Bravo,
Poleo, Salazar, Muñoz, Pacheco, Colomina, Carreño, Rondón..., los
más visibles columnistas de la oposición enmudecidos asépticamente,
sin prender alarma roja en Comisiones de DD.HH. Por voluntad del
autócrata pero por patrono interpuesto. Meras interrupciones
unilaterales de contrato por ese mismo patronato levantisco y felón
que hace dos años los azuzó a morder, ahora urgido de coexistencia
con el régimen. “La Hojilla” del chavismo cuenta regocijada las
cabezas de los inmolados. Las patéticas declaraciones del estimable
C.M. Rondón dejan ver el desgarramiento del líder de opinión
silenciado que se inhibe de morderle la mano a sus peseteros
patronos.
El casi bicentenario hábito de cohabitar con dictaduras militares,
unas golpistas, otras democráticamente electas (van veintiséis), va
refinando el cercenamiento de la comunicación. Durante el
triunvirato y la dictadura perezjimenista –exceptuando tres días de
cierre a los dos grandes periódicos caraqueños, por mencionar los
tres cochinitos y publicar una foto de Franco en ademán fascista–
ningún medio se la jugó en nombre de la democracia, todos se
acomodaron pronto a la circunstancia propiciando un aire de
“normalidad”, de los que aseguran larga y sosegada vida a los
dictadores. El 8 de mayo Día de la Madre, uno de esos periódicos
duramente antichavistas hasta hace nada representó a la madre
venezolana, a página entera, en la persona de... la madre de Hugo
Chávez. El 13 de abril pasado, el otro gran antichavista incluía en
su edición cuatro artículos “normalizadores” de la obscena política
cultural del régimen... y cinco páginas de propaganda gubernamental
pagada. El “socialismo” chavista se consolida reproduciendo los
sempiternos contubernios con los dueños de medios, comprando sus
abstinencias políticas con dinero. Los columnistas de la línea del
frente y los millones de honestos venezolanos alzados en 2002 contra
el insultante autócrata, ¡al carajo!
Money is money. Esos patronos nuestros de medios no escarmientan, a
cada dictadura se superan en indignidad. ¿Y Chávez?: pura fotocopia
de los Lusinchi y Caldera que los llamaban a Miraflores a negociar.
Degradación por radiotelebasura comercial de un lado, regimentación
ideológica del otro: una mortal tijera que la doble pantalla del
11-A –un manipulador a la derecha, otro a la izquierda– simbolizó
perfectamente.
Todo terreno perdido en buena hora por la radiotelevisión comercial
es llenado en mala hora por el régimen, el cual anuncia lo
inaceptable: once convenios con Radiotelevisión Cubana, el suplicio
platónico del torturado aún vivo atado a un cadáver. Nuestro
histórico sometimiento a la Motion Picture Association of America
reemplazado por otro a una de las más extemporáneas y degradadas
dictaduras del mundo. Sale Jack Valenti, entra Fidel Castro.
Es el drama de países que como el nuestro carecen de medios de
partido o de cooperativas (cuya muerte puede desestabilizar
dictadores), y no disponen de radiotelevisión pública
“no-gubernamental” defendiendo con heroísmo una independencia
informativa que mercado y gobiernos despiezan cual chacales. El
drama de sociedades cuya opinión pública (guardián de la
democraticidad de los gobiernos) no dispone de canales
independientes de comunicación y debe obligatoriamente transitar por
medios controlados de facto por los anunciantes ¡en un país en que
el Estado suele ser el primer anunciante... ! ¿Quién dijo que
mercado y libertad eran sinónimos?
Coroneles y emisoras comerciales, otra vez aliados objetivos,
cercenan a más y mejor la libertad y pluralidad de la comunicación
ahora consagrada en el Art. 58 de la Constitución. Chavistas de
buena fe ¡despierten!