Declaración de Los Caobos
12 de Marzo de 2005

I. Defensa de la democracia

Nuestra democracia ofrece pocas esperanzas. Son muchas las adversidades que la envuelven y no pocos los enemigos que la acechan.

Cada día es más difícil que la voluntad del pueblo pueda constituir la base de la autoridad de los gobiernos nacionales, regionales y locales. Se ha conculcado el sagrado ejercicio del derecho ciudadano de elegir a nuestros representantes a través de elecciones justas y libres. Esto es una verdad innegable. Los venezolanos sabemos en la intimidad de nuestras conciencias, al margen de las diatribas y disputas partidistas, que el sufragio universal, directo y secreto, administrado por rectores electorales independientes, y libre de fraude e intimidación, no existe en la República Bolivariana de Venezuela.

No caigamos en el engaño de quienes blandean encuestas de popularidad para pisotear nuestros derechos. Esto hay que repetirlo una y mil veces más: la democracia es el régimen de la mitad más uno con respeto a la mitad menos uno. Así hay que decirlo, con todas las letras. Y ese respeto a la mitad menos uno es precisamente lo que garantiza el Estado de Derecho. Ese Estado no lo instauramos para asegurarle a quienes gobiernan una patente de corso para hacer lo que les venga en gana, gracias a su simpatía o popularidad. Es para certificarles a todos los venezolanos, estén o no con el gobierno, sientan simpatías o no por quienes gobiernan, la plenitud de sus derechos. Es la única garantía que tenemos para ejercer nuestro derecho a no estar de acuerdo con este o cualquier otro gobierno, a disentir de sus ideologías, decisiones y prácticas políticas. En la República Bolivariana de Venezuela, sin embargo, tampoco existe el respeto al Estado de Derecho.

Esa extinción se hace patente cada vez que se niega a los venezolanos el acceso a los servicios públicos y a las garantías sociales que ofrece la República, por el insólito hecho de haber ejercido su derecho constitucional de solicitar un referéndum revocatorio presidencial. Los mismos partidarios del Presidente Chávez son los mejores testigos y víctimas a la vez de la discriminación social y económica que aplica el Gobierno por razones políticas. Una perversa e irracional exclusión sistemática y selectiva de quienes no sean incondicionales a la Revolución y a sus Jefes. Una tenebrosa especie de segregación partidista como política oficial del Estado Venezolano.

También se extingue el Estado de Derecho cuando se vulnera el pleno ejercicio de los derechos a la libertad de opinión y expresión. Cuando se pisotea el legítimo derecho a la igual oportunidad para acceder a la educación, como está sucediendo en las escuelas y liceos venezolanos. El Estado de Derecho fenece  cada vez que se conculca el derecho de la prensa para recolectar, reportar y diseminar información, noticias y opiniones. Cuando se violan los derechos de las personas a tener una vida familiar privada y segura, libre de arbitrariedades que interfieran sobre sus enseres y bienes, sus comunicaciones y correspondencias. Cuando quedan totalmente quebrantados nuestros derechos a estar libres de cualquier investigación, detención o arresto por motivos arbitrarios y alevosos. Cuando ultrajan nuestros derechos a estar totalmente libres de tortura y cualquier otra forma de tratamiento cruel, inhumano y degradante.

La causa de este insólito desmoronamiento del Estado de Derecho no es otro que el arrebato histórico de una ambición de poder desmedida y sin control, sin escrúpulos y sin respetos. La concentración del poder del Estado no ha sido algo fortuito ni tampoco casual. Ha sido una política deliberada y ejecutada desde el poder ejecutivo, violando Constitución, leyes y reglamentos, trasgrediendo principios, derechos y garantías, irrespetando magistraturas y ciudadanos, ofendiendo gentilicios y poblaciones. Una ambición de poder que terminará por tragarse todo y a todos. Que piensa que nuestro país es una hacienda y nosotros sus peones. Una ambición desmedida de poder que no busca emanciparnos, sino esclavizarnos. En la República Bolivariana de Venezuela no existe la separación e independencia de los poderes del Estado.

