¡PROHIBIDO OLVIDAR!
FORO 11 de abril 2006
En defensa de la meritocracia y de la democracia
Eddie A. Ramírez S.
El régimen militarista y con claras tendencias totalitarias del teniente coronel Hugo Chávez requiere cambiar la historia de los sucesos del 11 de abril del 2002, con el objeto de tratar de evitar ser enjuiciado, él y su entorno, por crímenes de lesa humanidad. El corto metraje “La revolución no será televisada” está en línea con ese intento. Afortunadamente los cineastas Urgelles y Schalk desmontaron en “Radiografía de una mentira” el intento de exculpar a los pistoleros de Puente Llaguno y validan el video de Luís Alfonso Fernández en el que aparecen los asesinos disparando. Instamos a todos los demócratas que participamos en los sucesos de ese fatídico día, así como los que lo precedieron, a narrar tal y como sucedieron los hechos. No podemos permitir que esa masacre quede impune. A continuación referimos los acontecimientos que condujeron a los trabajadores de Petróleos de Venezuela a participar en la gran marcha del 11 de abril.
Apoderarse de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) era para Hugo Chávez una necesidad primordial a fin de disponer de los recursos requeridos para financiar su llamado proceso revolucionario y lograr influencia política en otros países. Inicialmente designó a Roberto Mandini, un gerente petrolero, como presidente de nuestra principal empresa, pero le colocó a Héctor Ciavaldini en la directiva para intentar controlarlo. Mandini solo duró siete meses en el cargo. La designación de Ciavaldini como presidente despertó un gran malestar ya que él había trabajado anteriormente en Pdvsa y eran conocidas sus limitadas aptitudes, por lo cual había sido despedido. Al asumir el cargo procedió a jubilar compulsivamente a algunos gerentes, contando con la complicidad por omisión del resto de la Directiva, entre ellos del entonces coronel Contreras Maza, a cargo de los recursos humanos. El torpe manejo de la situación con los sindicatos ocasionó la defenestración de Ciavaldini, después de un año de mala gestión. Fue sustituido por Guaicaipuro Lameda, quien, después de algunas diferencias iniciales, trajo nuevamente la tranquilidad a la empresa.
El no plegarse a los designios de Chávez le costó el cargo a Lameda, quien fue sustituido por Gastón Parra el 8 de febrero del 2002 . El doctor Parra tenía méritos académicos, pero ninguna experiencia gerencial y era conocido por su incondicional identificación con el “proceso revolucionario” y su posición contraria a la apertura e internacionalización petrolera. Sin embargo no objetamos su designación, ni la de Carlos Mendoza Potellá como director externo. El 14 de febrero me permití dirigirle una carta deseándole éxito y expresándole mi preocupación por la pérdida de valiosos recursos humanos. Igualmente le sugerí que para dar una señal de confianza y evitar nuevas jubilaciones de personal con experiencia, no hiciera cambios de directores internos. Textualmente le manifesté: “Particularmente me preocupa que Pdvsa tenga cada vez mayores dificultades para operar como una empresa comercial, que requiere de autonomía para realizar sus operaciones y recursos financieros adecuados para garantizar su sustentabilidad”, agregando que “ confío en que en poco tiempo usted apreciará que puede contar con nosotros, dentro de un marco de respeto a la meritocracia y a las normas y procedimientos”. Como se apreciará, procedimos con respeto y lealtad. Esta carta nunca fue respondida.
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El 21 de febrero el doctor Parra tuvo una infeliz intervención en la Asamblea Nacional, actuando como un trasnochado líder de izquierda de la década de los 60 y descalificando a la gerencia petrolera. Esto desencadenó un “cacerolazo light” en el comedor de La Campiña, primera muestra de descontento de los trabajadores. El 25 de febrero, los 34 más altos directivos de la empresa publicamos en el Nacional el manifiesto “Salvaguardemos Pdvsa”. En el mismo rechazábamos los infundados ataques a la empresa y a sus trabajadores, reconocíamos el derecho del gobierno de designar la Junta Directiva, rechazábamos enérgicamente la ruptura de los esquemas de meritocracia y sosteníamos la necesidad de no sustituir la jerarquía del conocimiento y los méritos profesionales, por la jerarquía de la afinidad política o la aparente lealtad a una facción o ideología, que no hace sino resquebrajar la disciplina y coherencia interna. Desde luego que este Manifiesto tuvo un gran impacto y apoyo en el personal y, a partir de esa fecha, se iniciaron protestas sencillas tales como concentrarnos en las esquinas de la Francisco de Miranda, pero respetando los semáforos para no interrumpir el tráfico.
