Así comenzó la historia del coronel Bustillos
Fue, junto al capitán García
Morales, de la Guardia Nacional, uno de los primeros militares activos que
exteriorizó su malestar con el proceso del presidente Chávez, a mediados de
2000, poco después de haberse suspendido las elecciones que debían realizarse
el famoso “28”. Lo hizo a través de una carta al Comandante del Ejército Lucas
Rincón, apoyándose, supuestamente, en una invitación que hiciera el Primer
Mandatario, instando a los militares a expresar públicamente sus opiniones. En
aquellos días, M.J. Pabón publicó su historia en Quinto Día y Humberto Jaimes
lo entrevistó, también en exclusiva, para este semanario.
Silvino Bustillos viene de una promoción de los años setenta, con el nombre de
González La Greca. Curiosamente sólo un oficial de esa promoción llegó a
general. Lo ascendió el presidente Chávez. Hijo de padres valencianos, egresó
en 1973 de la Escuela de Aviación. Sus padres nacieron en Acarigua y tiene dos
hijos: un varón y una hembra.
Tras cumplir sus primeras misiones como subteniente y teniente, llega a la
jefatura de operaciones de la Dirección de Inteligencia Militar. Se gradúa de
abogado en 1980 y fue designado a la jefatura de Contrainteligencia de la
Fuerza Aérea hasta que lo hacen relator del Consejo de Guerra de San
Cristóbal, y luego magistrado de la Corte Marcial.
Recién estrenado Chávez en la presidencia en 1999, la Corte Suprema de
Justicia debe designar magistrados y presidente de la Corte Marcial. Silvino
Bustillos aspiraba al cargo. Creyó haber hecho méritos para la distinción,
cuando apareció entre los candidatos el coronel Ascanio Báez, ex jefe de
Finanzas del Ejército.
Pelea por un puesto
Como magistrado de la Corte Marcial, Bustillos se había enterado de unas
irregularidades por mil millones en la Dirección de Finanzas, con supuestas
nóminas paralelas. Si un oficial o soldado se retiraba, su nombre seguía como
activo, pero algunos cobraban sus cheques en el Banco Unión.
Bustillos sospechaba que Ascanio Báez tenía alguna responsabilidad en los
hechos y lo hizo saber a los superiores. Sin embargo, el entorno militar de
entonces absolvió a Ascanio Báez y nunca las cosas fueron aclaradas, pese a la
detención de unos oficiales subalternos, responsabilizados por los hechos,
pero posteriormente sobreseídos en la causa.
El ostracismo
La superioridad entendió que el empeño de Bustillos estaba dirigido a causar
daño al coronel Baéz para evitar su nombramiento como presidente de la Corte
Marcial.
El empeño de Bustillos llegó hasta iniciar un periplo por la Comisión de
Defensa del Congreso, la Fiscalía y la Contraloría. Nada pudieron probar al
coronel Ascanio, según el ministro de la Defensa de entonces, Raúl Salazar.
Bustillos fue aislado.
Antes había intentado hablar con el presidente Chávez. Lo convocaron a
Miraflores y llegó puntual a las ocho de la mañana, cuando finalmente, tras
diez horas de espera, le comunicaron: “El presidente no lo puede recibir”
Vivió posteriormente una situación muy incómoda, considerándose “un oficial
recto”. No le asignaron cargo alguno. Debía cobrar el sueldo de coronel –700
mil bolívares mensualesdesde su casa. Intentaron enviarlo a Argentina, pero
dicha opción fue cancelada. Según unos de sus allegados, le habían ofrecido
ese cargo, no solicitado.
El coronel se sentía marginado. Acumuló el descontento, hasta que leyó una
declaración de Lucas Rincón, comandante del Ejército. El general Rincón
advertía: “los militares, o son sinceros o se van de baja”.
Otras frases de Rincón estimularon a Bustillos. Antes Chávez había dicho que
cualquier militar podría expresar su descontento públicamente.
De la declaración de Rincón, la alocución de Chávez y la frustración de
Bustillos, nació una carta, convertida en cuerpo del delito para el Consejo de
Investigación, que expulsa al coronel de la FAV.
La carta del delito
Ciudadano General de División (Ej)
Lucas Rincón Romero
Comandante General del Ejército
Su Despacho
Tengo el honor de dirigirme a usted, en la ocasión de expresar mi lealtad,
respeto y consideración, así como de compartir algunas inquietudes como
militar y ciudadano de la República Bolivariana de Venezuela. Es el caso de
que su artículo de prensa del 06 de junio del año 2000 en el diario El
Nacional, de alguna manera en su contenido me sentí aludido, no por los
aviones cubanos o los barcos norteamericanos, por cuanto desconozco el fondo
del asunto; tampoco por la incorporación de efectivos militares del 04 de
febrero y 27 de noviembre del año 1992, por cuanto creo que es un acto de
justicia en el país de las injusticias; pero cuando alude a la oficialidad
molesta, recomendando los canales regulares para drenar el resentimiento
institucional, sentí la necesidad de hacerle llegar mi punto de vista.
Prácticamente mi carrera la transité en dos especialidades: inteligencia y
justicia militar, le puedo asegurar que puedo escribir un libro de omisiones,
injusticias e impunidad institucional, todas ellas se diluyeron en la vía que
usted recomienda. No justifico remover casos del pasado, pero hay algo más
grave y censurable a la conducta del transgresor que amerita correctivos
inmediatos, es la complicidad oficial e institucional; la transgresión del
sujeto activo es casual o coyuntural, en tanto la complicidad oficial es
estructural, subvierte a mediano y largo plazo los mejores valores de una
sociedad. Esta lamentable situación prevalece en la mayoría de las
investigaciones administrativas y en la mayoría de los casos connotados de la
justicia militar, yo quiero creer mi general, que Ud. desconoce esta
situación. Estas inquietudes las quise compartir en su oportunidad con el
ciudadano Presidente de la República, Hugo Rafael Chávez Frías, utilizando
para ellos canales regulares y otros no convencionales créame, los resultados
fueron deprimentes, al Presidente no le interesaba el asunto y nunca fui
escuchado.
Pero ahora hablemos del presente, la novísima Constitución Bolivariana
consagra el voto de los militares, pero este no es un derecho aislado, tengo
derecho a un órgano electoral pulcro, con actuaciones justas y transparentes,
derecho a estar informado política y electoralmente, derecho a exigir justicia
y castigo a quienes dilapidaron y malgastaron el dinero de todos los
venezolanos. El país entero apreció el megafraude o en todo caso el
megadesastre del CNE destituido; me preocupa la actitud del Presidente en este
particular, en un reciente programa por Globovisión alentó la impunidad de los
posibles culpables, influyendo con su palabra el ánimo del órgano competente
que conoce del caso.
Respetado señor, para concluir estas breves líneas, le ratifico mi situación
institucional, creo no estar desubicado, soy un oficial molesto, convencido de
que los canales regulares son la madre de la corruptela y la omisión, soy un
resentido institucional que discrepa de la actitud omisa y complaciente del
Presidente, soy un oficial que perdió la fe y el respeto en su actual cadena
de mando.
Cnel. (Av) Silvino Bustillos Quintana
C.I. 3.583.294