EL NUEVO HERALD
Posted on Tue, Aug. 24, 2004
El referendo venezolano
GERARDO E. MARTíNEZ SOLANAS
Tuve el privilegio de servir a la democracia venezolana como observador
internacional en el referendo del pasado 15 de agosto. Además de los
observadores del Centro Carter y de la OEA, bajo la dirección del ex
presidente Gaviria, formé parte de un grupo de observadores de la
Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), invitados por la
Oficina de Apoyo Internacional (OAI), de Caracas, con el propósito expreso
de informar imparcialmente sobre el referendo y sus resultados.
Me propongo hacer un reportaje breve, en el entendido de que nuestro grupo
de observadores internacionales ya ha dado curso a sus informes, avalados
por Francisco Javier Jara, secretario ejecutivo de la ODCA, con sede en
Chile, en base a los resultados de nuestro trabajo.
Desde sus inicios nuestra gestión encontró dificultades. Nos presentamos
el viernes 13 y de nuevo el sábado 14 ante los funcionarios de la Comisión
Nacional Electoral (CNE) para que se nos entregaran las credenciales
individuales que ostentaríamos en nuestra labor, pero se negaron a
hacerlo, alegando que nunca habían recibido una solicitud formal y
finalmente decidiendo ante nuestras protestas que ya era demasiado tarde
aunque tuviésemos razón. Se negaron a que les mostráramos nuestra carta de
solicitud, dirigida al doctor Francisco Carrasquero, presidente del CNE,
con el cuño de esa organización electoral fijado a las 8:47 am del 15 de
julio de 2004, que probaba nuestra solicitud con un mes de anticipación.
Además, esos funcionarios se negaron a comunicarse con el Dr. Carrasquero
para tratar de solucionar tan deplorable situación.
Durante el trabajo preliminar observamos abundantes anomalías en el
proceso. Son hechos que merecen destacarse:
• Todas las decisiones divididas del CNE habían contado con el voto
decisivo de su presidente a favor de la posición oficialista. Su función
de árbitro quedaba así en duda.
• Miles de personas habían quedado borradas en las nuevas listas del
empadronamiento electoral, impidiéndoles ejercer su derecho al voto.
• Miles de representantes de mesa electoral percibidos como simpatizantes
de la oposición fueron reemplazados durante la semana que culminó en el
referendo por personas abiertamente a favor del oficialismo.
• Las máquinas electrónicas electorales fueron seleccionadas por el
oficialismo y compradas sin licitación. La oposición sólo tuvo acceso a
una prueba previa al referendo.
• La elaboración del programa electrónico (software) estuvo controlada
exclusivamente por el oficialismo.
• No participaron observadores enviados por el Parlamento Europeo y la
Comisión Europea porque el oficialismo insistió en invitar sólo a ciertos
sectores, en forma contraria a la norma de representatividad de esas
instituciones. Esos parlamentarios invitados por el oficialismo asistieron
individualmente.
• Otros observadores individuales invitados por el oficialismo mostraron
repetidamente su hostilidad a representantes de la oposición sin hacer
esfuerzos observables de imparcialidad.
• El Centro Carter se negó a realizar una reunión formal con nosotros para
coordinar esfuerzos, alegando que una normativa acordada por ellos con el
CNE les impedía comprometer su neutralidad, implicando así que nuestro
grupo no era imparcial.
Pese a que nuestras credenciales de la OAI no estaban avaladas por el CNE,
reconocemos que se nos permitió acceso a los centros electorales para
realizar nuestra labor y se nos trató con amabilidad. Pudimos visitar así
un total de 40 centros, la mayoría en Caracas, y observar la situación.
Fuimos muy respetuosos y nos abstuvimos de toda acción que pudiera parecer
favorable a una tendencia o la otra.
Tuvimos la conmovedora experiencia de recibir el aplauso entusiasta de los
estoicos votantes que esperaban en cola --en algunos casos durante más de
12 horas--, de que se nos escucharan sugerencias que agilizaron el proceso
y de que la gente nos rogara que no nos marcháramos a la salida de cada
uno de los centros, implicando que nuestra presencia había facilitado el
proceso. Cuidando de que nuestras palabras estuvieran revestidas de
absoluta imparcialidad, nos enorgullecemos de haber calmado los ánimos en
muchas situaciones de tensión.
Podemos afirmar que fue un referendo fenomenal porque pudimos comprobar
sobre el terreno una asistencia promedio de más del 85% a las urnas y
también por la demostración popular de determinación democrática y firmeza
para ejercer su derecho electoral. Esta concurrencia implica más de 11
millones de votos, lo cual supera en 3 millones las cifras oficiales.
Durante nuestras visitas a esos 40 centros electorales no nos encontramos
con ninguno de los otros observadores internacionales. Nuestra labor se
prolongó desde las 9:00 hasta las 19:00. No estábamos al cierre de los
centros --muchos de ellos a media noche-- porque no teníamos autorización
oficial para presenciar el conteo de los votos. Posteriormente nos
enteramos de que los observadores del Centro Carter y otros con
credenciales del CNE tampoco presenciaron el conteo.
El Informe de observación electoral redactado por el secretario ejecutivo
de la ODCA en base a la situación percibida hasta las 15:00 horas, incluyó
abundantes denuncias e irregularidades sobre problemas que no habíamos
podido resolver con nuestra presencia. Fue emitido esa misma tarde con
tiempo suficiente para que las autoridades remediaran la mayoría de los
problemas observados. Sin embargo, no hubo un cambio observable de la
situación durante las seis horas siguientes.
En vista de que los cálculos observables daban un triunfo a la oposición
del 58% de los votantes por el sí, contrario a los totales emitidos por el
CNE, pedimos inmediatamente una auditoría de los votos que se basara en
las papeletas de recibo que daban las máquinas de votación y que se
depositaban en cajas en el centro electoral. El gobierno aducía hasta el
mismo martes 17 que esas papeletas no tenían valor alguno para la
auditoría porque se emitieron solamente para tranquilizar a los votantes.
Me sorprendió la actitud inicial del Centro Carter, la OEA y los demás
observadores invitados por el CNE, que no hicieron el menor esfuerzo por
pedirle que realizara esa auditoría, aunque sólo fuera para calmar los
ánimos de una población que ya había tenido demasiada paciencia. Sin
embargo, el Centro Carter retomó después la iniciativa y recogió el guante
para pedir el necesario escrutinio. El gobierno accedió y renació así por
un momento la esperanza. Sólo por un momento.
© Firmas Press
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/opinion/9476078.htm