 Esta concentración del poder en se ha consolidado mediante la mayor perversión política que pueda conocer sociedad democrática alguna: la cada vez más amplia, incontrolable y desmesurada injerencia militar en los asuntos públicos del país. Lo que persiguen es consolidar una estructura de dominio y señorío sobre los venezolanos, sus hijos y sus bienes, teniendo a las bayonetas como su único asidero de mando político para mancillar la dignidad democrática y abatir nuestras libertades y derechos.

Como vemos, esta democracia ofrece pocas esperanzas. No tenemos elecciones justas y libres; no tenemos Estado de Derecho pleno y confiable; no tenemos garantías sobre nuestros derechos, dignidades, familias, bienes ni humanidades; no tenemos contrapesos ni balances entre los poderes del Estado que impidan la arbitrariedad y el abuso; no tenemos el control civil y constitucional sobre las armas y balas de la Nación. Estas son las adversidades que hoy amenazan el ejercicio pleno de la democracia en Venezuela, y son precisamente los retos ciudadanos que no podemos eludir ni tampoco soslayar. Nuestra obligación ciudadana es vencerlos. Pero primero, debemos identificar al más formidable enemigo de nuestra democracia.

Este enemigo no es el jefe del gobierno y sus cercanos colaboradores como generalmente se piensa. Tampoco sus imposibles ideas de transformación económica y social del país, que más temprano que tarde mostrarán su torpeza histórica y su insensatez política. El mayor enemigo de nuestra democracia está en nosotros mismos. El dejarnos llevar por el despecho de una ilusión rota y no comprender que los derechos y la libertad se conquistan fracaso tras fracaso, lucha tras lucha, victoria tras victoria. El mayor enemigo de nuestra democracia es dejarnos abatir por la apatía y la indiferencia cuando vemos que nuestras garantías ciudadanas son conculcadas por la ignominia y la infamia. Es quedarnos atónitos cuando vemos transitar el país de nuestros padres e hijos hacia el despotismo y la esclavitud, sin percatarnos que en nosotros mismos está la única posibilidad de evitarlo.

Tenemos que vencer al demonio de la indolencia que se está apoderando de los venezolanos, y despertar al gigante amante de la libertad que hay en nosotros.

Nosotros, solamente nosotros, los ciudadanos, podemos rescatar y defender la democracia en Venezuela. ¡Y vamos hacerlo!

Hay que volver encender las velas e izar las banderas de las convicciones y los compromisos. La convicción de que vamos a luchar por nuestras libertades. El compromiso de que no descansaremos hasta conseguirlas. Hay que sumar voluntades y esperanzas para las jornadas de lucha cívica que nos esperan.

Restaurar el voto como la institución más confiable y legítima del país, e inscribirla en el corazón de los venezolanos como la única forma de dirimir y resolver nuestras diferencias en paz y libertad; instaurar el pleno cumplimiento y respeto del Estado de Derecho y sus instituciones; reestablecer la separación de poderes independientes y autónomos; someter nuevamente al sector militar bajo el control civil; garantizar a todos los venezolanos el pleno goce de sus derechos y garantías constitucionales, y el ejercicio más amplio y frondoso de la libertad.

Ponemos en las manos de la providencia todo lo que encierra nuestro espíritu, nuestra voluntad y nuestras fuerzas, por rescatar la democracia que hoy se nos pretende arrebatar y por defenderla hasta el final de nuestros días.

Tenemos un sólo propósito: la democracia.     Una sola obligación: alcanzarla.     Un sólo destino: Venezuela.    Una sola consigna: Súmate.

II. Líneas de Acción

Realizar la tarea de rescatar nuestras libertades y la plena vigencia de nuestra  democracia nos exige ampliar nuestros horizontes de acción y transformar nuestras actuales estructuras organizativas.

Hemos considerado desarrollar tres líneas iniciales de acción.

II.1. Elecciones Limpias

2005 y 2006 son años electorales en Venezuela. Las elecciones municipales y legislativas de 2005 serán el preámbulo y los antecedentes de lo que será la elección por excelencia venezolana como es la elección presidencial de 2006. De ahí la tremenda importancia de las elecciones de este año. La forma como votemos en las elecciones municipales y legislativas será sin duda un determinante en la modalidad de la elección presidencial.

