Ante profesores, estudiantes y empleados de la Escuela de Estudios Políticos de la UCV la máquina de la cual depende el destino político del país fue vulnerada. No pasó la prueba interna de los estudiosos de los sistemas e instrumentos electorales. Nadie se equivoque no se trató de una rigurosa prueba de los ingenieros de sistemas y peritos electrónicos de la academia, no, por el contrario. El sistema electrónico fue expuesto en una de las tantas exhibiciones públicas que promueve la empresa Smartmatic para demostrar la calidad del producto que ha vendido al CNE, para quienes han de utilizarla el 15 de agosto a fin de determinar si el Presidente Chávez continúa o no en la Presidencia de la República y con él, el proyecto bolivariano. De allí la trascendencia de lo ocurrido en la sala de lectura de politólogos y aspirantes a serlo.
El martes 28 de junio pasado, Smartmatic presentó su flamante producto electrónico ante un selecto auditorio de académicos y estudiosos de la Ciencia Política. La curiosidad y avidez por conocer y palpar la sobria mercancía italiana impregnaba el ambiente de la sala. El técnico de la empresa vendedora y responsable del funcionamiento de todo el sistema de votación y totalización de la voluntad política de los venezolanos centró su exposición en la inviolabilidad de los datos electorales acumulados electrónicamente en su seno, en la seguridad del sistema de comunicación entre la máquina y el centro de totalización ubicada en el CNE. La empresa fue reiterativa en el supuesto de máxima seguridad de los datos encriptado en sus inaccesibles sistemas electrónicos.
La avalancha de preguntas de los potenciales usuarios no se hizo esperar. La mayoría de ellas apuntando hacia la sospecha de fraude electrónico que la máquina podría permitir a los actores políticos radicalizados. Las respuestas del técnico de Smartmatic insistían en la imposibilidad de acceder a las archí seguras redes de la tecnología italiana. Sin embargo, los presentes no se dejaban convencer por el novel vendedor y arremetían, desde todos los ángulos, una y otra vez, contra los flancos más vulnerables de la ya misteriosa máquina.
Desde el famoso “botón de seguridad” o “botón de arranque” que ha de monopolizar el Presidente de la Mesa designado por el CNE y responsable de permitir que la máquina esté lista para ser usada por el votante de turno, hasta las probabilidades de acceso de los hakers a los sistemas de comunicación de los datos, pasando por posibles preparativos de sistemas paralelos que permitirían cambiar votos tales por cuales en el momento de la totalización en el cerebro central del CNE, fueron objeto de criticas y agudas observaciones.
Dudas y más dudas, las cuales fueron sorpresivas e inexplicamente reforzadas por el último de los usuarios casuales. Al final de la prueba de fuego, rigurosamente resistida por la máquina, donde todos los presentes, unos tras otros simularon votar por él Si o por el No, el vigilante de la Escuela tímidamente preguntó si podía votar. La respuesta no se hizo esperar. De inmediato se acercó a la maquina y frente al técnico de Smartmatic pulso dos teclas y para sorpresa de todos pudo acceder al derecho a votar sin que fuese autorizado por quien pulsaba el “botón de Seguridad”. El vigilante había roto todos los supuestos estadísticos; había acertado a ciegas cual era la clave de acceso que Smartmatic había seleccionado para garantizar la seguridad de que el votante pudiese emitir un solo voto, al ser autorizado por el Presidente de la Mesa al pulsar el “botón de Seguridad”. El elector, al tener la clave, puede votar las veces que él quisiese sin ser autorizado por el Presidente de la Mesa a través del ya inútil “botón de Seguridad”. El técnico quedo mudo y solo logró balbucear ¡es imposible!. La máquina no paso la prueba interna de la UCV y no hay reparación posible. La probabilidad real de fraude electrónico quedó a la vista de todos. La prueba empírica así lo demuestra. El voto manual es la solución.
Y para los más curiosos, hablé con el vigilante y le pregunté cual había sido la clave que había utilizado y me respondió: la misma que uso para desbloquear el celular 1 *. Así de simple. No basta con cambiar la clave, alguien siempre la tendrá y podrá divulgarla. Hay que eliminarla y colocar el “botón de Seguridad” sólo al alcance del elector en el momento de dirigirse al lugar de votación. La amenaza de fraude electrónico no es ciencia ficción, es real. Fue probada en la Escuela de Estudios Políticos de la UCV.
*Director de la Escuela de Estudios Políticos UCV