Usted, señor Fiscal General
Soledad Morillo
martes, 25 de abril de 2006
Estoy horrorizada, señor Fiscal General, y se lo digo sin que me quede nada
por dentro. Horrorizada y asqueada. Y se lo digo de frente, sin ambages ni
tapujos, en estas líneas que ojalá usted llegara a leer, si encontrare el
tiempo entre tanta y tanta maquinación perversa. Usted, señor Fiscal
General, léame bien, es una vergüenza para la República y para la
ciudadanía. Su absoluta bajeza ha quedado al descubierto en esa rueda de
prensa en la que usted, importándole poco el horario infantil, narró su
versión de los hechos en torno al asesinato de un prelado de la Iglesia
Católica, de la que formamos parte millones de venezolanos. Usted, señor
Fiscal es un insulto a la venezolanidad.
Usted, señor Fiscal General, tuvo la osadía de sentarse frente a cámaras y
micrófonos, a dejar correr el veneno de su verbo. Y lo hizo con esa
tranquilidad y parsimonia de los cómplices en la maldad y en la destrucción.
Usted, señor Fiscal General me da lástima. Y mientras escribo estas líneas,
siento lástima también por otro, por Danilo Anderson, cuya muerte usted
utilizó sin limitación alguna para disfrazarse de hombre de leyes, de
luchador por la justicia. Pero la justicia, tenga usted la certeza, no
germina en campos de la farsa.
Usted, señor Fiscal General, no nos engaña. Su rueda de prensa sólo tuvo el
propósito (o despropósito) de colocar minas en el territorio. Y colocó dos:
lo del antejuicio de mérito al Gobernador de Zulia, lo de Monseñor. El resto
fue relleno.
Usted, señor Fiscal General, tiene gangrena en la conciencia, en el corazón,
y sobre todo, en el alma. Monseñor, desde el cielo, le perdona. Y será a él
a quien le deberá, si ocurre, la salvación de su alma.
Marsmorb857@cantv.net