La más reciente escalada contra
periodistas, fotoperiodistas,
camarógrafos y otros trabajadores de
los medios, con su doloroso saldo de
agredidos, lesionados y detenidos ha
reavivado la preocupación nacional e
internacional por el caso venezolano.
Esta vez no se trata sólo del número
de agresiones, alarmantemente elevado,
sino de la conducta deliberada de los
efectivos de los cuerpos de seguridad
y la saña, la ferocidad, con la cual
la emprendieron especialmente contra
los reporteros que cubrieron las
acciones violentas que se
escenificaron en la calle desde el 27
de febrero, cuando se reprimió la
marcha de la oposición, y luego a
partir del anuncio del Consejo
Nacional Electoral que declaró
insuficiente el número de firmas para
la convocatoria del Referéndum
Revocatorio.
Las
heridas que le fueron ocasionadas a
los camarógrafos Carlos Montenegro (Televen),
Felipe Izquierdo (Univision) y Carlos
Colmenares (RCTV), quienes fueron
heridos con armas de fuego; las
lesiones a los reporteros gráficos
Vladimir Gallardo y Tito Díaz,
atacados a mansalva con tiros de
perdigones, que la Guardia Nacional ha
decidio disparar a quemarropa cuando
eso se lo prohiben sus propios
reglamentos y el más elemental sentido
de humanidad, y la agresión contra el
joven reportero Juan Carlos Aguirre,
cuya frente fue rota de un culatazo,
resultan especialmente emblemáticos
para caracterizar lo fuera de común
que resultan estas agresiones.
De
alguna manera, el entorno
crecientemente hostil y peligroso en
el que han tenido que ejercer sus
labores los trabajadores de la prensa,
sobre todo a partir del año 2000, nos
encontraron desapercibidos- a gremios
y trabajadores- para enfrentar una
situación inédita, pero además
persistente y alentada por el sector
oficial. Por supuesto, los medios
privados han cometido grandes e
imperdonables errores, pero en modo
alguno eso puede justificar las
agresiones físicas y verbales que han
padecido los colegas periodistas y
otros trabajadores de los MCS.
En estos
momentos los periodistas venezolanos
estamos frente a dos inmensos retos:
uno, el de la calidad del trabajo
informativo, veraz, serio, equilibrado
que contribuya decididamente a la
solución pacífica de la crisis
nacional. Dos, evitar a toda costa que
se sigan repitiendo agresiones contra
los colegas, que no se derrame más ni
una sola gota de sangre de nuestros
compañeros, pero igualmente que se
establezcan sanciones a todos aquellos
que violando la Constitución y las
leyes han atentado contra la
integridad físicas de estos
trabajadores. En ese sentido, un grupo
de organizaciones, entre las que se
cuentan el Instituto Prensa y
Sociedad, las escuelas de periodismo
de la UCAB y Andrés Bello, el Centro
de Protección a los Periodistas,
Expresión Libre y Los del Medio, el
CNP, el SNTP y la Federación
Internacional de Periodistas están
aunando esfuerzos para que,
definitivamente, no siga reinando la
impunidad.
(07/03/04)
http://www.sntp.org.ve/NOTI90.htm