La Situación de los Derechos Humanos, Informe Anual
2000
Los cambios políticos
drásticos en Venezuela tras la elección, el 6 de diciembre de 1998, del
ex teniente coronel del Ejército Hugo Chávez Frías sembraron pronósticos
inciertos para los derechos humanos. Con el respaldo de una amplia
coalición, el Polo Patriótico (PP), Chávez juró el cargo el 2 de
febrero, tan sólo dos días antes del aniversario de un golpe militar
fallido que lideró en 1992 contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. La
victoria de Chávez con el 57 por ciento de los votos fue atribuida a la
desilusión y la irritación generalizada con los políticos de los dos
partidos tradicionales, Acción Democrática (AD) y el democristiano
Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI). El
sistema político venezolano había sido descrito como una "partidocracia,"
debido a la preeminencia de estas dos maquinarias electorales, que
habían administrado deficientemente los recursos del país. Chávez
prometió dar a Venezuela una nueva constitución (su vigésimo sexta),
eliminar la corrupción, la influencia y el nepotismo, y llevar a cabo
amplias reformas económicas y sociales. Sin embargo, sus aspiraciones
mesiánicas estaban atenuadas por un conocimiento pragmático de la
realidad política.
En un plebiscito
celebrado el 25 de abril, un abrumador 85 por ciento del electorado
otorgó a Chávez la autoridad para convocar elecciones a una asamblea
constituyente con el objeto de redactar una nueva constitución. Los
partidarios de Chávez lograron 121 de los 131 escaños de la asamblea en
las elecciones celebradas el 25 de julio. Los partidos tradicionales
opuestos a Chávez obtuvieron sólo cinco escaños. La asamblea, que
contaba con seis meses para redactar la constitución, tenía facultades
que superaban con creces las de los organismos constituyentes
tradicionales. El 12 de agosto, declaró que el sistema político estaba
en estado de "emergencia" y se arrogó poderes para reestructurar y, si
fuera necesario, disolver el resto de las poderes del Gobierno. Esta
acción sembró el temor tanto en Venezuela como en el exterior a que
Chávez pudiera utilizar su fuerte respaldo popular y el descrédito de
las instituciones venezolanas para implantar un gobierno autoritario. El
24 de agosto, la presidenta de la Corte Suprema, Cecilia Sosa, renunció
a su cargo en protesta por la designación por la asamblea de una
Comisión de Emergencia Judicial, facultada para destituir a jueces y
hasta magistrados de la Corte Suprema. Sus colegas en la Corte Suprema
habían decidido por escasa mayoría que la asamblea no tenía autoridad
para reestructurar la judicatura. Al día siguiente, la asamblea promulgó
un decreto declarando una "emergencia legislativa," por la que se
prohibía al Congreso aprobar leyes y a los legisladores reunirse para
debatir la situación política. El 27 de agosto, se produjeron altercados
violentos a las puertas del Congreso, cuando los partidos tradicionales,
que tenían la mayoría en el Legislativo, intentaron celebrar una sesión
desafiando la prohibición. El 30 de agosto, después de que los líderes
en el Congreso amenazaran con cortar la financiación al Gobierno, la
asamblea extendió la prohibición a las funciones presupuestarias del
Congreso, con lo cual le retiraba el resto de sus poderes.
Las dos semanas de
grave crisis constitucional acabaron cuando el Presidente Chávez se echó
atrás después de haber estado demasiado cerca de la total abrogación del
Estado de derecho. Firmó un pacto de no agresión, patrocinado por la
Iglesia Católica, con los lideres de la oposición que permitía la
reanudación de las sesiones del Congreso y el funcionamiento del sistema
judicial. Aunque la Comisión de Emergencia Judicial continuó revisando y
destituyendo a jueces, su presidente insistió en que las decisiones no
se tomaban unilateralmente sino con la recomendación del Consejo de la
Judicatura, un organismo constitucional preexistente. Además, a mediados
de septiembre se informó que la asamblea había abandonado la idea de
declarar una cuarta emergencia, que habría afectado al Poder Ejecutivo y
le habría otorgado la facultad de destituir a los 23 gobernadores y más
de 300 alcaldes electos del país. No obstante, en un plazo de seis
meses, Chávez había acumulado más poder que cualquier otro gobernante de
Venezuela desde la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en los cincuenta.
El texto
constitucional, presentado ante la asamblea por Chávez, incorporaba
varias propuestas sobre derechos civiles y políticos del Foro por la
Vida, una coalición de grupos no gubernamentales de derechos humanos.
