Alocución a la nación al retornar al poder

Hugo Chávez Frías

 

Madrugada del domingo 14 de abril de 2002

 

«A Dios lo que es de Dios al César lo que es del César y al pueblo lo que es del pueblo».

 

Comienzo así con estas palabras llenas de... no sé cuántos sentimientos que cruzan por mi pecho, por mi alma, por mi mente; pensamientos, sentimientos. En este momento soy como un mar multicolor, todavía debo confesarles con los buenos días a toda Venezuela, a todo el pueblo venezolano, a toda la sociedad venezolana, les confieso que todavía estoy estupefacto, todavía estoy asimilando este proceso que ahora bien podemos llamarlo para escribir no sé cuántos libros para la historia venezolana y ejemplo del mundo, que este es un proceso de contra... contra-contrarrevolución y se han quedado demostradas muchas cosas que ya tendremos tiempo, no pretendo dar a esta hora, cuando son 20 minutos para la 5:00 de la mañana, este saludo, antes que mensaje es un saludo de mi corazón a Venezuela y al mundo desde este Palacio, que es el del pueblo y que el pueblo, lo dije en mi mensaje de hace unas tres noches allá en la avenida o río Urdaneta en donde vi que hay mucha gente cuando veníamos en el helicóptero, hay mucha gente en la avenida Urdaneta y más allá y por acá, pero decíamos allí, el pueblo llegó a este Palacio para no irse más y, ha quedado demostrado.

 

Yo, hablando del pueblo, debo decir que... a ustedes que lo que ha ocurrido en Venezuela en estas últimas horas es en verdad inédito en el mundo. El pueblo venezolano y sus verdaderos soldados, el pueblo venezolano y su Fuerza Armada... esos soldados del pueblo han escrito... y esto no es grandilocuencia, es una verdad, es una nueva página y ¡qué gran página para la historia venezolana y de América Latina! Y también pudiera ser del mundo, ejemplo de un pueblo que ha despertado definitivamente, de un pueblo que ha reconocido y asumido sus derechos, sus obligaciones, de una Fuerza Armada cuya esencia, cuyo corazón estructural, cuyos oficiales, suboficiales, tropas están conscientes de su responsabilidad histórica y no se han dejado confundir ni manipular ni engañar y ha brotado desde el fondo de la situación, desde el fondo de un alma, de un cuerpo, ha brotado esa fuerza que ha restituido la legitimidad y la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

 

Estuve leyendo mucho la Constitución revisando detalles, por cierto. Ahora antes de hacer algunas reflexiones, porque quiero ser breve en este mensaje de madrugada, como un renacimiento, quiero hacer un llamado y esto es quizás lo más importante que yo quiero decir hoy domingo 14 de abril, yo, pues, he estado incomunicado en las últimas horas y no tenía ninguna información de lo que estaba pasando y tenía una angustia muy grande y, lo primero y más importante que digo a todos los venezolanos es que vuelvan a sus casas, que vuelva la calma. Llegó un estremecimiento que trajo dolor, que trajo sangre, que trajo lágrimas, que trajo incertidumbre. Las causas de esto que ha ocurrido ya las analizaremos con calma para corregir en donde hay que corregir, para corregirnos en donde tengamos que corregirnos, pero, mientras tanto, calma y cordura como diría un venezolano de nuestra historia. Calma en este momento. Llamo, una vez instalado de nuevo en el palacio de gobierno y una vez recibido el poder legítimo que el pueblo me dio, del Vicepresidente, quien valientemente asumió sus tareas junto al pueblo, junto a los representantes de los poderes públicos legítimos que aquí nos acompañan, junto a los soldados que con coraje supieron reaccionar rápidamente ante la pretensión que aquí llegó: Calma.

