Morir y Vivir con Chávez
Michael Rowan
EL IMPRESIONANTE registro electoral 9-O de Chávez es prueba de que una revolución de palabras puede triunfar sobre la evidencia de la experiencia. Para la población, las consecuencias sociales y económicas del régimen de Chávez son devastadoras, mientras su política está en su cúspide. No es un misterio cómo ha ocurrido esto ni cómo termina.
La escatología de Chávez tiene gran poder. El carácter apocalíptico de su cosmovisión que el capitalismo salvaje de los oligarcas ha arruinado a Venezuela y el mundo desarrollado, para lo cual él tiene una solución que requiere que todos los poderes estén en sus manos apela a muchos de los pobres que buscan un salvador y a algunos ricos que resienten la forma en que marcha el mundo. Chávez ha llevado la política del resentimiento a una altura inédita en América Latina y quizás el mundo. Es una fuerza a tomar en cuenta que el mundo desarrollado nunca había experimentado un demagogo muy rico y poderoso que busca socavar o reemplazar las instituciones del Siglo de las Luces a punta de poder, aunque en nombre de la justicia, la democracia y los derechos humanos.
LA OPOSICION A CHAVEZ no tiene una respuesta creíble a este vigoroso asalto. En términos socioeconómicos, la política interna es una larga historia de fracaso desde 1980, y los esfuerzos de la oposición para arrebatarle el poder a Chávez episodio Carmona, huelga nacional, referendo revocatorio no han ofrecido ni una visión estratégica ni un líder confiable que aborde los resentimientos generados por una pobreza, una corrupción y una inseguridad de las cuales sus antecesores son totalmente responsables. Al carecer de una estrategia que vaya más allá de "Fuera Chávez", los políticos opositores se han tornado irrelevantes, dejando a una mitad de la población sin dirección ni esperanza y a la otra mitad pensando en la incongruencia entre las palabras y los hechos de la revolución.
Las palabras revolucionarias son todo lo que los pobres pueden esperar, porque Chávez no ofrece resultados. Su desempeño en la reducción de la pobreza y la corrupción no es mejor que el de los oligarcas del pasado que critica, y por el mismo motivo: su devoción al poder personal, el monopolio del Estado, una discreción total y el secreto militar reflejan la fórmula para la corrupción oficial presente por dos décadas y que, irónicamente, lo llevó a él al poder. La diferencia con Chávez consiste en que entrega más dinero a los pobres, directamente y con matices políticos, y lo hace con una precisión militar y una maquinaria de propaganda sin igual.
Chávez no tiene más probabilidades de ser evaluado por la desaparición de la pobreza su intención revolucionaria declarada que la Unión Soviética por la desaparición del Estado su intención revolucionaria declarada. Según su propaganda, él tiene razón y el mundo está equivocado, tesis que no es refutada por ningún argumento racional que destaque su falta de integración. El no quiere integrarse; desea destacar, como Carlos el Chacal, Saddam Hussein, Muammar Gadafi, Robert Mugabe, Mao, el Che y Fidel, o a otra escala, donde Chávez no ve contradicción, como Simón Bolívar o Jesucristo.
La oposición descarta esta escatología bajo su propio riesgo. Apoyada por recursos petroleros aparentemente infinitos y por un poder sin límites, se trata de una fuerza que está mucho más allá de la capacidad de comprensión de la oposición no hablemos de contrarrestarla.
CHAVEZ TIENE LA CAPACIDAD de satanizar a su enemigo al mismo tiempo que negocia con él. Ha coaccionado a las naciones del Caribe y a otras en Latinoamérica para que lo sigan en el juego contra EEUU, que involucra a China y Rusia, Irán y Libia, petróleo y comercio, armas y oleoductos, guerra y terrorismo, además de una propaganda continua.
La reelección de George W. Bush representa un interés incipiente en América Latina y Venezuela. La designación de Condoleezza Rice como secretaria de Estado, los viajes del secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el propio Bush a varios países latinoamericanos y los indicios de una nueva política a favor del regionalismo, la lucha contra la pobreza, la promoción de la democracia y la reducción de los conflictos militares, pudieran significar que EEUU está regresando a escena para el continente americano. Falta ver si esto refrena o estimula a Chávez.
Chávez ha destruido o sometido a toda institución de su país, privada o pública, que mostrara independencia de él. La prueba suprema de la reconciliación con él es la rendición, el silencio o la desaparición. Desea una obediencia total a su revolución. Al igual que otros revolucionarios impulsados por el fervor religioso o la megalomanía, no le interesan las críticas a lo que hace, sino sus críticas a lo que hace el mundo. Para quienes defienden su derecho de criticar el régimen, Chávez sólo tiene desprecio, represión, enjuiciamiento o prisión. La revolución es demasiado importante para ser obstaculizada por las nimiedades del civismo.
LAS CONSECUENCIAS socioeconómicas de la revolución de Chávez han acelerado el fracaso y declive de Venezuela, que comenzaron cerca de 1980. La pobreza, el desempleo, la inflación, el mercado negro, el analfabetismo, la violencia y la inseguridad se han disparado, incluso mientras el gobierno vierte ineficazmente dinero y subsidios a misiones y programas estatales que surgen de una dialéctica revolucionaria políticamente correcta, no del sentido común social o económico. La infraestructura de la nación se ha deteriorado notablemente, incluyendo autopistas, Pdvsa, sistema judicial, salud, y con mayor gravedad la educación, donde los atributos de la razón, ciencia y tolerancia han sido reemplazados con revisionismo histórico y lealtad combativa a la dialéctica revolucionaria.
La propaganda es nueva, el fracaso no. El gasto, la inflación, la deuda y la mala administración, males cada vez mayores, junto a grandiosos proyectos del Estado para una aerolínea nacional y una empresa de telecomunicaciones con su propio satélite, una compañía petrolera continental y una Chávez News Network (ChNN), además de una productora de rifles de asalto rusos kailshnikov y de un trato petrolero con China, son elementos que recuerdan al Carlos Andrés Pérez de los años 70. Pero hay una gran diferencia entre las manías de ambos, que es la diferencia entre el neurótico y el esquizofrénico. El neurótico construye castillos en el aire; el esquizofrénico vive en ellos.
SABEMOS COMO TERMINARA esta historia, aunque no cuándo. La población y las cifras de dinero no cuadraban en 1980, mucho menos en 2004, para sostener el derroche de CAP/Chávez. Es verdad, hay más dinero hoy, pero la población se ha duplicado. Y como han reconocido la mayoría de los países petroleros, lo que sube baja. De los 300 millardos de dólares en ingresos imprevistos recibidos por las naciones petroleras en años recientes, el registro de Venezuela en inversión es el peor. Antes del inevitable colapso, una pregunta interesante es si la oposición encontrará un mensaje y un mensajero que pueda guiar a Venezuela. Esperemos que el pasado no sea el prólogo.
mrowan@cantv.net
Traducción José Peralta
2005.01.08