En Súmate pensamos que todas las elecciones tienen la misma importancia. Lo que está en juego para nosotros es el respeto mismo a la institución del sufragio.

Más aún, lo que está en juego en Venezuela es si vamos a seguir conviviendo y dirimiendo nuestras diferencias bajo el imperio de la Constitución y las leyes. Ya basta de asumir posiciones indefinidas o imprecisas donde las normas sólo son esgrimidas a conveniencia y finalmente quedan relegadas o vulneradas. Nosotros creemos profundamente en la Constitución y las leyes. Son nuestro norte y nuestro sur. No entraremos a debatir el falso dilema que nos quieren imponer entre dos alternativas igualmente engañosas: votar con las reglas de este CNE o abstenernos de hacerlo.

Queremos ser sumamente claros en este punto. El asunto no es votar o no. El asunto es votar de acuerdo a lo establecido en la Constitución, las leyes y los reglamentos. El gran tema del debate electoral es si en Venezuela aún podemos ejercer limpiamente el voto para elegir a nuestros gobernantes. Si realmente estamos eligiendo cuando sufragamos nuestros votos. No aceptaremos el chantaje que nos plantea el CNE: votar violando la Constitución y las normas electorales, o abstenernos. Nuestra opción sólo es una: luchar, luchar hasta alcanzar unas elecciones limpias, libres y justas.

En este terreno es donde Súmate está concentrando grandes esfuerzos e invita a los venezolanos a hacer lo mismo. Públicamente hemos alertado sobre la falta de equilibrio en la composición de la directiva del CNE, la ilegalidad de su nombramiento y la ilegitimidad de sus procedimientos y resoluciones. Hemos exhortado reiteradamente a la Asamblea Nacional para que asuma su responsabilidad constitucional de elegir a los rectores. Saludamos solidariamente a las nuevas voces que se han sumado recientemente a estas advertencias y exigencias electorales, y esperamos que las instituciones las consideren y las atiendan.

Por nuestra parte, y en lo inmediato, la semana que viene introduciremos ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, una solicitud a los fines de que ordene a la Asamblea Nacional a que proceda a designar, conforme a la Constitución Nacional, a los Rectores del Consejo Nacional Electoral, y que mientras se produzca dicha designación se suspenda a la actual Directiva del CNE.

En lo electoral está la base operativa de la democracia. Así lo vio Súmate desde un principio y por ello acudimos desde nuestro origen a la vía electoral para la solución de la crisis. Quizás ésta se ha profundizado, pero por aquella primera decisión de la organización ahora tenemos mayor experiencia electoral, y debemos ponerla al servicio de una Participación Ciudadana masiva, que es uno de los Principios explícitamente consagrados en la Ley del Poder Electoral.

Nuestra lucha NO ES para que se respeten los derechos de quienes compiten en las elecciones, NO ES porque pretendamos que con esta defensa podamos elegir en estas próximas elecciones a mejores representantes.

Nuestra lucha ES para que se respeten nuestros derechos como ciudadanos, para que desde el Poder no se manipule la voluntad popular, o para demostrar sin lugar a dudas que este es un Poder antidemocrático, ante la comunidad internacional y los demócratas aún confundidos de la comunidad nacional.

En tal sentido, presentamos al país los cinco requisitos que caracterizan a las elecciones libres, contempladas en la legislación electoral venezolana,

Primero, Registro Electoral y Cuadernos de Votación depurados, certificados y auditados;

Segundo, auditorias que aseguren la confiabilidad en los procesos y en la veracidad de los resultados;

Tercero, eliminación de cualquier procedimiento o dispositivo irrelevante que retarde u obstaculice el ejercicio del voto, como el uso de las máquinas captahuellas y cuadernos electrónicos;

Cuarto, escrutinio por conteo manual de todos los votos emitidos, impresión de actas y posterior transmisión segura de datos;

Quinto, observación electoral nacional e internacional calificada y certificada.

