COMUNISMO DEL SIGLO XXI : EL NIRVANA DEL SOCIALISMO
Alexander Guerrero E
1.- Del socialismo al comunismo: la misma historia
El Presidente nos
presenta el nirvana de la revolución como el socialismo del siglo XXI.
Aunque el nirvana se propone envuelto en socialismo, un sistema
socioeconómico desprestigiado y desecho de la historia, en esencia se
convierte en un problema estrictamente semántico, porque para los
efectos prácticos y asentado en una monumental evidencia empírica e
histórica, socialismo es lo mismo que comunismo.
De hecho, son dos versiones de un mismo régimen socioeconómico, cuya
esencia, la enajenación de la propiedad privada y sus derechos, depende
exclusivamente del envoltorio retórico con que viene ofrecido la “nueva
sociedad”, el “nuevo hombre” del ideario guevarista y castrista,
emergiendo del hecho, pese a la evidencia empírica, que socialismo es
quizás mas mercadeable que comunismo, en virtud de la carga negativa que
la gente siente e interpreta con la propuesta comunista.
La retórica en este caso, es el envoltorio, pero en la realidad es
componente del discurso demagógico populista redistributivo que se le
sirve al credo a la predica del igualitarismo social, el mismo nirvana
comunista de la sociedad de todos iguales, en este caso traído a un
entorno sincrético como el venezolano, donde el “cristianismo primitivo”
se cruza con “animismo africano” y alguna herencia aborigen,
retroalimentando la llamada teología de la liberación, del “comunismo
cristiano” que promueven sacerdotes marxistas católicos.
2.- Del materialismo histórico: la pérdida de los derechos de propiedad
Tanto en la teoría
original del comunismo/socialismo, el materialismo histórico, eje
ideológico-religioso del marxismo, agenda para la subversión del orden
natural de los individuos representado en la libertad, en el respeto a
la vida y a la propiedad privada y sus derechos; como la praxis
revolucionaria, como quiera que ella venga, institucionalizada y legal
como en Venezuela, o con paredones de fusilamiento y expropiaciones
masivas como en Cuba; en conjunto nutren ambos envoltorios, socialismo o
comunismo, y que en nuestra corta experiencia histórica incorpora
oficialmente a un Cristo, símbolo de la cristiandad, para satisfacer
ciertamente la “cristiana demanda” de la gente, del Cristo que quiere a
todos iguales, lo que representa en cierto modo una manera de torcer el
cristianismo cuya propuesta básica es eternamente la igualdad de todos,
ante la ley de Dios.
En nuestro caso, en esa propuesta de igualitarismo y negación de las
virtudes del individualismo, la figura del Cristo “marxista” es traída
para reforzar la presión de los intereses políticos de la revolución –
una nomenklatura con rasgos de nueva clase en pleno desarrollo- para
conducir por distintos caminos, incluido el legal y constitucional, –
expropiación, la nacionalización, y la apropiación por vía de la
violencia política, la estatización en distintas formas y que
oficialmente se confunde con cogestión- la estatización en términos
generales de la economía.
3.- El socialismo rentista mal-comprendido como capitalismo de estado
No deja de ser curioso,
que esa propuesta de socialismo/comunismo de fracaso histórico en estos
tiempos, se presente para confrontar los éxitos por mas de un siglo del
desarrollo del capitalismo como organización social y económica de
profundo contenido humano, porque exige y reproduce como condición de
producción de riqueza y bienestar, libertad, respeto a la vida,
propiedad privada y ejercicio pleno de los derechos de propiedad, la
conocida trilogía de Loeke.
Esa alternativa socialista o comunista, para los efectos lo mismo, como
organización social requiere como conditio sine qua non – y allí la
monumental evidencia empírica registrada en la historia- la abolición de
la propiedad y derechos de propiedad privada.
Esta restricción a la propiedad privada y a los derechos de propiedad
privada, y la concurrente limitación del mercado como mecanismo de
arbitraje natural en la transacción de capital y trabajo, bienes y
servicios, y preferencias de la gente como lo ejecuta y profundiza en
las actuales circunstancias la revolución bolivariana de oferta
socialista/comunista, tiende por la lógica del poder económico y
político contenido en el Estado a imponer severas limitaciones a las
libertades individuales, de la persona humana.
La mutilación de los mecanismos sociales básicos –institucionales,
formales e informales- que protegen los derechos de propiedad
indispensables y fundamentales para el continuo proceso de creación de
riqueza y economías sustentables, somete al individuo al arbitrio del
Estado.
4.- La captura de las instituciones, la nomenclatura y el rentismo
Esta institución que es
“dialécticamente” capturada – en nuestro caso hasta por mecanismos de
sanción electoral democrática- por el voluntarismo socialista, compuesto
generalmente de intereses corporativos definidos, políticos y militares,
cuya fusión orgánica tiende a constituir el eje de poder económico del
Estado, -renta petrolera, impuestos, empresas publicas, deuda publica,
banco central y disponibilidad infinita de dinero fiat.