Por ejemplo, el borrador incluía la prohibición de la pena de muerte, un
artículo dedicado expresamente a las desapariciones y disposiciones para
el fortalecimiento de los derechos de los detenidos. Entre ellas se
encontraban un artículo que estipulaba un período máximo de ocho horas
de detención policial antes de llevar a los sospechosos ante un juez y
el derecho a indemnización de las víctimas de malos tratos o tortura. En
el borrador de la constitución se establecía un cuarto poder del
gobierno, denominado el Poder Moral, que ponía la lucha contra la
corrupción y el abuso de poder de las autoridades estatales en manos de
un grupo de instituciones: la Contraloría General de la República, la
Fiscalía General de la República y la Defensoría del Pueblo, un
organismo que todavía no se había creado. Los debates sobre el texto de
la constitución tuvieron lugar en 21 comités especializados, y se
estableció una "comisión para la participación de los ciudadanos" para
recoger las ideas de la población general. La asamblea contaba
inicialmente con un plazo de seis meses para producir un texto
definitivo, pero a mediados de septiembre Chávez anunció que esperaba
que concluyera su tarea con varios meses de antelación para posibilitar
la celebración de un referéndum en noviembre.
Mientras el gobierno de
Chávez y la asamblea constituyente concentraban su atención en el marco
jurídico e institucional de gobierno, las graves violaciones a los
derechos humanos en Venezuela siguieron reclamando una atención
inmediata. Un terrible historial de violencia entre presos, alimentación
y atención médica inadecuadas, hacinamiento, caos administrativo y
largos retrasos en la administración de justicia continuaron haciendo de
la reforma penitenciaria una prioridad en materia de derechos humanos.
Según la funcionaria de prisiones Gloria Pinho, en abril la capacidad
máxima de las prisiones había sido superada en un 73 por ciento, en
comparación con el 53 por ciento de julio de 1998. Tan sólo en Caracas,
700 presos preventivos estaban encerrados en calabozos policiales. Según
un informe publicado por la organización no gubernamental de derechos
humanos Programa Venezolano de Educación-Acción de Derechos Humanos
(PROVEA), durante el período entre enero y abril, 78 presos murieron en
peleas, 59 de ellos por heridas de bala. Diez presos murieron en la
prisión El Dorado, situada en una remota región selvática cerca de la
frontera con Guyana, en una protesta violenta en diciembre de 1998. El
17 de abril, se informó que 135 presos se habían lacerado a si mismos
con cuchillos en una llamada huelga de sangre para protestar su traslado
a El Dorado desde otras prisiones. Según las informaciones aparecidas en
la prensa, 96 amotinados tuvieron que ser atendidos en una enfermería
del centro por un enfermero que se quedó sin medicina ni vendajes y tuvo
que comprar más con su propio dinero.
El Presidente Chávez y
Luis Miquilina, entonces Ministro del Interior, hicieron promesas
alentadoras de que no tolerarían los abusos por parte de las fuerzas
policiales venezolanas. No obstante, continuaron las denuncias de
ejecuciones extrajudiciales y tortura de presuntos delincuentes, que
habían alcanzado su cota máxima a mediados de los noventa. El PROVEA
documentó 18 violaciones del derecho a la vida por parte de la policía
(que incluían el empleo injustificado de la fuerza letal) durante el
primer trimestre del gobierno de Chávez—una cifra comparable a la del
último trimestre de 1998 bajo el gobierno del Presidente Rafael Caldera,
pero que suponía una disminución del 45 por ciento con respecto al
promedio de 1993 a septiembre de 1998. Por ejemplo, el 14 de junio, la
Policía Metropolitana interceptó a John Alejandro Linares Pena, de 19
años, cuando estaba cruzando una calle en Caracas. Según los testigos
entrevistados por la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, cuando
Linares, que parecía desarmado, intentó escapar uno de los policías
desenfundó su arma y le disparó dos veces sin alcanzarle. La policía
localizó a Linares en una casa en la que se había refugiado. Uno de los
residentes oyó las súplicas de ayuda de Linares y un disparo. Los
testigos vieron posteriormente a dos policías apuntando a Linares cuando
estaba herido y tendido en la calle. Ingresó cadáver en el hospital de
Catia media hora después, al parecer con varias heridas de bala.
