Palabras de General (EJ) Francisco Usón Ramírez, en su juicio, donde fue sentenciado por OPINAR, (en realidad, lo fue por ser institucional, cumplir con sus deberes como militar), 2004.10.11

 

         Los Principios y Valores constituyen el instrumental básico con el que los seres humanos nos comportamos en sociedad. Los recibimos en el seno del hogar y son inculcados y desarrollados en la vida en familia. Cuando ingresé en la Academia Militar de Venezuela, esos valores y principios estaban consolidados en mi proceder, pero la experiencia de pasar por la forja que representa el ciclo de formación militar, permitió que estos se fortalecieran. En los primeros días de aspirante a cadete, y lo recuerdo tan vividamente como si fiera hoy, uno de los tenientes oficiales de planta habló de los pilares fundamentales de la institución y dijo que eran tres (03) con la palabra DOS, Disciplina, Obediencia y Subordinación; normas las cuales, en el caso de las dos (02) primeras ya formaban parte de mi instrumental. Durante los años de formación la Disciplina, la Obediencia y la Subordinación se convirtieron en paradigmas.

 

         Con la graduación en 1977 vino el juramento de “…defender la Patria y sus instituciones hasta perder la vida si fuera necesario…”, juramento el cual es conmemorado en los cuarteles y bases de todo el país, todos los días con el Toque de Oración en la formación de Lista y Parte.

 

         Con el transcurrir de los años y conforme adquiría mayor experiencia profesional, me pude percatar que si bien la Disciplina, la Obediencia y la Subordinación eran los pilares fundamentales de la institución, estos por si mismos no eran nada, si no estaban asentados en la roca madre que constituyen unos sólidos Principios y Valores humanos y profesionales; de lo contrario sería como erigir un edificio sobre arenas movedizas, ya que por muy bien construido que pudiera estar, sería engullido por la misma tierra o colapsaría ante cualquier sacudida. Con estas reflexiones nació en mí el sentido de que la Disciplina, la Obediencia y la Subordinación no podían ser ciegas, ni constituir dogmas en si mismas, sino más bien deberían ser reflexivas. Así mismo el juramento pasó a convertirse en una actitud “proactiva”, en la cual el concepto de Patria se asoció con el de Estado − un espacio geográfico al cual resguardar, una población a la que hay que defender y garantizar su bienestar y un conjunto de instituciones y leyes las cuales deben ser desarrolladas, fortalecidas y obedecidas −. Mi actitud reflexiva con respecto a la Disciplina, la Obediencia y la Subordinación involucró para los ojos de algunos de mis superiores que se me considerara como un oficial crítico y a veces irreverente. Pero al mismo tiempo generó en mi una actitud de no tener miedo ha exponer mis ideas y a defenderlas en función de los Principios y Valores y de no doblegarme en virtud de las conveniencias y circunstancias. Reflexionando, si bien es cierto que he tenido una excelente capacitación profesional militar y académica, considero que fue esa actitud la que significó mi mejor aval para ser designado a cumplir funciones en cargos que no pensé que tendría oportunidad de hacerlo. Nunca me aferré a cargos o a las prebendas que estos otorgaban, cuando renuncié al cargo de Ministro de Finanzas lo hice porque estaba convencido que no hacerlo significaba violentar los Principios y Valores que me habían sido inculcados, cuando le reclamé al Ministro de la Defensa y la del resto del Alto Mando Militar su actitud en relación a la actuación de un general de la República, lo hice por que no hacerlo significaba violentar esos Principios y Valores.