El Estado se constituye de esta manera en una suerte de peso sobre el
ciudadano de a pie, sin contrapesos institucionales que lo defiendan,
por lo que los márgenes de la libertad y los derechos individuales se
estrechen en relación directa al control de lo económico y las
instituciones que sustentan este y rigen la vida de los individuos.
El ideal de la sociedad rentista, el socialismo, se nutre de los
mecanismos de renta de los cuales depende el sostenimiento del Estado,
no solo como estructura burocrática, sino como economía, dueño de una
vasta proporción de los activos económicos, financieros y de recursos
naturales y empleadora, sino de los impuestos de los ciudadanos, y del
dinero que por confianza imprime por definición el Banco Central, dinero
que desaparece como unidad de valor para convertirse en apenas un
instrumento de cuenta. Es la precariedad de la propiedad sobre el dinero
que lo convierte en un instrumento para el intercambio de bienes – a lo
trueque- sin dejar que adquiera valor como medio para atesorarlo.
De hecho las ruedas de negocios instituidas en Venezuela en los últimos
anos, recrean estos mecanismos de trueque en el intercambio. Un ejemplo,
en la pasada rueda de negocios realizada en Cuba, una conocida empresa
de pintura intercambio sus bienes de pintura por paquetes turísticos,
con los cual es evidente el incremento de los costos de transacción que
impide el desarrollo de la empresa como tal.
5.- El socialismo: la violencia política de buscadores de renta
Estas formas
organizativas de lo económico, socialismo y/o comunismo, con base a
propiedad estatal, tal cual como se ofrece y ejecuta, acotada en normas
constitucionales y de una densa jurisprudencia girada por el TSJ en
estos anos en referencia al estado social de derecho y justicia, y con
el “control difuso” de la constitucionalidad en manos de un Poder
Judicial que responde a los parámetros de la revolución o proceso; en
leyes, en políticas públicas, y en otros métodos en forma de “violencia
política institucionalizada” por entes del Estado y hasta por la misma
calle, reproducen los mecanismos de empobrecimiento secular que
sufrieron, por ejemplo, los países socialistas/comunistas de Europa,
Asia y, Cuba, el reflejo político de la revolución bolivariana.
El socialismo, combina, la propiedad estatal, la restricción a los
derechos de propiedad en términos de economías, y la eliminación o
restricción al margen del mercado como mecanismos de arbitraje de los
derechos de probidad, castra al hombre en sus incentivos para crear
riqueza y crecimiento económico sostenido, la historia del socialismo
del siglo XX es una evidencia demasiado protuberante para soslayarla.
Por el contrario, el capitalismo, cuya evolución y desarrollo, requiere
y exige del respeto y reforzamiento tanto de la propiedad privada como
de los derechos de propiedad, en combinación con el respeto a la vida y
la libertades individuales, crea las condiciones para un crecimiento
sustentable, tal cual como ocurrió en USA, Europa, Japón, en el siglo XX,
y como lo muestran China, India y el sudeste asiático en las
postrimerías del siglo XX y comienzos del siglo XXI.
6.- Socialismo: una sociedad de buscadores de renta
Preocupa, entonces, la
presión política que monta el gobierno a través de la agitación política
y la operatividad de las instituciones del Estado, por eliminar el
capitalismo, para socializar la actividad económica y social del
venezolano.
En otras palabras cambiar hacia una forma de vida cuya historia de
pobreza y restricción de libertades es evidente en sumo grado,
ofreciendo una sociedad –socialismo- donde el Estado arbitra los
intereses de la gente, con lo cual los individuos, por si mismos, o
agrupados en grupos de intereses, cooperativas y empresas pequeñas se
convierten en buscadores de renta sin compensación, con lo que política
se materializa como medio para la captura de instituciones y con ello de
la renta del estado –impuestos, deuda y ahorro de los ciudadanos.
En esas condiciones, el gobierno confisca el ahorro de la gente, a
través de la deuda, la monetización del gasto publico, el derroche, y
algo que es consustancial al socialismo, una corrupción sin
controlabilidad ni contrapesos en instituciones del Estado. Las reglas
del juego las coloca el Estado para garantizar su dominio y el control
de la renta por pare de los grupos de interés que lo han capturado.
7.- La economía de los derechos de propiedad
Finalmente, la
comprensión básica de un enfoque que parte del interés propio del
gobierno y la búsqueda de renta sugiere que las sociedades estén basadas
en economía de libre mercado y gobiernos representativamente
democráticos. De hecho, por ello es fácil comprender como las sociedades
bajo régimen de mercado y democracia evolucionan y se desarrollan sin
destruir lo básico, los derechos de propiedad, garantizando un continuo
proceso de mejora en la calida de vida de su gente.
El socialismo por el contrario, concentra y centraliza el proceso de
toma de decisiones en el gobierno, incrementando el poder de la
burocracia generalmente ineficiente sobre la voluntad de la gente, en
comparación a como lo haría una sociedad con economía de mercado con
derechos de propiedad satisfechos, donde el poder del gobierno no podrá
tomar decisiones que se corresponden con la vida de cada ciudadano, para
no desmontar los incentives que fundan un continuo proceso de creación
de riqueza.