 

Me han informado ahora que he llegado y venía desde el helicóptero veníamos desde La Orchila y venía viendo con preocupación algunas columnas de humo en algunas partes de Caracas y, me han informado que ha habido algunos disturbios en las últimas horas sobre todo en el día de hoy, y algunos saqueos en algunas partes de Caracas, y yo hago un llamado a todos ustedes, compatriotas, vuelvan a sus casas todos, vamos a casa, vamos a reordenar la casa. Vamos a reflexionar sobre la marcha y a continuar trabajando. Así que pido a todos que cesen las acciones que todavía pudieran quedar por allí en algunos pequeños focos de disturbios de las últimas horas, y hago un llamado a los cuerpos policiales —esto es un llamado muy especial y muy firme a cuerpos policiales que han estado en la calle, que han estado según me informan de primera mano y una información muy preliminar para ponerme al tanto de los acontecimientos, que ha habido algunos cuerpos policiales que han estado reprimiendo de manera cruel al pueblo venezolano.

 

Hago un llamado a quienes tienen responsabilidad de dirigir los cuerpos policiales que llamen a la calma, que cese todo esto.

 

A partir de este momento todo el mundo a la casa, todo el mundo a la familia. Vamos a recogernos allí en la casa, vamos a reflexionar. Vamos a poner a Dios por delante. Esta imagen del Cristo crucificado me la regaló cuando iba saliendo prisionero en la madrugada de hace dos días, hace 47 horas exactamente en este momento un buen amigo el general Jacinto Pérez Arcay me dijo: «Hijo, llévate a Cristo». Me lo llevé y aquí está de nuevo. Pues invoquemos a Cristo, a Dios nuestro Señor y llenémonos de paz, hace falta mucha paz espiritual en este momento para todo el país, para todos los sectores hago un llamado a la paz, hago un llamado a la calma, hago un llamado a la racionalidad de todos. Hago un llamado a que volvamos a la reunión del país.

 

Estos acontecimientos que trajeron sangre y dolor son sin embargo y deben ser una gigantesca lección para todos nosotros, que todos seamos capaces de mirar allí, que todos seamos capaces de leer esa lección, que todos seamos capaces de extraer de allí conclusiones, enseñanzas. Que seamos capaces de apreciar señales para corregir, rectificar, profundizar para tener más fe en lo que estamos haciendo para que todos los sectores del país terminemos de aceptar de una buena vez y definitivamente que aquí hay un gobierno legítimamente constituido, que aquí hay una Constitución la más legítima de toda nuestra historia republicana, discutida por el pueblo y aprobada por el pueblo y que ahora se ha comenzado a aplicar para que de allí veamos la necesidad de moderar, de aceptarnos los unos a los otros y este llamado es para todos, me pongo de primero para dar el ejemplo.

 

Yo tuve, por ejemplo, en La Orchila hace unos horas una buena conversación con monseñor el cardenal Ignacio Velasco y le pedí que habláramos a solas a la orilla del mar y nos sentamos a la orilla del mar y, le dije:

 

—Monseñor vamos a orar a la orilla de este mar.

 

Y le pedí perdón y le dije que era necesario que todos los sectores del país pusiéramos mayor empeño toda la buena voluntad que podamos para poder convivir en paz aceptando las reglas del juego, aceptando las normas de la convivencia ciudadana. Esto que ha pasado es un llamado para todos, necesario es que reflexionemos todos.

 