 

         Otro paradigma muy común en nuestra profesión lo constituye la denominada Superioridad, la cual en los primeros años de servicio es vista como una entidad omnipotente responsable por todo lo que acontece en la institución y la cual dispone de todo lo que se hace o deja de hacerse en ella. Pues bien, cuando se llega a las altas jerarquías de Coronel o Capitán de Navío y General o Almirante, uno forma parte de esa Superioridad y por lo tanto se es “corresponsable” por lo que acontece o lo que se dispone en la institución. Cuando se es parte de la Superioridad, no hay a quién transferir la responsabilidad, es uno mismo quien la debe asumir, es uno quien debe tomar las decisiones y afrontar las consecuencias de estas. Cuando se es Superioridad no se puede tolerar, ni permitir que se tolere que los Principios y Valores de la Institución se vulneren en aras de las conveniencias del momento, uno se convierte en un paladín para que esos Principios y Valores se desarrollen y se fortalezcan. Cuando se es parte de la Superioridad se debe alertar a otros que también la integran, cuando ellos están permitiendo que se vulneren los Principios y los Valores o lo que es peor que ellos mismos los estén vulnerando, y de estar presto para enfrentarlos cuando no estén dispuestos a corregir su conducta o su actitud. Ser parte integrante de la Superioridad implica tener el coraje de defender lo que se cree.

        

         Con fecha posterior a mi segunda aparición en el Programa La Entrevista de TELEVEN, en esa oportunidad el 10MAY04, el Vicepresidente de la República anunció el lunes 17MAY04 ante los medios de comunicación nacionales, en el marco de una reunión con representantes diplomáticos acreditados en nuestro país, que sobre mi pesaba un auto de detención y una medida privativa de libertad por mi supuesta participación en el Caso de los Presuntos Paramilitares Colombianos detenidos el 09MAY04 en el Municipio El Hatillo del Estado Miranda, así mismo días antes el Diputado Juan Barreto había informado que los Diputados del MVR solicitarían que se me investigase, por actos y opiniones en contra de la FAN y aseguró que yo formaba parte de grupos que pretendían horadar la reputación de la institución castrense con fines políticos y que pagaría con cárcel por mis acciones. Estas amenazas fueron seguidas por una orden impartida por el Ministro de la Defensa, como así lo indica el folio 1 de la pieza número 1, lo que se tradujo en un auto de detención que se hizo efectivo el sábado 22MAY04 en Puerto Ordaz, a donde me había dirigido a los fines de dictar talleres de seguridad electoral para la conducción del Proceso de los Reparos. Fui conducido a Caracas por tierra, en una travesía que duró más de diez (10) horas, bajo la custodia de funcionarios de la DIM y esposado. He permanecido privado de mi libertad por más de 140 días y ninguna de mis solicitudes para que se me impusiera una medida cautelar que no involucrara la privativa de libertad fueron aceptadas, inicialmente porque para la representación del Ministerio Público Militar yo representaba un peligro de fuga y posteriormente porque estando en libertad yo estaba, ¡No entiendo cómo!, en capacidad de obstaculizar el proceso judicial.

 

Como lo muestran las pruebas presentadas tanto por la representación del Ministerio Público Militar, como de parte de mis Abogados Defensores, mi intervención fue técnica y sirvió como marco de referencia para la evaluación de la Hipótesis presentada por una tercera persona y que estaba fundada en un testimonio de un supuesto testigo presencial. Habiendo actuado con “animus consulendi”, y una vez evaluada la hipótesis, procedí a abstraerme del proceso mental y concluir de manera condicional “… esto sería muy grave si llegase a ser cierto”. La representación del Ministerio Público Militar me acusó, no solamente de injurias, ofensas y menosprecio hacia la FAN, sino que adicionalmente estas acciones las hice con “animus injuriandi”. El Fiscal Militar que sigue esta causa puso en mi boca, palabras que yo nunca dije, puso en mi mente pensamientos que nunca tuve y basó mis intenciones sobre juicios de valor por él mismo fundamentados. Estas pretensiones por si mismas resultan peligrosas en un marco legal que garantiza la libre expresión de las ideas y las opiniones.

 

         Soy un convencido demócrata, para quien la democracia significa la igualdad de las personas ante la ley. No he venido aquí para pedir clemencia, mis Principios y Valores, mi Honor como ser humano, como ciudadano y como General de la República no me lo permiten. Vengo en busca de Justicia, convencido de que en Ustedes viven los Principios y Valores que yo también comparto, y que sus juramentos como Jueces y Militares constituyen los factores que orientan y motorizan su diario desempeño.

 

Es todo cuanto tengo que declarar.

Caracas, 11 de octubre de 2004

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