! Yo les llamo a todos a que nos hagamos el mea culpa, porque si a ver vamos, todos somos culpables de algo, por acción o por omisión. No le echemos la culpa a los demás, aceptemos también nuestras propias culpas y digamos: «Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa». Pero a partir de hoy, rectifiquemos actitudes; a partir de hoy pongamos el alma y el corazón y la mente y la voluntad, al servicio del interés de la Nación y no al servicio de intereses personales, individuales o sectoriales o partidistas. No, aquí primero es el interés de Venezuela, el interés de la República y en último lugar el interés de una persona o de un partido o de un grupo.

 

Compatriotas, por razones de tiempo y de compromisos con nuestros invitados especiales que han venido de lejos, con los cuales tenemos dentro de pocos minutos otro compromiso más, yo no voy a extender mucho mi discurso, como casi siempre lo hago; sencillamente quise venir aquí, a esta concentración hermosa de pueblo con banderas, con sus niños, de soldados y de pueblo, para decirle al mundo, a nuestros visitantes, a lo que ellos dignamente representan, y al mundo entero, decirle, demostrarle que desde hoy, en lo adelante, en Venezuela habrá Patria; en Venezuela habrá unidad; para decirles que en Venezuela, en esta tierra, la cuna de Simón Bolívar, el Libertador, hemos comenzado a reconstruir el país, la Patria, la democracia, hemos comenzado con nuestro amor a construir el futuro de nuestros hijos. Y dentro de esa reconstrucción abogamos por la paz en el mundo. Abogamos por la libertad verdadera; abogamos por la integración de nuestros pueblos, el pueblo venezolano es un pueblo amante de la paz, es un pueblo alegre, es un pueblo caribeño y también andino y también amazónico, por lo tanto nosotros miramos al mar, miramos a las montañas y miramos a la selva. Y extendemos nuestros brazos a este mundo latinoamericano, a este mundo del Caribe, a nuestros hermanos de la cuenca del Caribe, de la cuenca Amazónica, de la fachada de Los Andes, de Centroamérica, de Norteamérica, para unirnos todos en función de la paz, de la verdadera libertad, del respeto mutuo entre los pueblos, del respeto a la autodeterminación de los pueblos, del respeto a la dignidad de nuestros pueblos, para que volvamos a ser lo que un día fuimos. Tal como lo dijo Bolívar, para nosotros la Patria es la América. Esta inmensa América nuestra, este inmenso nuevo mundo, hagamos votos a Dios y trabajemos aquí, cada uno en su pequeño espacio, para que el siglo XXI del Continente de los Latinoamericanos, de los caribeños, para que ese siglo XXI sea mucho mejor que el siglo XX que está terminando y de ello y para ello, dependerá mucho nuestra capacidad unitaria. Venezuela desde hoy se declara portaestandarte de la unidad de los pueblos de la América Latina y el Caribe. Venezuela desde hoy lanza de nuevo con fuerza a todo este Continente la idea bolivariana de una América unida, de unos pueblos integrados en su esperanza, en su lucha, en su futuro.

 

Queridos presidente y dignatarios que aquí están con nosotros en esta noche inolvidable, a nombre del pueblo venezolano, que ha resucitado de esta pesadilla, en la que durante décadas fue sumergido, a nombre de todos los hombres, a nombre de todas las mujeres, y también a nombre de los niños de Venezuela que luchamos por nuestra dignidad, yo les ruego que le lleven a sus pueblos un abrazo inmenso, infinito abrazo, de paz, de hermandad, de futuro, de optimismo y de esperanza. Y díganle que aquí hay un pueblo que volvió; hay un pueblo que volvió a levantar su bandera; representado aquí, en esta noche, en el patio de honor de nuestras escuelas militares, representado aquí, al lado del Indio Tiuna, representado aquí al pie del Ávila, en La Silla de Caracas, frente al Caribe, frente a Los Andes, frente al Macizo Guayanés, el pueblo inmenso y eterno de Bolívar ha resucitado de entre los muertos y aquí está, levantándose de nuevo ante el mundo para demostrar de lo que será capaz. El mundo entero se pondrá de pie para reconocer, para ver, para admirar de lo que es capaz el pueblo venezolano. Nosotros lo demostraremos. Estoy seguro que lo demostraremos, por nuestra dignidad, por nuestra historia, por nuestros hijos, por nuestra moral, por nuestra esperanza. Yo a ustedes les pertenezco, pueblo hermoso de Venezuela, porque amor con amor se paga, y yo no tengo más nada que darles, que amor, entrega, trabajo, mi vida entera se las regalo. Ustedes la merecen hermanos, que Dios nos acompañe por los caminos de Venezuela, de la América Latina, del Caribe y del Mundo, desde hoy Venezuela tiene Presidente y este Presidente será el primer soldado de la batalla. Un abrazo inmenso para todos y todas ustedes, hermanas, hermanos, hombres y mujeres de Venezuela.

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