Yo quiero darles un saludo muy especial a los medios de comunicación internacional en primer lugar, [aplausos], a los organismos internacionales, Organización de Estados Americanos. Yo aún no tengo ninguna información no me ha llegado ningún resumen ¿cómo?, vengo llegando, pero ya me han dado informes verbales las muchachas y los muchachos del equipo este, valiente y de coraje que me acompaña, presidentes de América, del mundo, grupos... el Grupo de los 15, el Grupo de Río, donde deberíamos haber estado hasta ayer en reunión, diversos entes, el Grupo de los 77, más China, y ese es un ejemplo de que a nivel internacional Venezuela no está ni estará nunca sola, que el pueblo venezolano no está ni estará nunca más solo. Que Venezuela tiene el respeto de la Comunidad Internacional. Que la Comunidad Internacional reconoce la legitimidad y la soberanía, el valor y el coraje del pueblo venezolano demostrado hoy una vez más, así que ese reconocimiento especial de los organismos internacionales a la prensa internacional, a los periodistas internacionales y a los medios de comunicación de nuestro país de verdad verdad llegó la hora de hacer profundas rectificaciones, es obligatorio que se hagan esas rectificaciones, que se vuelva a los carriles de la razón, porque es que parece que han perdido hasta la razón. Yo así lo digo a nombre del gobierno revolucionario y bolivariano, pacífico y democrático, no vengo ni con ninguna carga de odio ni de rencor contra nadie, absolutamente, no cabe en mi corazón ni el odio ni el rencor. Pero claro que tenemos que tomar decisiones y ajustar muchas cosas. Siempre, siempre, y para siempre apegados a esta casi sagrada Constitución, después de la Biblia la Constitución Bolivariana de Venezuela, las acciones del Gobierno bolivariano estarán siempre apegadas a la Constitución, así que hago un llamado igualmente a los poderes locales: gobernadores, alcaldes, a todos los hombres y mujeres que me siguen en este camino, que no caigamos... yo sé que no vamos a caer, nadie va a caer en el extremo en que cayeron algunos sectores en los últimos días, a los que también llamo a la reflexión. No, nosotros los bolivarianos, nosotros los revolucionarios somos humanistas, respetamos al ser humano, respetamos la dignidad y tenemos que demostrarlo sobre todo en momentos como este, así que ninguna retaliación, aquí no habrá ninguna cacería de brujas, no vengo con ánimos revanchistas. No. Aquí no habrá persecuciones, aquí no habrá atropellos ni abusos, ni irrespetos a la libertad de expresión o de pensamiento, a los derechos humanos en forma general.

 

Pero las cosas tienen que volver al marco constitucional de donde salieron por voluntad de una minoría enceguecida, a lo mejor por la ambición, a lo mejor por el rencor. No sé por cuántos otros sentimientos, pero les hago un llamado a todos.

 

A la oposición, necesitamos nosotros una oposición en Venezuela, pero una oposición leal con el país, una oposición leal con el pueblo, una oposición que presente críticas verdaderas, que presente alternativas al país; es necesario que todos los partidos y grupos que se oponen a este Gobierno por algunas razones, cuales sean, terminen de entender y de aceptar, es necesario que todos los dirigentes de los diversos sectores del país que puedan adversar a este Gobierno, o no estar de acuerdo con alguna política o alguna decisión, bien sea del sector político, del sector económico, del sector que sea, bueno, que hagan públicas, que declaren, que anuncien sus críticas, sus recomendaciones, sus alternativas; que trabajen, que hagan política de verdad, que hagan trabajo en las calles, en los pueblos, pero con ética, con buena fe, aceptando lo que hay que aceptar definitivamente. Repito, ya lo dije, que aquí hay una Constitución Nacional, que aquí hay un Gobierno Nacional legítimo, con el apoyo de las grandes mayorías del país, y con el apoyo del núcleo y la estructura central de la Fuerza Armada, que aquí hay un proyecto en marcha que no tiene vuelta atrás, que los que se opongan tienen todos los derechos, y lo hemos demostrado, derecho de participación, derecho de expresión, derecho de organización. Organícense, señores de la oposición, hagan política seria, justa y leal con el país, no caigan en desesperaciones ni aventuras, que vean a lo que nos condujeron esas desesperaciones y ese aventurerismo.

 

Se ha demostrado una vez más, lamentablemente, que aquí hay dos países: un país virtual y un país real. El país virtual lo veían ustedes, seguramente, aquí a lo mejor en este mismo salón hace pocas horas. El país virtual montó una conspiración, con el desespero de la aventura, irrespetando todo. Pero el país real finalmente se impuso. Porque el país real tiene en sus manos las banderas de la razón, las banderas de la verdad y la fuerza infinita de la fe, y sobre todo la fuerza infinita del amor. Este pueblo, ha quedado una vez más demostrado —glorioso pueblo el de Bolívar— ahí está para los que dudaban, si es verdad que durante muchos años lo engañaron, si es verdad que durante muchos años lo manipularon, si es verdad que durante muchos años a veces lo llevaron como un borrego, ha quedado demostrado que ciertamente despertó como conciencia de su propia fuerza y se ha convertido en actor histórico que construye un nuevo camino.

