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La comunicación cercenada

Antonio Pasquali *

Bravo, Poleo, Salazar, Muñoz, Pacheco, Colomina, Carreño, Rondón..., los más visibles columnistas de la oposición enmudecidos asépticamente, sin prender alarma roja en Comisiones de DD.HH. Por voluntad del autócrata pero por patrono interpuesto. Meras interrupciones unilaterales de contrato por ese mismo patronato levantisco y felón que hace dos años los azuzó a morder, ahora urgido de coexistencia con el régimen. “La Hojilla” del chavismo cuenta regocijada las cabezas de los inmolados. Las patéticas declaraciones del estimable C.M. Rondón dejan ver el desgarramiento del líder de opinión silenciado que se inhibe de morderle la mano a sus peseteros patronos.

El casi bicentenario hábito de cohabitar con dictaduras militares, unas golpistas, otras democráticamente electas (van veintiséis), va refinando el cercenamiento de la comunicación. Durante el triunvirato y la dictadura perezjimenista –exceptuando tres días de cierre a los dos grandes periódicos caraqueños, por mencionar los tres cochinitos y publicar una foto de Franco en ademán fascista– ningún medio se la jugó en nombre de la democracia, todos se acomodaron pronto a la circunstancia propiciando un aire de “normalidad”, de los que aseguran larga y sosegada vida a los dictadores. El 8 de mayo Día de la Madre, uno de esos periódicos duramente antichavistas hasta hace nada representó a la madre venezolana, a página entera, en la persona de... la madre de Hugo Chávez. El 13 de abril pasado, el otro gran antichavista incluía en su edición cuatro artículos “normalizadores” de la obscena política cultural del régimen... y cinco páginas de propaganda gubernamental pagada. El “socialismo” chavista se consolida reproduciendo los sempiternos contubernios con los dueños de medios, comprando sus abstinencias políticas con dinero. Los columnistas de la línea del frente y los millones de honestos venezolanos alzados en 2002 contra el insultante autócrata, ¡al carajo!
Money is money. Esos patronos nuestros de medios no escarmientan, a cada dictadura se superan en indignidad. ¿Y Chávez?: pura fotocopia de los Lusinchi y Caldera que los llamaban a Miraflores a negociar.

Degradación por radiotelebasura comercial de un lado, regimentación ideológica del otro: una mortal tijera que la doble pantalla del 11-A –un manipulador a la derecha, otro a la izquierda– simbolizó perfectamente.

Todo terreno perdido en buena hora por la radiotelevisión comercial es llenado en mala hora por el régimen, el cual anuncia lo inaceptable: once convenios con Radiotelevisión Cubana, el suplicio platónico del torturado aún vivo atado a un cadáver. Nuestro histórico sometimiento a la Motion Picture Association of America reemplazado por otro a una de las más extemporáneas y degradadas dictaduras del mundo. Sale Jack Valenti, entra Fidel Castro.

Es el drama de países que como el nuestro carecen de medios de partido o de cooperativas (cuya muerte puede desestabilizar dictadores), y no disponen de radiotelevisión pública “no-gubernamental” defendiendo con heroísmo una independencia informativa que mercado y gobiernos despiezan cual chacales. El drama de sociedades cuya opinión pública (guardián de la democraticidad de los gobiernos) no dispone de canales independientes de comunicación y debe obligatoriamente transitar por medios controlados de facto por los anunciantes ¡en un país en que el Estado suele ser el primer anunciante... ! ¿Quién dijo que mercado y libertad eran sinónimos?
Coroneles y emisoras comerciales, otra vez aliados objetivos, cercenan a más y mejor la libertad y pluralidad de la comunicación ahora consagrada en el Art. 58 de la Constitución. Chavistas de buena fe ¡despierten!

** apasquali@cantv.net
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