Para entender el por qué del conflicto, sus causas, el deber ser del mismo, hay que tener presente que, con sus fallas, el manejo de los recursos humanos en Pdvsa se regía por un sistema de meritocracia. En palabras de Nelson Olmedillo “El petrolero es alguien que tuvo la suerte de ingresar a una institución que lo estimula como ser humano hasta llevarlo a su máximo crecimiento profesional, intelectual y espiritual, en un ambiente de respeto y disciplina, con reglas de juego claras y conocidas. Al que ingresa a Pdvsa se le ofrece una carrera, un modo de vida, no un puesto, pero a la vez se le exige el cumplimiento de unos deberes y la observancia de una conducta apegada a los valores rectores de la empresa. En Pdvsa, el mérito se utiliza como patrón de medida para establecer sus normas de gratificación y sanción entre sus trabajadores, así como para identificar, seleccionar y formar aquellos cuyas competencias y potencial lo destacan como futuros directivos de la empresa”.
Tratamos de evitar el conflicto y para ello nos reunimos con los compañeros que estaban próximos a ser designados directores internos, para hacerles ver que no era nada personal, pero que había por lo menos 200 ejecutivos que tenían más meritos para ocupar esos cargos. Tarea vana, todos tenían algún resentimiento o estaban dispuestos a aceptar por “disciplina revolucionaria”. Así, el 26 de febrero designan a Alfredo Riera, Argenis Rodríguez, Félix Rodríguez y Jesús Villanueva como nuevos directores internos, además de a Kamkoff quien ya lo era. En un nuevo intento de evitar el conflicto nos entrevistamos con el doctor Parra sugiriéndole les solicitara la renuncia, pero alegó que no podía ya que habían sido designados por el presidente de la república. En búsqueda de una solución al conflicto nos reunimos en varias oportunidades con el ministro de Energía, Silva Calderón, con el general Lucas Rincón, los diputados Luis Salas y Calixto Ortega, todo en vano. Igualmente propusimos una nueva estructura para manejar la industria petrolera. Recomendamos ampliar la representación del accionista con la inclusión de los ministros de la economía; una Directiva con rol estratégico y de dirección, pero no operativa, en la que se incluyeran representantes de las universidades, del sector industrial y de los ministerios de la economía y un Comité Ejecutivo técnico- operativo integrado por cinco miembros seleccionados del personal de Pdvsa. Como se apreciará, no es cierto que queríamos manejar la política de la empresa, todo lo contrario, exigíamos un mayor control y orientación por parte del accionista.
En vista de que nuestra demanda de que renunciaran los directores externos no tenía receptividad, decidimos acercarnos a distintas organizaciones de la sociedad civil, a la CTV y a Fedecámaras en solicitud de apoyo, el cual obtuvimos. El 21 de marzo la Asamblea de Trabajadores decretó un paro administrativo acatado por el 80% de los trabajadores. El 22 de marzo la directiva inició las retaliaciones jubilando al consultor jurídico y al gerente de asuntos públicos, lo cual nos puso en máxima alerta. Intentamos disuadir al doctor Parra de ejecutar esta acción, advirtiéndole que ella ocasionaría el inicio del paro de las operaciones. Nuevamente no hubo respuesta y, a partir del 4 de abril se iniciaron las acciones con el paro de la refinería de El Palito. El 7 de abril, en programa de Aló Presidente, el teniente coronel despidió con un pito a Juan Fernández, Horacio Medina, Carmen Elisa Hernández, Alfredo Gómez, Edgar Quijano, Gonzalo Feijoo y al suscrito, quienes habíamos actuado como voceros ante los medios. El paro se acentuó. Todos los días había una concentración en la Plaza de la Meritocracia y el 7 de abril hubo un plan macabro para atacarnos con los círculos violentos, propuesto por Ismael García en presencia de Nicolás Maduro, Cilia Flores, Iris Varela, de los gobernadores Ronald Blanco, Ramón Martínez y de los generales de la guardia Eugenio Gurtiérrez y Belisario Landis. Además estuvo presente el Fiscal Isaías Rodríguez, quien guardó silencio, según declaró el general Rosendo, quien se opuso ¡Que cobardes!