 

La Fuerza Armada, sus cuadros de oficiales, la estructura central, ha demostrado una vez más que por más manipulación, por más traición que haya en algunos sectores de la Fuerza Armada, como la hubo, sin embargo ahí está la muchachada militar, que la conozco, está ahí... [aplausos]. ...Así que mi reconocimiento (y el de todos) a esos dos entes a los que yo siempre me he referido, y que constituyen la fuerza más poderosa —después de Dios— de esta Venezuela de hoy, de este proceso de cambio indetenible. Esos dos elementos que en el fondo son el mismo, el mismo: el pueblo y los militares, el pueblo y la Fuerza Armada.

 

Les voy a contar una anécdota. Me sorprendí —yo ando de sorpresa en sorpresa. Yo estuve en cinco lugares distintos desde el día en que salí de aquí. Ya echaré los cuentos. Mañana tenemos ¡Aló Presidente!.. No, mañana no, dentro de unas horas. ¿Y qué creía mi equipo de ¡Aló Presidente!? ¿Que iban a echar el carro el domingo, que iban a descansar el domingo? Bueno, de todos modos ya yo estaba pensando cómo transmitirlo desde donde estaba, estábamos haciendo los planes...

 

Miren, estuve en cinco lugares desde la madrugada de antier, y debo decirles, porque ahora me decían los muchachos, algunos llorando de emoción, allá en La Orchila nos abrazamos en una sola masa de sentimiento, porque esos soldados que ustedes ven con un fusil cruzado y una cara a veces un poco arrugada, esos son puro amor, y entonces uno me dijo:

 

—Ay, yo no podía respirar hasta que no lo viera. Me sentía muerto —me dijo.

 

Entonces me dijo:

 

—No, porque han dicho que a usted lo han golpeado, que si no sé que más, que lo torturaron para que firmara la renuncia, no sé qué más...

 

No. Aclaro que no fui maltratado para nada, desde la sede del Ejército donde estuve, luego en un Batallón de Fuerte Tiuna, me movían; entre otras cosas me movían creo porque donde me llevaban conseguía el abrazo de los muchachos, y hasta lágrimas. Los que me llevaban la comida se quedaban un rato ahí, diciéndome algo, dándome aliento. Así que ese mensaje que comencé a recibir me fue conformando la certeza de que esta situación virtual, esta especie de película —no sé qué— que vimos no iba a durar mucho tiempo.

 

Luego me llevaron una noche a Turiamo, y allá fui recibido por un grupo de soldados, soldados de los comandos de la Marina, y me trataron de manera excelente; y luego no había donde dormir, porque ellos ni siquiera sabían que yo iba para allá, me llevaron, y cuando llegamos buscando una cama, buscando un colchón. Les dije:

 

—No, no se den mala vida por mí, muchachos, pónganme una sábana que yo soy un soldado como ustedes.

 

Y nos quedamos hablando un rato, y tomando mucho café, por supuesto, el capitán Marino, así se llama, me atendió a las mil maravillas, y hablamos mucho. ¡Ah! ¿Saben una cosa? Esta travesía por cinco sitios militares me sirvió para hacer algo que yo no hacía desde algún tiempo: hablar con los muchachos de allá abajo, oír a los sargentos, oír a los tenientes, oír a los capitanes; sus críticas, sus aportes, ellos tienen mucho que decir. Entonces esa es una de las lecciones que he sacado. Uno de ellos me dijo:

 

—Mi Comandante, no se olvide de nosotros. No permita que ese tránsito entre nosotros y el alto mando y los altos mandos, por ahí se van quedando las verdades que a usted no le llegan.

 

Así que me sentí otra vez soldado. Incluso le dije a uno de ellos esta mañana:

 

—Mira, yo no sé qué irán a hacer conmigo por allá, pero si deciden degradarme, a lo mejor, les pido que me dejen de soldado raso aquí en esta unidad de soldados.

