El Derecho Universal a la inocencia de los niños

Ana María Valery

La libertad y la justicia son dos derechos fundamentales y universales. Como fundamental y universal es el derecho a la inocencia de los niños. Un derecho del que casi nadie habla y que suele ser vulnerado.

Los niños son inocentes de las acciones que los gobernantes ordenen pero sufren terribles secuelas de guerras y migraciones.

Los niños son inocentes de las decisiones políticas de las autoridades, pero padecen sus consecuencias.

Los niños no son victimarios de nada ni nadie y por lo general son las mayores víctimas de todo.

¿Qué diferencia hay entre un niño latinoamericano y un niño europeo cuando juegan en la arena? ¿Es distinta la risa de un niño árabe a la risa de un niño judío? ¿El miedo que siente un niño africano es diferente al que siente un niño asiático? En todas las preguntas anteriores la respuesta es la misma. Los niños son iguales a la hora de jugar, de reír o de sentir temor. ¿Ama distinto un muchacho venezolano de lo que lo hace un joven gallego? ¿Está más al tanto de la moda un adolescente norteamericano que uno australiano? La respuesta es que la juventud, por lo general en todas partes del mundo, tiene inquietudes similares, porque los niños y los jóvenes son universales.

Universal es el juego de los chiquillos en un parque. Universales son las pelotas, las muñecas, las rodillas sucias de tierra. Universal es el teléfono celular, la computadora y la música de Madonna. Como son universales los pantalones a la cadera, las agendas electrónicas y los tatuajes.

Es francamente difícil no sentir la ternura de los niños, sean de donde sean, no respirar su pureza, no buscar quién llama a su madre cuando se encuentra perdido. Es casi imposible no querer retroceder los años para recuperar la energía que poseen los jovencitos, no volver a soñar aquellos sueños de juventud. Todos ellos, por lo general, son inocentes de cualquier acción que les lesione cuando es realizada por organismos que responden a intereses políticos o estratégicos de los países. Tanto es así, que los primeros en ser evacuados en caso de guerra son niños, por ser los más indefensos, los inocentes.

Cuesta entender que se realice una investigación policial en un lugar donde a diario circulan mil quinientos niños y jóvenes sin haber tomado las previsiones del caso a objeto de evitar causar pánico, en una comunidad que está, especialmente, sensibilizada por la situación de amenazas y atentados sufridos en su contra en varias partes del mundo.

Los niños tienen derecho a ser felices fuere cual fuere su origen, color, lengua, religión, sexo, condición social o pensamiento político. La trasgresión de las leyes que los protegen, la violación de los derechos que poseen y el quebranto de su bienestar sea cual fuere la causa, en nuestro país o fuera de él, deben ser condenados y sancionados. Así lo establece la Ley Aprobatoria de la Convención sobre los Derechos del Niño de la que nuestro país fue signatario el veintiocho de agosto de mil novecientos noventa.

En múltiples oportunidades se han violado y aún se violan los derechos de los ciudadanos pequeños de Venezuela y el mundo.

Atentar contra los derechos de los niños, contra su tranquilidad, es atentar contra el futuro y contra la paz. No olvidemos que esos mismos niños de hoy serán los que tendrán en sus manos la responsabilidad posterior del mundo que viviremos mañana. Cualquier actuación que menoscabe el derecho a la inocencia de los niños podría tener consecuencias muy serias en el devenir histórico de las naciones.

Así como la libertad y la justicia son derechos fundamentales y universales y han sido materia de legislación durante siglos, igualmente existe un derecho que imperiosamente debe ser objeto de estudio para su defensa después del derecho a la vida de todo ser humano. Ese derecho del que nadie habla pero que es tan frecuentemente vulnerado: El derecho universal a la inocencia de los niños.

anavalerimata@hotmail.com

2004.01.15

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