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Nicolás Pineda/TalCual
La Comisión 11-A del Cicpc tenía bajo su
responsabilidad los casos de la “guarimba”, junto con
las investigaciones de las muertes del 11 de abril,
las decenas acontecidas en manifestacion es públicas y
ahora está tras la pista de los autores intelectuales
del atentado al fiscal Danilo Anderson.
Más nada |
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LA NACIÓN
Lunes 13 de Diciembre de 2004
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4
TalCual
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Investigaciones muertas
Las pesquisas en los casos de los fallecidos en manifestaciones
políticas
durante los últimos dos años todavía permanecen abiertas. Víctimas
hay, lo
que faltan son los culpables
Pedro Pablo Peñaloza
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¿Recuerda a Maikel José Meneses?
Hasta el 23 de febrero de 2003, Meneses fue inspector activo de la
Policía Metropolitana pero ese día cayó en un presunto enfrentamiento
con simpatizantes del oficialismo, que tomaban las inmediaciones de la
sede de Petróleos de Venezuela en La Campiña.
A partir de ese momento, el agente pasó a engrosar la lista de las
muertes producidas por el conflicto político que sacude al país, y sin
tener la posibilidad de ser considerado héroe o símbolo sólo pudo
alcanzar la denominación que engloba a decenas de vidas segadas por la
violencia:
estadística.
La investigación del deceso de Meneses continúa y está en fase de
reserva, señalan en el Ministerio Público (MP), donde sólo se sabe que
aún procesan las experticias y que, aunque existe un fallecido,
todavía no se ha imputado a nadie por este hecho ocurrido hace casi
dos años.
En la Fiscalía responden que sí se acuerdan de este efectivo de la PM,
así como de otras personas que fenecieron en circunstancias similares
y cuyos casos esperan por justicia. “Lo que pasa es que las pesquisas
son más complejas ya que es difícil establecer la relación
víctima-victimario en hechos públicos y, además, dependemos de la
colaboración de otros organismos de seguridad”, justifican la demora.
Un ejemplo sería los culpables jamás apresados. El 20 de enero de
2003, en el marco de una marcha opositora convocada en los Valles del
Tuy, estado Miranda, fue ultimado Carlos Abel García. En esta ocasión,
el MP habría cumplido con su trabajo al solicitar medida privativa de
libertad contra Rafael Navas, Joel Montoya y Rafael Castillo; mas,
agregan, “los cuerpos policiales no han logrado capturar a estos
ciudadanos”.
NADA CONCRETO Por la masacre
suscitada en la Plaza Francia de Altamira el 6 de diciembre de 2002,
en la que fue asesinada Keyla Guerra, el fiscal Danilo Anderson acusó
a Ramón Oliveros y María Sánchez, funcionarios de la Dirección de
Inteligencia Militar que habrían disparado, y se identificó como
implicados a Frank Pietersz, Franklin Soto, Essaul Cobos, Adolfredo
Marcano y Víctor Camacaro.
Sin embargo, sólo Joao de Gouveia paga una condena de 29 años y 11
meses debido a este crimen, y el parte del MP al respecto expone que
“la investigación quedó abierta y no se descarta proseguir el curso de
la misma”.
Poco menos de un mes después de este atentado, el 3 de enero de 2003,
Jairo Morán y Oscar Aponte eran heridos mortal- mente mientras
seguidores del gobierno y uniformados de la PM, que custodiaban una
manifestación de la oposición, chocaban en las cercanías de la avenida
Los Próceres.
El 26 de marzo de 2003, el Tribunal 38º acordó una medida privativa de
libertad para Rosinaldo Gualberto Coelho requerida por los fiscales,
que, vale acotarlo, admitieron que la averiguación que desembocó en
esta imputación se basó principalmente en “los videos transmitidos por
los canales de televisión durante los hechos”.
Coelho confesó su responsabilidad en el ataque y fue sentenciado a
tres años de presidio; no obstante, nadie más está tras las rejas por
estas muertes y tampoco se ha podido ubicar a Jairo Arias Inojosa,
quien tiene una orden de aprehensión por homicidio calificado y uso
indebido de arma.
MUY ATAREADOS Para esclarecer el asesinato de la dirigente de Acción
Democrática, Evangelina Carrizo, ultimada el 4 de marzo de 2004 en
Machiques, estado Zulia, los representantes del MP tuvieron que
penetrar una fortaleza que suele ser inexpugnable: el estamento
militar.
Entre otros actos, los fiscales presenciaron una experticia de
comparación balística entre disparos de pruebas de ocho armas de fuego
pertenecientes a oficiales de la Guardia Nacional, y una de ellas
resultó positiva motivo por el que se acusó de homicidio culposo al
teniente de ese fuerza castrense, Juan Carlos Casaña.
Empero, el Tribunal 9º de Control “acogió la forma de homicidio
intencional bajo la modalidad de dolo eventual”, y a Casaña le
otorgaron una medida cautelar, se le prohibió la salida del país y
debe presentarse cada mes ante el juzgado.
La agresión a Carrizo acaeció durante los días en que se desarrollaron
las protestas por la anulación de miles de peticiones del referendo
revocatorio presidencial; pero, para tranquilidad de sus deudos, la
indagación de este delito no corrió con la misma suerte que han
padecido los registrados en la llamada “guarimba”.
En el caso del ex trabajador de Pdvsa, José Manuel Vilas, asesinado el
1 de marzo en la urbanización Los Castores en San Antonio de Los
Altos, el MP ha ejecutado una serie de diligencias y, según informan,
“ordenó recabar el voluminoso expediente, y pronto emitirá un acto
conclusivo”.
Alberto Aumaitre fue la primera víctima mortal de esas jornadas, tras
caer el 27 de febrero en las inmediaciones de Plaza Venezuela.
Los fiscales han realizado algunas experticias, incluido el protocolo
de la autopsia, y “varias entrevistas” ; mas no hay acusados por este
crimen.
Un estancamiento idéntico se percibe en lo referido al deceso de
William Jesús Morales, cuyas averiguaciones eran coordinadas por
Anderson y Rafael Giménez Sosa, quien asumió los expedientes
adelantados por su colega.
El origen de la inercia estaría en que el caso de Morales, como el
resto de los que provienen de la “guarimba”, se halla en manos de la
Comisión 11-A del CICPC que, asimismo, se encarga de investigar las
muertes del 11 de abril de 2002; las acontecidas en las protestas
públicas y ahora, para completar, sigue la pista de los autores
intelectuales del atentado al fiscal 4º en Ambiente con competencia
nacional.
Consciente de este obstáculo, Giménez Sosa envió los expedientes a la
División Nacional del Delito Contra la Vida e Integridad Física,
antiguamente conocida como Contra Homicidios, para emprender una serie
de pesquisas.
Aunque en la Fiscalía saben que, antes de resultados, “esta
reorientación es una estrategia usual que busca imprimirle movilidad a
los casos”.
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