 

Pero luego lo que les iba a contar es lo siguiente, yo no sé si tendrán por allí ustedes un fax que me dicen que ha recorrido... Pásame uno, por favor. Hay bastantes. Miren... ¿Dónde está? ¡Ah! Esto lo escribí esta mañana, bueno, a mediodía, eran casi las 3:00 de la tarde. ¿Cómo fue esto? Estaba el helicóptero prendido para moverme otra vez, para moverme otra vez ¿y a dónde?: a La Orchila. Y entonces me apuraban, me apuraban, y yo decía:

 

—Espérate, que tengo que recoger mi ropa y algunas cosas que me llevé, unas cositas allí.

 

Estaba lavando interiores y lavando un par de medias... Sí. Me regalaron... [Aplausos].

 

Vicepresidente Diosdado Cabello: Como en los viejos tiempos.

 

Presidente Chávez: Sí, como en los viejos tiempos.

 

Lavando una franela. Me puse a trotar un rato y corrí con unos muchachos allá comando, no tanto como ellos que son comandos entrenados, un sol sabroso hacía en Turiamo, y cuando llego a darme un baño entonces me voy a vestir y me apuran que llegó el helicóptero. Y llega un muchacho de la Guardia Nacional, y él me hace una pregunta:

 

—Mire, mi Comandante, acláreme algo.

 

Él entró a la habitacioncita y cerró la puerta. Afuera tenía unos superiores de él. Y él no quería que lo oyeran, me habló muy bajo:

 

—Dígame una cosa —me dijo— aclárame algo. ¿Es verdad que usted renunció?

 

Yo le dije:

 

—No, hijo, ni renuncié ni voy a renunciar.

 

Entonces él se paró firme, me saludó, y me dijo:

 

—Entonces, usted es mi Presidente. Pero dígame algo —me dice— eso tiene que saberlo el pueblo. Porque andan diciendo por todos lados que usted renunció, que usted renunció, que se fue del país.

 

Entonces yo le dije:

 

—Bueno, yo voy saliendo.

 

Y él me dijo:

 

—Escríbame algo, escríbame algo y me lo deja en el pote de la basura —me dijo— porque yo salgo y después vengo a recogerlo.

 

Yo hice el papel, escribí esto en un minuto, lo doblé y donde está el pote de la basura, que estaba lleno de papeles ahí, en el fondo lo metí. Pero yo salí, y dije, a lo mejor este muchacho no puede regresar, o no consigue el papel o no puede sacarlo, qué sé yo. En Turiamo, en una unidad que no tiene ni teléfono, no hay ni señal de televisión por allá. Entonces escribí ésto, lo que me salió del alma:

 

Turiamo, 13 de abril 2002

 

A las 14:45 hrs.

 

Al pueblo venezolano...

 

(y a quien pueda interesar).

 

Yo, Hugo Chávez Frías, venezolano, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, declaro:

 

No he renunciado al poder legítimo que el pueblo me dio.

 

¡¡Para siempre!!:

 

Hugo Chávez Frías.

 

[Ver el fax.]

 

Y resulta que llego acá y todo el mundo tiene una hoja de estas ahora. Y me dicen que andan recorriendo el mundo.

 

Ese muchacho cumplió. Seguro regresó, buscó el papel, se lo metió no sé donde, salió, no sé cómo, pidió permiso de allá, y no sé cómo eso empezó a circular.

 

Te felicito, Rodríguez. El apellido de Isaías...

 

Por cierto, que ayer por la mañana, tuve chance de ver, en un televisor que un oficial me llevó prestado, y lo puso allí. Yo estaba acostado en una camita y, bueno, estaban diciendo allí en la televisión cuántas cosas, ¿no? Yo estaba como queriendo dormir un poco y de repente oigo una voz conocida: Isaías Rodríguez. Y me paro como un rayo y me siento en la cama: «Voy a ver qué dice Isaías». Y cuando terminó de hablar Isaías en verdad dos lágrimas afloraron aquí, a mis ojos, y dije: «Ahí está un varón diciendo la verdad»... [aplausos].

