DONDE ESTA Y CUAL ES EL LIMITE PARA LOS IMPUESTOS ?
Alexander Guerrero E (*)

Ese limite probablemente lo represente el tamaño del Estado y la adicción de los gobiernos a gastar. El axioma, que define un fenómeno simple, sin embargo, muchas veces no es comprendido. En ocasiones, y erróneamente, se piensa que la relación entre gasto publico y PIB, además de determinar el tamaño del Estado, se le arguyen explicaciones sobre la eficiencia y el volumen en los servicios públicos que corrientemente sirve el Estado. De allí, y por esta lectura ligera, se suele concluir, también erróneamente, que el gasto público en Venezuela, con relación al PIB se ha reducido comparativamente, dándose a entender que por ello, los gobiernos gastan menos, y que por lo tanto, es necesario incrementar la proporción del gasto publico respecto del PIB.

Una lectura más inteligente demuestra que por el contrario, la relación gasto publico / PIB tiene poco valor informativo en ese respecto; y que es posible que, aunque la relación del gasto publico / PIB haya disminuido, los gobiernos “gasten” mas, y que los servicios que presten sean de peor calidad. Vemos algunos detalles. Desde 1989 a la fecha se registra ciertamente una ligera reducción del gasto publico respecto del PIB; sin embargo, la presión tributaria expresada en un crecimiento considerable de los impuestos indirectos al consumo y a las ventas de 0% a 16.5 del ICSVM no parece “justificar” la sugerencia de una supuesta reducción del tamaño del Estado.

Si a ello se suman otros impuestos distorsionantes estatales y municipales, como peajes etc., los cuales, agregados a los ingresos fiscales producidos por la privatización de empresas publicas en el periodo, de unos 7000 mil millones de dólares, y otros tantos por el efecto fiscal de la apertura petrolera; además del impuesto inflacionario generado por una inflación acumulada en el periodo mencionado de 600% y los ingresos extraordinarios petroleros por mayores precios y mayor volumen de exportación, son evidentes las razones y los orígenes fiscales del atrofiado crecimiento del Estado que hemos tenido en estos años, independientemente de que los servicios públicos que el Estado ofrece se encuentren deteriorados y hasta colapsados; todo ello inclusive, así se haya reducido la proporción del gasto publico respecto del PIB.

De hecho, el crecimiento del Estado lo podemos medir por el crecimiento que duplica el gasto en el pago de la nomina del Estado, que pasa de un 3.5% en términos del PIB en 1989 a 7% en 1999 mostrando una costosa hipertrofia que ocurre al calor de un proceso de descentralización del gasto sin que se descentralizaran los ingresos fiscales y las facultades tributarias a los gobiernos locales, por lo que no fue posible establecer los incentivos éticos y económicos que como compuertas al riesgo moral hayan generado un proceso de optimización en cuanto al crecimiento de los entes gubernamentales locales: gobernaciones y alcaldías.

En este plano, es sencillo concluir acerca del carácter recesivo que en estos años ha tenido el crecimiento de la presión tributaria y sus consecuencias en el empleo y en la evolución del mercado laboral, coadyuvando - a la par de las legislaciones laborales de mala calidad- la informalización del empleo y de actividades productivas que han abandonado la economía formal para trasladarse al mercado informal, con las consecuencias fiscales que se producen en este sentido por la reducción de la base impositiva. La reacción de los gobiernos hasta ahora ha sido incrementar los impuestos al consumo y a las ventas de un 5% en 1993 a un 15.5% en 1999 con la implementación del IVA, lo cual aunque ha reducido la alícuota en un punto porcentual, implica una masa mayor de impuestos.

A este proceso esquizofrénico de no-crecimiento económico e imposición tributaria, y crecimiento e hipertrofia del Estado y los gobiernos, hay que acotar, que pese al inmenso volumen de recursos fiscales y “cuasifiscales” mencionados que han sido transferidos como impuestos al fisco, este arrastra hoy el mayor desequilibro fiscal de la historia contemporánea, registrando un déficit, cuya magnitud es imposible “pagarla” con incrementos en los impuestos, al menos que se corra el riesgo de profundizar la pobreza.

Ello por supuesto nos conduce a la única salida viable en el corto plazo: la reestructuración del Estado con disminución de la nomina publica, todo lo cual, aunque impondrá cierto peso fiscal, en virtud de que la reestructuración del Estado implica el reconocimiento de deuda publica implícita por reducción de la burocracia. Esto ultimo se expresa en un crecimiento de la deuda, lo cual, mas temprano que tarde, tendrá que enfrentarse con ingenierías financieras de calidad, para que la reestructuración se ejecute en un marco de optimización tanto del servicio de la deuda publica como del ahorro nacional, en el sentido de aliviar el costo tributario que ocasiona el reconocimiento de pasivos del Estado.

En tal sentido, ceteris paribus, las distorsiones causadas por la hipertrofia del Estado marcan los horizontes macroeconomicos que indican que hemos llegado a los limites del crecimiento del Estado, lo cual se expresa mas claramente al haber arribado al limite de la imposición tributaria, por debilidad en el proceso de generación de ingresos del venezolano, cuya riqueza en los últimos años sido en parte transferida al fisco en impuestos; desde el inflacionario, hasta los impuestos a las ventas y el consumo.

La Ley Habilitante en sus ámbitos administrativos y financieros contiene los instrumentos legales de naturaleza económica que se requieren para la reestructuración de Estado; es decir, para su achicamiento, de manera que permita optimizar la prestación de servicios públicos sin que ello extralimite la capacidad tributaria. Nos encontramos entonces en el punto de inflexión para partir la tendencia de empobrecimiento. No habrá razones políticas para no proceder con la reestructuración. El circulo de pobreza que se encuentra el venezolano de hoy, particularmente el de los sectores medios tiene una causal importante en la enorme presión tributaria que sobre el han ejercido los gobiernos en tantos años de derroche de recursos fiscales.

La instalación de la Asamblea Constituyente estimulada por el background de pobreza inducida por la creciente presión tributaria tiene entre sus objetivos definir las reglas tributarias y su relación al crecimiento económico, escribir las reglas de comportamiento fiscal de los gobiernos centrales y locales y de endeudamiento que conduzcan hacia la obligatoriedad de presupuestos balanceados, donde los endeudamientos de hoy, que son los impuestos de mañana no superen el ritmo de crecimiento de la capacidad de pago de la economía. Las reglas y normes simples sobre la materia deben reposar en el principio de una menor distancia física, administrativa y legal entre contribuyente y gobierno, lo cual solo se obtiene bajo principios de federalismo fiscal sentado sobre el proceso de descentralización, el cual reposa al mismo tiempo en la soberanía tributaria bajo el principio de eficiencia, equidad y racionalidad,

alex102@telcel.net.ve

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