Por qué me gustan las marchas chavistas
Croniquear la marcha opositora del 23 de Enero no deja mucho espacio a la creatividad. Con tantas marchas es raro lo nuevo que se puede añadir.
Poco ilustran la hora de salida, las figuras presentes, la mercancía de los buhoneros o las pancartas. Las cuotas de originalidad han sido tan superadas, que poco nos dejan a los cronistas por agregar sin sonar repetitivos o en el peor de los casos, pobres. Pero cronista y veedora a un tiempo…por ahí va la cosa.
En la universidad, la mas imborrable lección que recibí, fue del querido Padre Arellano S.J (QEPD) quien en las primeras semanas de clase de aquel lejano primer año, nos dijo en aquel tono magistral que lo caracterizaba: “el verdadero avance del conocimiento tuvo lugar cuando se dio paso al estudio comparativo”. ¡Cuanta sabiduría en tan pocas palabras!. Claro que él se refería a la Filología, su materia, pero aquella frase me marcó de manera indeleble. De allí en adelante sentí que todo, para ser correctamente evaluado, debía partir de una comparación.
Por eso suelo veer otras cosas.
¡Por eso me gustan las marchas chavistas!
En la marcha opositora caminé desde la Candelaria, conversé, compré agua y vi una nueva y original franela con la huella impresa en tricolor que suma a la larga lista de modelos que algún día, alguien exhibirá como reconocimiento a la creatividad y el ingenio en la lucha por la Democracia…incluso en el terreno de la confección.
Como siempre sucede, los marchantes llegan, tocan “taima” y tranquilamente emprenden el regreso. La oposición no gusta de concentraciones, le gusta moverse.
A las 3.30 estaba de vuelta y con el ánimo insatisfecho. Me faltaba algo...
Por eso me enrumbé al otro lado. A ver el evento chavista. Entré por la Baralt norte y sólo en la parte superior, conté 64 autobuses. A la altura del TSJ, en doble fila, otra cuenta rápida y sumé 18 mas.
Apenas un poco mas abajo, ya no podía conducir y contar, pues estaban a ambos lados de la vía y me corneteaban para que circulara. Y entonces empiezo a notar “lo otro”. Lo primero precisamente eso: me cornetean para que circule pues no hay tráfico. ¿No hay tráfico en la Baralt? Lo segundo: el rojo en la calle. Móvil. Cimbreante.
Franelas nuevecitas que se mueven. ¿pero qué hacen tan arriba en la Baralt si la Plaza Caracas está aun varias cuadras mas abajo?. Y veo más. Las franelas no andan en plan de marcha sino de compras. Están dentro de los negocios, saliendo o entrando en ellos.
Cuadra tras cuadra, el rojo hormiguero peatonal, está de paseo, de compras, de tragos. Al llegar a Plaza Caracas otra sorpresa me hace caer en cuenta de lo que me faltaba en el paisaje. Los buhoneros desaparecieron. Todos. Las aceras están libres y la otrora bella plaza sólo tiene los cascarones vacíos de algunos tarantines y el espacio está despejado y abierto como no lo había visto en años, como lo concibió su creador. En el CNE el chavismo estaba entregando su documento pero no había tal cosa como una concentración que lo acompañara. Para ese momento dejé de contar autobuses pues el impacto de la visión me tenía sorprendida. ¿Dónde estaban los pasajeros de esos centenares de autobuses? ¿porqué no había concentración de manifestantes? Algunos pocos dormían en las unidades apoyados en la ventana esperando que los llevaran de regreso. Pero en algún lado debían estar. Di la vuelta y tomé la Av. Urdaneta ¡que visión!...Ni en Año Nuevo está la vía tan despejada. Ni un buhonero; allí donde se ponen en filas de a tres, no había ¡ni uno!. Mi manía ciudadana me hace pensar que era el momento ideal para limpiar las maltratadas aceras con esas mangueras de agua a presión…Sueños para la ciudad que aspiro.
Recorro la Urdaneta en un tris –cero tráfico-, y llego a Pte. Llaguno. Nada. Sólo que allí comienza la presencia militar armada hasta los dientes. Llego a un Miraflores muy custodiado. Custodiando el vacío valga decir. ¿Qué se hicieron los caraqueños? Cruzo hacia El Silencio y todo está repleto de autobuses. Y de nuevo las franelas rojas móviles para nada vinculadas con lo que sucedía en el CNE, supuesto objetivo de su viaje.
Algunos autobuses ya emprenden el regreso.
Tomo la Av. Bolívar que es un gran estacionamiento de autobuses rayados con consignas. Manuit trajo muchos y los identificó muy bien. Esperará un premio “por buena conducta”. Repetí el recorrido por la Baralt, ahora de sur a norte.
En menos de hora y media le di 3 vueltas al centro de la ciudad. Sin tráfico. Sin buhoneros. La misma ciudad que en cualquier día, me permite recorrer 4 cuadras en 40 minutos. ¿Qué clase de fenómeno despejó la vía un viernes en la tarde?
Como alumna aplicada del P. Arellano una nueva imagen se inserta en mi cuadro comparativo: veo algunos peatones, haciendo sus diligencias regulares, vestidos con su ropa habitual y una franela roja nuevecita guindada con descuido en el hombro. Trofeo para llevar a casa …pero no compromiso
Me queda clarísimo que en esta oportunidad, ni con la carga de los autobuses lograron llenar el espacio, porque esa “carga” esta vez decidió aprovechar el viaje para otros fines distintos de los que pensaron sus contratantes.
El comercio formal tuvo un buen día, no me cabe duda.
El informal, lo tuvo infame. No hubo.
Tomo un nuevo apunte: aquellos que han venido utilizando a la gente, comprando sus dignidades, manipulando sus necesidades y faltando a su oferta empiezan a ser objeto de la misma manipulación pero esta vez del débil. Ahora éste acepta el transporte, toma la franela, recibe el kit revolucionario y quiere los reales por delante. Y con ellos en la mano: pasea a Caracas, usa la franela como salvoconducto, se abastece, resuelve...¡y hace lo que le da la gana!.
Es bueno haberlo visto. En mi cuadro comparativo veo que los marchantes de la oposición siguen sumándose, no le hacen comparsa a nadie sino a sus principios, no cobran, ni los llevan, ni los traen. Salen cuando sienten que deben hacerlo y administran su entrega. Demandan lo mismo: unidad y respuestas. Son críticos. A veces demasiado. No quieren el pasado y combaten este presente. Veo también cómo el chavismo pasó de la pasión absoluta ( recuérdese la colecta para pagar la multa de Chávez) al voto de confianza aun en ausencia de logros. Pasó a un período oscuro donde, apretado por la necesidad, se vio obligado a convertirse en “carga” de autobuses para las marchas, pero aun con un hálito de esperanza, animaba al compromiso y permanecía en las concentraciones o los Aló Presidente. Y hoy, 23 de Enero, 5 años después, ni confianza, ni esperanza, ni compromiso.
No podría decir si ese soberano manipulado y maltratado se encuentra en camino de recuperar la dignidad robada, lo que sin duda ha recuperado es su viveza…
Y la viveza requiere estar despierto. Es sin duda una buena señal.
Ya ve Padre Arellano…me enseñó Usted bien. Gracias maestro.
A ver si su lección, como dicen en el campo, cunde.
23 de Enero, 2004.