El 9 de abril la CTV y Fedecámaras decretaron un paro general por 24 horas. Esa tarde la situación no se veía muy favorable, pues no se había parado la producción, aunque sí la refinación y comercialización y la parte administrativa. A eso de las 4 p.m se produjo un vuelco por el gran apoyo de la sociedad civil en Chuao y el efecto que causó el desalojo que hicimos de un grupo provocador de chavistas que querían instalarse en la plaza. Ya ese día la gente pedía ir a Miraflores, a pesar de que solo éramos unos pocos cientos. El paro se prorrogó por otras 24 horas y el 10 se declaró indefinido, convocándose a una marcha desde el Parque del Este hasta la plaza de la Meritocracia en Chuao.
La marea humana fue llegando a Chuao en donde había instalada una tarima. Encargamos a nuestro compañero Juan Santana de dar lectura a un comunicado, pero la muchedumbre no lo dejó terminar y todos nos dirigimos hacia Miraflores en nuestro legítimo derecho de exigirle la renuncia a un presidente arbitrario y nefasto. Los que llegamos, con nuestras familias, a la avenida Baralt y a la Plaza O´Leary podemos dar testimonio de los ataques con armas de fuego, piedras y botellas de los círculos violentos del oficialismo, igualmente de los disparos de algunos guardias nacionales que ocasionaron 17 muertos y cientos de heridos.
Las actividades de los trabajadores petroleros finalizaron con un acto ecuménico el día 12 de abril al final de la tarde. Ninguno de nosotros supo lo que sucedía en Fuerte Tiuna y tampoco participamos en el acto de juramentación de Carmona en Miraflores. El lunes 15 nos reintegramos a nuestro trabajo, incluyendo los que habíamos sido despedidos. El teniente coronel regresó al poder después de haber renunciado al mismo, pidió perdón e hizo propósito de enmienda, el cual le duró mientras le pasó el miedo. El 15 de enero del 2004, en la presentación de la Memoria y Cuenta ante la Asamblea Nacional, el teniente coronel declaró: “Lo de Pdvsa era necesario aún cuando nosotros no la generamos, bueno, no es que no la generamos, sí la generamos, porque cuando yo agarré el pito aquel en un Aló Presidente y empecé a botar gente, yo estaba provocando la crisis; cuando nombré a Gastón Parra Luzardo y aquella nueva Junta Directiva pues estábamos provocando la crisis. Era necesaria la crisis”. A confesión de parte, relevo de pruebas y por la misma será enjuiciado por las muertes ocasionadas y por los daños al patrimonio público. ¡Que cínico e irresponsable!
Ante las violaciones a los derechos humanos, la impunidad de los asesinos, las constantes agresiones a los medios de comunicación y a los opositores en general, además de las presiones internas dentro de la empresa, después de regresar a nuestros trabajos decidimos por voluntad individual sumarnos al paro cívico del 2 de diciembre del 2002. El saldo fue de casi 23.000 trabajadores despedidos y el veto para trabajar en empresas relacionadas con el estado, además de siete compañeros perseguidos arbitrariamente por una justicia dependiente del régimen, que hoy se encuentran exiliados. Consideramos que cumplimos con nuestro deber de defender a nuestra empresa y de luchar por el rescate de la democracia. Actualmente Pdvsa es una dependencia del Ministerio de Energía y Petróleo, ineficiente, corrupta e ingobernable, que no cumple con la cuota de producción de la OPEP y en la que mensualmente ocurren accidentes con pérdidas de vidas humanas y daños a plantas y equipos.
Hoy, nos mantenemos en pie de lucha. Rechazamos los atropellos del régimen que mantiene numerosos presos políticos, entre ellos a Carlos Ortega, los Farías, Usón, Gevaguer, Simonovis, Vivas, Forero, siete policías metropolitanos, entre otros. Nos solidarizamos con los numerosos exiliados, entre ellos nuestros compañeros Juan Fernández y Horacio Medina, Patricia Poleo y numerosos oficiales, así como los que permanecen en la lucha clandestina. Igualmente con los medios de comunicación y los valientes comunicadores y camarógrafos que todos los días arriesgan sus vidas para que queden registrados los ataques de las hordas fascistas del régimen. Repudiamos la impunidad de los asesinos de Puente Llaguno y de quienes asesinaron a Maritza Rón y a Eva Carrizo; también de los que a diario asesinan a ciudadanos en nuestros barrios.
¡Seguimos presentes y comprometidos hasta lograr un mejor país para todos!
Caracas 11 de abril del 2006