 

Y esas declaraciones de Isaías fueron una señal, fueron un rayo en aquel vendaval de mentiras, a mí sí es verdad que me pusieron en la mesa una hoja que decía: «Renuncia». Yo no la leí. Les dije a los señores que estaban ahí aquella madrugada, les dije:

 

—No, guárdenla porque yo no voy a renunciar. Soy Presidente prisionero, pero yo no renuncio.

 

Y sin embargo echaron a rodar aquello y lo leían, lo leían por los medios, como si estuviera firmado. Vean cuántas mentiras. Pero, bueno, es parte de las reflexiones que hay que hacer, es parte de las reflexiones que hay que hacer, yo también vi en alguna estación de televisión, en esas horas, tuve varias horas un televisor ahí y estuve pendiente. Creo que fue ayer por la mañana. Entonces veo a una dama locutora, de una planta de televisión venezolana, leyendo un papel, leyendo mi renuncia. Y por supuesto que ella sabía que eso... a menos que se hayan falsificado mi firma. Pero como dijo Isaías muy claramente:

 

—Yo quisiera ver la renuncia firmada del Presidente. ¿Dónde está? Y aun así eso requiere todo un procedimiento.

 

Pero, en fin, reconocer al Fiscal General su coraje. Porque además lo hizo mientras estaban deteniendo gente, sacando ministros de su casa esposados, sacando gobernadores a empujones de las gobernaciones, es decir, toda una avalancha de odio que ojalá más nunca llegue a nuestro país.

 

Y yo aprovecho para hacer un llamado a quienes me adversan: Ustedes venezolanas, ustedes venezolanos que me adversan, pues advérsenme, yo no puedo... trataré de hacerlos cambiar, ojalá, pero ustedes no pueden adversar esta Constitución, porque esto es un libro para todos, es como el Popol-Vuh, aquel libro de los mayas, el Popol-Vuh («el libro de todos, el libro de la comunidad»). Tienen que reconocer todo esto, y sobre todo algo... ¡ah! Oye, no se dejen envenenar, no permitan que los envenenen con tantas cosas y tantas mentiras, reflexionemos todos. Pongamos las cosas en su justo lugar, para bien de todos, para bien de Venezuela.

 

Bueno, yo no voy a extenderme más, hay mucha gente allá afuera en la calle, hay muchas cosas que revisar, hay muchos informes que recibir, hay decisiones —algunas urgentes— que tomar para que el país no se detenga y para que las cosas que se han salido de su cauce mucho, o algo, para que esos focos donde ha habido algunos saqueos, alguna represión por parte de algunas policías, alguna angustia, mucha angustia de millones de venezolanos, pues que todo eso vuelva a la calma. ¡Vuelta a la calma, se impone ahora! Llamo a la vuelta a la calma al país. Llamo a que fortalezcamos la unidad de los venezolanos, llamo a que continuemos la marcha a paso de vencedores.

 

Así que me fui, y anoche viendo una estrellas por allá, en Turiamo, y así termino este mensaje madrugador a mi querido país, a mi querida Venezuela, a mi queridísimo pueblo, a mis queridísimos muchachos de la Fuerza Armada, y muchachas de la Fuerza Armada. Yo estaba mirando una estrella, y pensando, mirándola fijamente, pensando en muchas cosas, en la familia, Marisabel, pude hablar con ella; mis hijos, mis cinco hijos. ¿Dónde estarán —decía—, Dios? ¡Cuídamelos! Mi nieta, mi viejo, mis amigos, mis compañeros más cercanos, porque yo intuía que sobre ellos se iba a desatar persecución, atropellos y amenazas hasta de muerte. Pensaba mucho en Diosdado, que lo llamé esa madrugada y le dije:

 

—Vente para acá.

