Caracas, miércoles 18 de
febrero, 2004 Queridos jóvenes Ana María Valeri Queridos jóvenes: Muchas han sido las ocasiones en que les he transmitido mis inquietudes para sugerirles, para orientarles, para animarles. Pero en esta oportunidad no voy a darles consejo sino a pedirles ayuda. Sí, quiero pedirles ayuda en nombre de sus padres, de sus compatriotas y de los hijos que ustedes darán a Venezuela. Quiero
exhortarlos, muchachos, a que se comprometan
con ustedes mismos, con sus compañeros de
estudios, con sus vecinos, con su país. Deténganse un momento a pensar, a reflexionar minuciosamente sobre los días vividos estos años de profunda crisis, y sobre lo que ustedes han hecho en este tiempo. Probablemente han
permanecido estudiando y formándose para el
futuro. Eso es precisamente lo que deben
hacer. La sabiduría es la base del progreso,
pero la justicia y la paz se logran con la
voluntad y las acciones de hombres y mujeres
comprometidos y responsables. Y eso es lo que
Venezuela espera de todos ustedes: Es imperativo que sean actores y no simple observadores de acontecimientos. Es indispensable su contribución para armar una nueva Venezuela. Participen, cooperen, ayuden. Tienen una responsabilidad que se hace ineludible, porque necesitamos afanosamente que nos brinden lo mejor de sí para exigir la calidad total en todos los ámbitos del país. No esperen que los demás les otorguen lo que ustedes no han logrado con su esfuerzo. Denle la bienvenida a las nuevas ideas, pero deténganse a analizarlas con sentido crítico, y no acepten nada que vaya en contra de sus principios por comodidad. Sean conciliadores, manejen las diferencias con respeto y tolerancia. Recuerden que unión, más que pensar igual es pensar juntos. Entiendan que ustedes en este momento están viviendo unos días de historia patria que les da la enorme responsabilidad de actuar, para enmendar y mejorar lo que tenemos. No lo evadan, enfréntenlo. Como lo hicieron aquellos jóvenes en el año 1814 en la Batalla de La Victoria, como lo hicieron los universitarios iguales a ustedes en 1928, cuando luchaban contra la dictadura gomecista. Como lo hicieron los jóvenes exiliados durante el perezjimenismo. Todos ellos unieron pensamientos y agitaron cuerpos para darnos el fundamento de la democracia. No se vayan muchachos. Quédense con nosotros. Quédense y protesten. Protesten contra
la mediocridad y sean exigentes. Busquen la
excelencia en ustedes mismos y en los demás. Demuéstrenle a sus padres y a la sociedad que ustedes están capacitándose para ser hombres y mujeres claros y triunfadores y que no están dispuestos a perder el país que les vio nacer. Comprométanse a trabajar, a forjar, a batallar buscando el éxito. Sean tenaces, y comprométanse también a demostrarle al mundo entero que ustedes son más que jóvenes estudiantes, futuro brillante y seguro en una tierra de gracia que les pide sean esperanza efectiva para sus hijos. Nosotros, sus maestros, sus padres, sus abuelos, les hemos dado nuestras manos para pisar firmes, ahora necesitamos de las suyas para construir un edificio de bienestar futuro. Muchachos: |