A raíz de la promulgación de la
Constitución Bolivariana quedó
virtualmente abolido el Reglamento de
Castigos Disciplinarios Número 6, debido
a que éste servía para aplicar castigos
inhumanos y crueles a inocentes
soldados.
Sin embargo, fuentes militares
aseguraron que el denigrante reglamento
volvió a ser reactivado por el general
Jorge Luis García Carneiro, cuando
asumió el Comando General del Ejército.
Voceros no oficiales señalaron que el
general ordenó reactivar las Salas de
Castigo Disciplinarias a fin de aplicar
sanciones al personal profesional debido
a las crecientes disidencias que se
estaban presentando.
Los conocidos "tigritos" o
mazmorras siguen siendo aplicados en los
arrestos severos. El parágrafo F del
artículo 120 referido a los castigos a
la tropa indica que será cumplido en la
sala disciplinaria respectiva y que el
castigado quedará excluido de todo
servicio e instrucción. El reglamento
obliga a que los "que sufran dicha
sanción disciplinaria les está prohibido
toda vocinglería, canto, juego, fumar,
encender fuego o luz; en consecuencia
antes de ser recluido el castigado en la
sala disciplinaria será desprovisto de
todos los útiles que pueda llevar
encima". Por ello los oficiales de
carrera no se explican cómo les
permitían a los castigados disfrutar de
cigarrillos, colchones y otra serie de
beneficios que, por reglamento, están
prohibidos.
Después de una semana poco se
ha dicho de responsables de custodia de
los oficiales que fortuitamente se
quemaron sin que ellos se percataran del
origen del incendio. La investigación,
además de abarcar los agraviados,
comprende responsabilidad de los
carceleros quienes supuestamente
permitían ingresar cigarrillos en las
celdas de castigo. A los militares
sancionados además se les prohíbe
recibir visitas, pero sólo una colilla
de cigarro afectó severamente a ocho
militares entrenados para sortear
confrontaciones bélicas.
http://www.eluniversal.com/2004/04/04/04224D.shtml