Estos requisitos son los mínimos y más elementales que caracterizan las elecciones limpias en cualquier lugar del mundo. Los requisitos establecidos en nuestra Constitución y en nuestras normas electorales vigentes, que debe efectivamente establecer el CNE si aspira a ser reconocido como un órgano electoral que garantiza elecciones limpias.

La oportunidad de nuestras acciones en el ámbito electoral es desde ahora. No podemos esperar elevar nuestra voz de protesta para cuando los males estén consumados y ocurra el evento electoral sin que se cumplan los requisitos mínimos de transparencia. Debemos ir desenmascarando las irregularidades una a una, comprobándole a todos la verdadera naturaleza de este CNE que ya es ilegítimo de origen para nosotros. No basta que para muchos ciudadanos sea evidente tal naturaleza antidemocrática, hay que demostrarlo y presentar más -y más contundentes- pruebas a través de hechos u omisiones del propio CNE.

Si nadie se le planta al frente al CNE, si nadie le exige transparencia, será mucho más fácil para el Poder Electoral justificar su opacidad y, detrás de ella, ocultar cualquier irregularidad en complicidad con los otros poderes del Estado.

Convocamos al país a mantenerse firme en la disposición de cumplir y hacer cumplir la ley electoral. Anunciamos que promoveremos la participación ciudadana en pos de alcanzar estos requisitos. Ante el falso dilema de votar o abstenernos, invitamos a la única, digna y legítima opción de activarnos y luchar por nuestro derecho al voto universal, directo y secreto, independiente, autónomo y soberano. Queremos elecciones limpias. No descansaremos en nuestro empeño hasta que en Venezuela nuevamente nuestro voto elija.

II.2. Discriminación política

Nuestra segunda línea de acción constituye un necesario compromiso. Anunciamos al país que no aceptaremos más la discriminación política contra los venezolanos. Nunca jamás.

No hemos actuado con suficiente firmeza frente a lo que parece ser una medida oficial de segregación política del Estado contra todos aquellos venezolanos que disienten del régimen. Hemos observado cómo han sido despojados de sus trabajos, bienes y dignidades miles de venezolanos por el sólo hecho de ejercer su derecho constitucional de disentir políticamente del gobierno o de firmar la solicitud de referéndum revocatorio constitucional. Nunca imaginamos que llegarían a hacer uso de las listas de los firmantes venezolanos para proceder a su persecución y agravio. Los casos abundan. La persecución, el despido y la degradación de los trabajadores del Estado a lo largo y ancho del país; la exclusión de los servicios más elementales de asistencia pública; la supresión de las ayudas alimenticias, educativas, habitacionales y sanitarias; el no reconocer la deuda legítima de prestaciones, jubilaciones y pensiones; la humillación, el agravio y hasta la violencia que miles y miles de venezolanos hemos sufrido y aún padecemos en los barrios, las calles y las esquinas, por el sólo hecho de ejercer su derecho a la libertad de conciencia y pensamiento, al derecho de formarse su propia opinión y de expresarla, a disentir y criticar al gobierno y sus políticas.

Hoy les decimos a todos los venezolanos que han sido víctimas de tal atropello y segregación, que estamos dispuestos a prestarles auxilio moral y político. Los invitamos a cerrar filas con nosotros para acudir a las instancias internacionales correspondientes, abundaremos el expediente de la discriminación política de la cual son objeto, y no dejaremos de acusar mundialmente a este gobierno de la política oficial de exclusión por creencias políticas que ejecuta desde el Estado venezolano.

Convocamos a todos los ciudadanos a no ser cómplices de esta terrible situación. A poner fin a esta política del ventajismo y del privilegio que se promueve desde las esferas del poder. El Estado es de todos los venezolanos y debe servir por igual a todos. Es el colmo de la miseria del poderoso dejar en el desamparo a quienes no le rinden pleitesía, adulación y sumisión. Pero el colmo de la miseria es mayor para quienes se aprovechan de la pleitesía, la adulación y la sumisión para dejar en el desamparo a sus hermanos de patria.