El número de denuncias
de detenciones arbitrarias fue significativamente menor debido a una
política gubernamental de no autorizar las redadas preventivas en
barrios afectados por la delincuencia, las cuales habían conllevado
frecuentes abusos policiales y tensión social en años anteriores.
Garantías
constitucionales tales como la inviolabilidad del hogar, el derecho de
movimiento y la libertad personal fueron restauradas en febrero en 16
municipalidades de la frontera con Colombia, que llevaban militarizadas
desde 1994 para combatir las incursiones de guerrilleros colombianos,
los secuestros y otros delitos. La falta de protección legal padecida
durante años por los campesinos de esta región había contribuido a
frecuentes detenciones arbitrarias y torturas por parte de las unidades
militares que controlaban las áreas fronterizas.
En julio, entró en
vigor un nuevo Código Procesal Penal, redactado bajo el gobierno de
Caldera. El nuevo código disponía la sustitución por juicios orales de
largos procedimientos escritos que habían contribuido a retrasos
interminables en los procesos judiciales; también abolía el secreto de
los procedimientos judiciales y fortalecía el debido proceso. La
responsabilidad de los funcionarios del Gobierno fue reforzada mediante
la anulación del procedimiento de nudo hecho, una investigación
administrativa previa al juicio que tenía que realizarse antes de poder
imputar un delito a un funcionario público. En años anteriores estas
investigaciones se habían prolongado durante meses, a veces años, en
perjuicio de la justicia y la igualdad ante la ley.
La Defensa de los Derechos Humanos
La Comisión Nacional de
Derechos Humanos, establecida por el Presidente Caldera para ofrecer un
foro en el que los funcionarios del Gobierno pudieran discutir una
agenda nacional para los derechos humanos con representantes de
organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, no funcionó
durante el primer año de gobierno del Presidente Chávez. El Foro por la
Vida, un consorcio de grupos no gubernamentales de derechos humanos,
presentó propuestas detalladas para la nueva constitución a la asamblea
constituyente, entre ellas reformas largamente esperadas como la
limitación de la competencia de las cortes militares y la definición de
las condiciones y el alcance permisible de los estados de emergencia. No
todas la propuestas fueron recogidas en el borrador oficial, pero muchas
fueron adoptadas tal y como habían sido redactadas por el Foro por la
Vida. A diferencia de en años anteriores, no se recibieron informes de
hostigamiento, intimidación y amenazas de muerte contra defensores de
los derechos humanos
El Papel de la Comunidad Internacional
La Unión
Europea
La Comisión Europea
aprobó un programa de cinco millones de euros (5,35 millones de dólares)
destinado a la mejora de las condiciones penitenciarias en Venezuela.
Cuando se escribió este informe, el programa, que incluía la
capacitación del personal de prisiones, no se había iniciado todavía.
Estados Unidos
A pesar de sus recelos
sobre la tendencia izquierdista y el temperamento autoritario de Chávez
(le habían denegado en 1998 el visado para entrar en Estados Unidos por
su intento de derrocar un gobierno constitucional electo en 1992),
Washington cultivó unas relaciones amistosas con el nuevo presidente.
Las preocupaciones de Estados Unidos estribaban en las consecuencias de
las políticas de Chávez sobre intereses vitales estadounidenses tales
como las reservas petrolíferas, la seguridad empresarial, el Estado de
derecho, el conflicto armado en la vecina Colombia y el narcotráfico. El
Presidente Clinton recibió a Chávez en enero y de nuevo en septiembre.
Haciendo referencia a su encuentro del 27 de enero, Clinton combinó las
palabras de alivio con los elogios: "Me quedé tremendamente impresionado
por su compromiso evidente de emplear métodos democráticos y
constitucionales para lograr las reformas institucionales que el pueblo
de Venezuela está claramente reclamando." Sin embargo, ni Chávez ni
Clinton hicieron comentarios sobre si el tema de los derechos humanos se
había mencionado expresamente en sus reuniones.
La
Organización de Estados Americanos
La Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, parte de la Organización de Estados
Americanos, envió una carta a Chávez en abril en la que reconocía su
"decidida voluntad" de respaldar el sistema interamericano de protección
de los derechos humanos, y expresaba "complacencia por la alta prioridad
que su ilustre Gobierno otorga a la defensa de las libertades
fundamentales." En julio, la comisión sometió a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos un caso relacionado con 35 de las 276 personas
presuntamente muertas por las fuerzas de seguridad venezolanas durante
la revuelta popular del 27 de febrero de 1989, conocida como el Caracazo. |