 

Y no llegó. Pensaba mucho en Rodríguez Chacín, que me dijeron que lo habían sacado esposado. Pensaba mucho en todos ustedes, en millones, en la angustia, en la incertidumbre que había. Pero de repente mirando aquella estrella, allá a la orilla de la bahía, y recordando y trayendo a mi mente, a mi superficie y a mi conciencia, trayendo al ser, trayendo al consciente que soy, el recuerdo de tantos años, el conocimiento que tengo de las entrañas del pueblo venezolano, porque tengo ya casi una década metido en la entraña del pueblo y de ahí no voy a salir más, nunca jamás. Conociendo el coraje del pueblo venezolano, conociendo los niveles de organización que tiene el pueblo venezolano, y ese es uno de los capitales más importantes que tenemos, el nivel de organización y de respuesta: partidos políticos, círculos bolivarianos, que aprovecho para reivindicarlos, porque los círculos bolivarianos no son grupos armados; es una organización social, se desató una campaña; y si por alguna razón algún miembro de algún círculo bolivariano anda por allí armado, anda armado sin autorización o con intenciones de otro tipo, pues yo los llamo —si es que por alguna razón eso fue verdad— a que depongan esa actitud, así no los necesitamos, de verdad. No, no. Las armas de la República, las armas del pueblo para defender este Gobierno y a la República se ha demostrado dónde están y están en manos de gente consciente, porque verdaderamente los militares que faltaron a su juramento, que por diversas razones se plegaron a la ignominia, allá ellos ante la historia y ante la Ley, pero en verdad no tenían comando, era un grupo virtual; pero los que verdaderamente tienen el comando de las tropas comenzaron a dar una respuesta inmediata, inmediata. Entonces se ha demostrado, por una parte, la gran capacidad de respuesta del pueblo organizado, que me siento tan orgulloso de ello, y por otra parte la capacidad de respuesta también organizada de la Fuerza Armada. Por eso les decía que conociendo al pueblo, como lo conozco, y conociendo a la Fuerza Armada, como la conozco, mirando aquella estrella yo llegué a la conclusión, algo desde dentro me dijo: «Tranquilo, Hugo, que ni ese pueblo ni esos muchachos militares —para utilizar un término bien criollo— verdaderos se van a calar este atropello. Algo tiene que ocurrir». Decía yo para mis adentros: «No puede ser que tanto esfuerzo vaya a perderse así, no puede ser que el esfuerzo de tanto tiempo, de tanta gente y de tanta intensidad, que dio nacimiento a esta Constitución y le dio vida a esta nueva y Quinta República, vayan a desaparecerla de un plumazo, así facilito». No. Yo estaba seguro de que eso no podía ocurrir. Porque si no hubiese sido como que uno no hubiese vivido. No. La semilla que hemos sembrado retoñó, creció y allí están las siembras, la sementera, y los frutos en los corazones del pueblo.

 

Ahora, yo estaba seguro, pero completamente seguro que volveríamos, absolutamente seguro... [aplausos]. Ahora, ¿saben qué? Lo único es que jamás me imaginé que regresaríamos tan rapidito. Sí. Miren, me había puesto a escribir unos poemas, no pude terminar ni el primero, no me dieron tiempo ni de descansar un día, y se los agradezco mucho. Así que muchísimas gracias. Muchísimas gracias.

 

Ahora, voy a terminar repitiendo algo que me parece muy importante que debo repetir, y que esto no sea palabra hueca, le pido a Dios que esto no sea palabra que se la lleve el viento. Oye, hago un llamado de verdad a la unidad de los venezolanos, a la unidad respetándonos las diferencias, hago un llamado a la cordura, hago un llamado al entendimiento, hago un llamado a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, a la Iglesia Evangélica, a las religiones; hago un llamado a los empresarios del sector privado, hago un llamado a los partidos políticos, todos, a todos; hago un llamado a los dirigentes de esos partidos, a los dirigentes sindicales, hago un llamado a los dirigentes empresariales, hago un llamado sobre todo —y agarro la Cruz— hago un llamado a los dueños de los medios de comunicación. ¡Por Dios! Reflexionen, pero de una vez. Este país también es de ustedes, yo también tengo que reflexionar muchas cosas. Sí. Lo he hecho en muchas horas. Y me traigo lecciones aquí y aquí, que no voy a olvidar, de tanto pensar, de tanta angustia, de tanto dolor, de tanta incertidumbre. Así que vengo dispuesto a rectificar donde tenga que rectificar, pero no solo debo ser yo el rectificador, todos tenemos que rectificar muchas cosas para que volvamos a la calma, al trabajo, al empuje y a la construcción de la Venezuela bolivariana, para que sigamos construyéndoles la patria a nuestros hijos, a nuestros nietos; para que sigamos haciendo realidad el sueño de Bolívar.