La cara más abominable de este régimen es la segregación, la discriminación, la exclusión por motivos políticos. Una segregación sistemática, selectiva y permanente. Nada tiene sentido si dejamos que sigan atropellando a nuestros hermanos venezolanos porque sencillamente están en desacuerdo con el gobierno. Carecerían de valor e importancia los poderes del Estado, sus instituciones, las organizaciones, los partidos, la sociedad toda. No permitiremos que semejante abominación siga sucediendo en la Venezuela de la hermandad y solidaridad sin doliente y sin culpable. Actuaremos ante cualquier nueva segregación, prestando ayuda, sustanciando expedientes, denunciando a los perpetradores, demandando indemnizaciones.

II.3. Contraloría ciudadana

Finalmente, la tercera línea de acción se dirige a realizar cuidadosa y profesionalmente la contraloría ciudadana sobre los órganos del poder del Estado. Ya tenemos una experticia técnica en contraloría electoral para orientarla hacia otras instancias del poder público, especialmente al judicial y al ejecutivo. Estamos conformando equipos de contralores, aliados con otras organizaciones no gubernamentales, centros de investigaciones, y expertos profesionales para mantener informado al país y al mundo de los actos del poder público que lesionen y violen nuestros derechos y garantías constitucionales.

Esta línea de acción persigue llenar un vacío que ha dejado la lamentable extinción de la separación de poderes en el país. En efecto, la desaparición de la división de los poderes ha traído consigo la concentración de todo el poder del Estado, sin ningún tipo de contrapeso o control por parte de los organismos competentes.

También le haremos seguimiento al desempeño democrático del gobierno. Es fundamental que los venezolanos conozcan el progresivo deterioro de nuestra democracia, mediante la medición cualitativa y cuantitativa de los índices de desarrollo democrático mundialmente aceptados. Preocupa a todas las democracias del mundo el hecho de que Venezuela ha ocupado los últimos lugares en libertad de expresión y opinión, en representación y proporcionalidad, en libertad económica, en corrupción y transparencia, en respeto y resguardo de los derechos humanos.

Contabilizaremos el desempeño del gobierno y haremos público su resultado. Participaremos a los organismos multilaterales y a la sociedad internacional del deterioro democrático hasta ahora observado y sentido por los venezolanos, con evidencias inequívocas y pruebas empíricas inobjetables. Ya no podrá el gobierno esconder sus desmedidas ambiciones de dominio y señorío tras una mascarada democrática. No podrá eludir ni sortear la medición del desempeño democrático, ni desvirtuar su significado y sus implicaciones.

Abordar estas líneas iniciales de acción nos obliga a reacondicionar nuestros recursos y nuestras estructuras de liderazgo y organización. Estamos adaptando nuestras actuales instancias de decisión y acción para orientarlas y estar a la altura del gran reto ciudadano de defender nuestra democracia. Súmate le reitera al país y a todos los venezolanos que tiene presencia y organización en cada uno de los estados y municipios del país. No hay ni habrá ningún rincón de Venezuela donde no estemos listos para combatir por nuestros derechos y por nuestra libertad. Súmate a partir de hoy se declara Movimiento Ciudadano Nacional.

Estas tres líneas de acción, 1) elecciones limpias, 2) discriminación política y 3) contraloría ciudadana, sólo son el inicio de nuestra irrenunciable misión de rescatar y defender la democracia venezolana.

Jamás suscribiremos lo que no está en nuestra Constitución. En nuestra Constitución no hay nada parecido o semejante a revolución o a socialismo. Si el gobierno quiere debatir en lo ideológico, estamos dispuestos a dar el debate. Nuestra ideología es la democracia. Somos demócratas, como democrática es nuestra Constitución.

Si finalmente no creen en la democracia, si piensan que hay algo mejor que la democracia, o prefieren otro régimen que no sea la democracia, entonces lo mejor será que se preparen para una larga derrota en el campo de las ideas y de las convicciones.

Porque en el campo de las acciones y las movilizaciones, la lucha apenas comienza… ¡Súmate, somos ciudadanos!

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