 

Anuncio... Algunas cosas que recuerdo tenía en la agenda para esta semana que comienza hoy domingo, ya lo habíamos acordado hace unas semanas atrás, convocar a unas mesas redondas de diálogo nacional. Hago un llamado a todos los sectores del país, a esas mesas redondas de diálogo nacional, que comenzará con la instalación esta semana, el 18 de abril, esta semana viene el 19 de Abril, buen día para levantar de nuevo con vigor, como siempre, esas banderas de la patria, y esas fechas que como la de hoy pasarán a la historia republicana... El 18 de abril vamos a instalar el Consejo Federal de Gobierno, y ese Consejo Federal de Gobierno será el epicentro o el núcleo de donde saldrá una comisión coordinadora y ampliada, con la participación de otros sectores de la vida nacional, para impulsar esas mesas del diálogo nacional en lo económico, queremos que nos hagan las críticas en lo económico, en lo político, en lo social, en lo territorial, en lo internacional, pero vamos a discutirlo. Los que no estén de acuerdo con nuestras políticas, con nuestras decisiones, díganlo, pero lealmente, honestamente, para ir buscando el mayor consenso posible, porque el objetivo tiene que ser el mismo para todos —con nuestras diferencias— la Patria, la Venezuela que es de todos.

 

Por otra parte voy anunciar algo que no me dejaron anunciar, yo lo iba a anunciar ese día y no me dejaron, no hubo tiempo, la situación no lo permitió, pero ese día... ¿Qué día fue, 11? 11. Aquí vino el presidente de Petróleos de Venezuela, Gastón Parra Luzardo, Gastón Parra Luzardo, y me dijo:

 

—Presidente, para contribuir con la búsqueda de una solución definitiva al problema de PDVSA...

 

Que no dejamos de reconocerlo como un problema producto de esa transición, esos cambios y errores que se cometen de allá y de acá, y que nos tenía muy preocupados y que sí es un problema real, no es virtual, pero sobre problema real se montó el virtual y la conspiración, que trató de desconocer y de patear a nuestro pueblo y nuestra Constitución. Así que el doctor Gastón Parra me trajo, debe estar allí, yo no siquiera me llevé nada de papeles, se quedaron todos allí, me trajo la renuncia colectiva, una renuncia de toda la Junta Directiva de PDVSA, y yo le acepté la renuncia como se la acepto a todos, para abrir el camino a una recomposición de la Junta Directiva de Petróleos de Venezuela, para fortalecerla y sobre todo para darle la capacidad necesaria para continuar impulsando esta importante empresa petrolera. Así que les hago un llamado a todos los trabajadores de la nómina mayor, de los demás sectores, técnicos medios y los trabajadores, no se atropellará a nadie, pero hago un llamado a que trabajemos, que depongamos algunas actitudes y nos vamos a trabajar; para producir, para refinar, para exportar, para vender el petróleo y sus derivados y poner en el tope de eficiencia y eficacia esa empresa que es —como hemos dicho— de todos los venezolanos.

 

Así que con estos anuncios retorno, así como por el centro del home, retorno después de dos días de ausencia, de incertidumbres; retorno cargado espiritualmente de un gran amor, y sobre todo si hace dos días yo los amaba a ustedes, hoy, después de esta jornada histórica, de esta demostración sin precedentes en el mundo de cómo un pueblo y sus soldados detienen una contrarrevolución y hacen una contra-contrarrevolución, sin disparar un tiro, sin derramar sangre, y reponen las cosas en su sitio. Después de esta jornada memorable, histórica, imborrable para siempre jamás, si ayer los amaba, hoy los amo muchísimo más. Amor con amor se paga. Muy buenos días a toda Venezuela, muy buenos días a todos.

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